Bárbara Rebolledo fue, quizás, una de las convencionales que más buscó diálogo entre la centroderecha y la mayoría de izquierda en la Convención Constitucional. Y aunque esto era reconocido por los constituyentes de manera transversal, ninguna de sus propuestas fue aprobada, misma suerte que corrió cada una de las iniciativas presentadas por Chile Vamos.
De eso ha pasado ya más de un año, pero la periodista —independiente que postuló a la Convención en cupo Evópoli— todavía se detiene a repasar algunos episodios. “Estaba como prohibido hablarnos, éramos la lepra. Muchas veces tuve que salir del ex-Congreso a hablar dos cuadras más allá con alguien cuando le quería decir algo”, asegura.
El desenlace de este nuevo proceso lo vivirá de manera distinta. Este domingo, Rebolledo volverá a la televisión en la conducción de un nuevo programa político llamado “Indultados” —se emitirá a las 21:30 horas por canal Vive— donde un panel abordará los temas más relevantes de la semana. Y, seguramente, dice la periodista, la discusión constitucional copará buena parte de la agenda a medida que se acerque el plebiscito de diciembre.
—Este proceso tiene una alta desafección. ¿Cree que es posible atraer a la gente y vencer la llamada fatiga constitucional?
—A ver, yo creo que es una fatiga que no responde al proceso actual. Yo creo que la gente se empezó a desencantar en la Convención. Se vio en las encuestas que empezaron a mostrar al Rechazo como una opción ganadora para el 4 de septiembre. Muchos estaban desencantados (…). Si ahora no hubiese habido voto obligatorio, yo creo que muy poca gente habría ido a votar para elegir a los consejeros.
“Por otra parte, la gente entendió de cierta manera cuáles son los reales alcances que tiene una Constitución. Cuando yo hice campaña para ir como convencional, me pedían que propusiera, por ejemplo, un sueldo mínimo más alto en la Constitución. Yo les explicaba que no se trataba de eso. Había gente que pensaba, o algunos lamentablemente lo usaron como excusa para obtener su voto, que la Constitución resolvería todos los males y todas las carencias de la sociedad. Y después la gente entendió que la Constitución no es ni una lista de supermercado ni una varita mágica”.
—El exconvencional Daniel Stingo, en revista Sábado, dijo que en la Convención estaban en una suerte de reality, que “no veían lo que pasaba afuera”...
—Yo creo que eso le pasó al sector del Apruebo. Yo hacía mucho terreno o tal vez como era un poco conocida la gente se me acercaba mucho y me hablaba en la calle. Yo tenía el termostato de la desilusión (…). Había una especie de ceguera de parte de un sector de no ver lo que pasaba. Yo a veces reviso mis intervenciones en la Convención desde la primera, que era muy convocante, hasta el final, cuando dije “oigan, pero dense cuenta, si las encuestas lo están diciendo: la gente no está contenta, la gente presentó no sé cuántas iniciativas de norma y no las tomaron en cuenta”. Hubo falta de autocrítica, hubo soberbia, sobre todo mucha soberbia y desconexión. Y si eso es un reality, sí fue un reality.
—¿Cómo se evita que los consejeros caigan en lo mismo?
—Yo creo que ahí juega un rol importante la humildad, el no olvidar los acontecimientos, la experiencia. Yo estuve ahí. Éramos nada. No nos aprobaron nada. Solo teníamos nuestra voz para salir a decir las cosas (...). Creo que hoy día la responsabilidad que tienen los consejeros es tener humildad, no perderse de la responsabilidad que tienen. Esta es una responsabilidad histórica, hacer un texto con participación ciudadana, con voto obligatorio, con un proceso en que se eligieron a quienes escriben, paritario. No olvidar es fundamental para que no sea un texto partisano.
—Ud. criticó que, como la izquierda y los representantes indígenas tenían los dos tercios, nunca se abrieron a escuchar al otro lado. Hoy día en el Consejo la situación es inversa: el Partido Republicano y Chile Vamos tienen los votos necesarios. ¿Cómo ha visto la actitud que ha tenido esta mayoría?
—No he estado ahí, aunque desde luego leo y escucho lo que pasa. Creo que sí existe el ánimo de conversar, de escucharse. Plantean que necesitan que el texto sea aprobado lo más transversalmente posible. Yo creo que, al menos, la preocupación está. A nosotros en las intervenciones nos decían en la cara que no queríamos cambios. Hubo un sector que se arrogó en la Convención pasada la representación del pueblo, que se supone que sabían lo que quería el pueblo, pero al momento que el pueblo hizo sus iniciativas de norma no los escucharon.
“El Partido Republicano tiene la mayoría, pero igual necesita de Chile Vamos para conseguir los tres quintos. Va a tener que ser consciente de que esto es súper frágil. No debe haber arrogancia ni soberbia”.
—Ha mencionado que la Convención estaba llena de ideologías partidarias o que respondían a banderas de distintos movimientos. Ahora, a algunas enmiendas del P. Republicano se les ha tildado de identitarias. ¿Cree que se puede repetir lo mismo?
—El argumento que dan los republicanos es que las enmiendas van en el sentido de lo que prometieron en campaña y que es parte de las razones por las que la gente votó por ellos. Yo espero que no se caiga una vez más en esa actitud de querer pasar máquina un sector al otro porque si no, se va a perder el proceso. Estamos ad portas de la conmemoración de los 50 años del Golpe. Para muchos, parte de los problemas que tenemos pasan, entre otras cosas, por la Constitución del 80. Yo creo que cualquier exceso de partisanismo lo único que va a hacer es invitar a que el texto no llegue a buen puerto.
“Recuerdo ese 4 de septiembre. Hubo un acto en Providencia, habíamos varios constituyentes y me subí al escenario a hablar. Yo estaba contenta porque habíamos ganado, pero viene la responsabilidad: prometimos un proceso nuevo, dijimos vayamos por una nueva y mejor. Por otro lado, pensaba, si bajas ese 62% del Rechazo a una eventual, entonces, nueva elección de constituyentes, veías que se había dado vuelta el escenario fuerte. Pero dije, lo que hay que hacer es ir a una nueva oportunidad haciendo eso que yo pedí adentro, que sí nos escuchemos, que sí conversemos, que no se cierre la puerta en la cara a quien viene o representa a determinado sector. Creo que ese pecado no se puede repetir”.
—En septiembre los consejeros van a estar votando. ¿Cómo cree que puede incidir en la discusión constitucional el aniversario del Golpe?
—Deberíamos tratar que no sea un factor de división o de disputa que haga que los distintos sectores al interior del Consejo no logren votar o llegar a consenso. Independiente de que la derecha pueda aprobar lo que acuerden, insisto, ese no es el texto que me gustaría a mí. Yo quiero un texto que incorpore las distintas miradas y creo que eso es lo que quiere la ciudadanía. Cuando miras las encuestas y hay un 46% que todavía no tiene clara su votación, es casi la mitad del país, pero la gente está obligada a votar (...). Sería maravilloso tener una votación en diciembre, donde desde el Presidente Boric, desde el PC a los republicanos salgan a decir que esto nos representa.
—Desde Chile Vamos destacaban que en la Convención no bajaron los brazos. Ud. tenía hasta contabilizado que les rechazaron 16 veces que la casa fuera propia, 18 veces que los fondos de pensiones fueran propiedad de los trabajadores. ¿Eso es lo que tiene que hacer la izquierda ahora? ¿Insistir?
—No sé si la dinámica va a permitir eso hoy día, pero creo que si son cosas de sentido común, que la ciudadanía quiere, que le hacen bien al país, evidentemente todas las posturas tienen que salir a defenderse. Soy una defensora acérrima de la democracia y de la participación. Y la democracia implica respeto, defender las ideas en buena lid.
—Ud. contó que antes de que terminara la Convención les advirtió a convencionales de izquierda que la plurinacionalidad les costaría el proceso. ¿Qué opina de que ahora no haya consulta indígena?
—Yo soy partidaria de la consulta indígena. Yo no tengo nada contra los pueblos originarios. Yo creo que los más perjudicados del proceso anterior fueron los pueblos originarios. Fueron utilizados en el sentido de que para aprobar las normas la izquierda necesitaba sus 17 votos y con eso sobrepasaban el quorum de dos tercios. Entonces les ofrecieron el oro y el moro para que se movieran en bloque y siguieran a esta masa de izquierda refundacional. Así lograron cosas que no están en ninguna otra Constitución. Pero esta separación que se hacía entre chilenos indígenas y chilenos no indígenas le pegaba mucho a la ciudadanía. (…) La izquierda los tiró como carne de cañón. En las últimas elecciones podrían haber sacado mucho más, pero tienen a un solo consejero. De alguna manera pagaron el pato porque cuando miras los 12 bordes, les rayaron la cancha a los pueblos originarios al tiro. La misma izquierda que contribuyó a este acuerdo les quitó el piso”.
—¿Qué aspectos cree que pueden hacer la diferencia para que se llegue a un texto que sea aprobado?
—Yo creo que la historia de cómo se ha hecho este proceso y también el trabajo que hicieron los expertos. Si miras el texto de los expertos fue aprobado casi todo por unanimidad, hay mucho diálogo.
“El Partido Republicano está en una gran disyuntiva. No creo que se quiera anotar una derrota después de la victoria. Yo creo que la lógica sería que el Partido Republicano quisiera que esto fuera un texto súper representativo, súper mayoritario para que sea aprobado en diciembre (...). Hay un desafío, pero parto de la base de que no se quieren farrear el proceso y para eso deben estar muy atentos a lo que quiere la ciudadanía y a hacerlo bien”.
—Chile Vamos ahora tiene un rol no menor: con sus votos puede permitir la aprobación de las normas. ¿Qué espera de ellos?
—Bueno, se habla mucho de su rol de bisagra. Yo creo que Chile Vamos tiene la responsabilidad de, yo quisiera verlo así, armonizar, de dar el voto a cambio de consensos, de lograr que los contenidos sean lo más mesurados y eficientes, porque había muchas cosas en la Constitución pasada que por ser tan ideológicas quedaban irrealizables.
—Ud. fue vocera de la Franja por el Rechazo. ¿Cómo tendría que ser la propuesta ahora para que se inclinara a aprobar?
—Lo que pasa es que los bordes a mí ya me dan cierta tranquilidad. Las cosas que más me preocupaban en el texto anterior tenían que ver con la seguridad, la educación que estaba llena de frases grandilocuentes, un exceso del concepto de la sexualidad y la falta del concepto de familia. Creo que tenemos que hacer una Constitución representativa, que convoque a la mayoría, que produzca eficiencia legislativa (…). Y uno de los temas que fueron de los que más movieron la aguja en la gente para el Rechazo era lo que tenía que ver con las pensiones, la propiedad y heredabilidad de los fondos, con la protección de la propiedad.
“Quiero que este proceso resulte, que resolvamos el tema constitucional. Quiero que ojalá esto termine bien y para eso creo que hay que llamar a la prudencia y a la templanza”.