Un 45% de las mujeres que están condenadas por drogas son extranjeras, pese a representar solo un 13% del total de la población penal femenina: el 97% de las mujeres bolivianas transportó droga para otra persona, mientras que el 68% de las mujeres chilenas vendía drogas a través de un negocio propio.
Esos son parte de los resultados del primer estudio de la Universidad Católica, "
Trayectorias de vida de las mujeres privadas de libertad por delitos de la Ley 20.000", iniciado en octubre de 2023 y finalizado en enero de este año, trabajo liderado por Catalina Droppelmann, psicóloga y criminóloga.
El estudio, que caracteriza a esta población penal, fue solicitado por el Ministerio de Justicia y Derechos Humanos y financiado por el Ministerio de la Mujer y la Equidad de Género a través del programa presupuestario de transversalización de género. Además, los resultados fueron presentado a las autoridades de la fiscalía y las policías.
En conversación con Emol, Victoria Osorio, coinvestigadora, coordinadora de proyecto e investigadora del Centro Justicia y Sociedad UC, comenta que la importancia de este estudio radica "en que históricamente hay una deuda con la población femenina, sobre todo en el sistema penitenciario que ha sido diseñado, estructurado y se desarrolla en torno a la población penal masculina. Por lo tanto, revisar la trayectoria de las mujeres es muy importante para conocer sus particularidades y elaborar políticas públicas que sirvan efectivamente a apoyar a estas mujeres que están privadas de libertad".
Osorio añade que "los motivos, el tipo de delito y el compromiso delictual que tienen las mujeres versus los hombres es particular. Las mujeres en general están privadas de libertad por delitos de drogas, y éstos cumplen función muy baja dentro de la cadena de desarrollo de este tipo de delito, por lo tanto representan un menor riesgo para el sistema".
No obstante, la académica enfatiza que las mujeres "tienen condenas más largas, tienen un montón de efectos dentro de la vida familiar, pensando que la mayoría de estas mujeres también son madres que están a cargo de sus hijos y que no tienen redes de apoyo de los padres", entre otros aspectos.
Tipos de delitos y calidad procesal
En términos generales, las estadísticas penitenciarias oficiales muestran que las mujeres componen el 10,7% del total de la población atendida por el sistema penal, y un 7,8% del subsistema cerrado.
En concreto, al 31 de diciembre del 2023, un total de 4.390 mujeres estaban privadas de libertad en Chile y 51.532 hombres, de acuerdo a cifras de Gendarmería.
Una particularidad que diferencia a la población femenina de la masculina, además de su proporción, tienen que ver con el tipo de delitos por el cual están privadas de libertad. Mientras que un 48% de los delitos por los que están privadas de libertad las mujeres son por ley de drogas, solo un 16% de los cometidos por hombres.
Una segunda particularidad tiene que ver con la calidad procesal: al cierre del 2022, el 51% de la población femenina del subsistema cerrado está en condición de imputada, es decir, sin haber recibido condena. Esta cifra se reduce al 37% en el caso de los hombres.
"Cabe destacar que el porcentaje de mujeres en calidad de imputadas en contraste con condenadas es aún mayor en quienes están por delitos de la ley de drogas que en otros delitos -sobre dos tercios de ellas-", detalla el informe que recoge la versión del Ministerio de Justicia en este aspecto.
Caracterización
De acuerdo a los datos obtenidos por Gendarmería, el estudio profundizó en la caracterización de las mujeres que egresaron del sistema penal (del subsistema cerrado) entre 2013-2023.
Los registros contienen información de un total de 31.122 mujeres que egresaron del sistema penal en esa década. De ellas, un 25% se encuentra condenada por algún delito de la Ley de Drogas.
90,13% de las mujeres extranjeras que egresaron del sistema penitenciario cerrado en la última década, estuvieron condenadas por drogas
Respecto de la prevalencia de mujeres egresadas por delitos de Ley de Drogas según la región del país en que ingresaron a la cárcel a cumplir su condena, se observa que las regiones del norte, específicamente
Arica y Parinacota y Tarapacá, y en menor medida Antofagasta, tienen una sobre representación de mujeres que ingresaron por delitos de ley de drogas.
El promedio de edad al ingreso a la cárcel de las mujeres en general es de 33,78 años, y este asciende a 35,36 cuando son mujeres condenadas por delitos de ley de drogas y desciende a 33,22 cuando son mujeres condenadas por otro tipo de delitos.
Respecto de la nacionalidad de las mujeres, un 87,11% de la población es chilena, mientras que el 12,89% son de alguna otra nacionalidad. Prepondera la nacionalidad boliviana, quienes alcanzan un 8,85%, la nacionalidad peruana que representan un 2,03% y la colombiana un 1,06%.
De las mujeres chilenas que egresaron la última década del sistema penitenciario, un 16,22% estuvo condenada por algún delito de la ley de drogas y un 83,78% por otro u otros delitos distintos. En contraste, un 90,13% de las mujeres extranjeras que egresaron de su condena estuvieron por delito de ley de drogas.
En tanto, un 39,82% de las mujeres que egresaron en la última década del sistema penal fueron evaluadas con un compromiso delictual mediano, un 29,17% bajo y un 12,26% alto. Un 19% no recibió clasificación.
"Estas cifras presentan amplias diferencias, dependiendo del tipo de delito por el cual estaban condenadas. Un 62% de las mujeres que están por delito de ley de drogas fueron evaluadas con compromiso delictual bajo, en contraste con un 18% de quienes están por otros delitos", detalla el estudio.
Historia de vulnerabilidad común, pero diferencias entre nacionalidades
En estudio mostró que en términos generales, las mujeres comparten una historia de vulnerabilidad marcada por condiciones estructurales de precariedad económica y marginación.
"Desde la infancia, se enfrentan a diversos eventos adversos, como la negligencia y el abandono parental, cuyos efectos se extienden a lo largo de las diferentes etapas de sus vidas. Estos eventos traumáticos se intensifican durante la adolescencia y la adultez, especialmente a través de relaciones de pareja caracterizadas por la violencia".
No obstante, el texto detalla que "a pesar de compartir esta historia de vulnerabilidad, se observan diferencias significativas entre las mujeres chilenas y bolivianas en cuanto a su contacto y vinculación con el mundo delictivo en distintas esferas de socialización".
Las mujeres chilenas, en general, tienen una mayor exposición al mundo delictual desde temprana edad, lo que les permite integrarse en la subcultura delictual y considerar la delincuencia como parte de su cotidianidad de manera más natural.
Por otro lado, las mujeres bolivianas no tienen una historia vinculada al mundo del delito. Crecen en entornos mayormente rurales, donde, a pesar de la adversidad material, no existe una clara conexión con dinámicas delictivas. "Rechazan firmemente estas prácticas, basadas en una concepción moral dualista de lo 'bueno' y lo 'malo'. Como resultado, las mujeres bolivianas son ajenas a las lógicas delictivas y no forman parte de su vida de manera significativa", señala el estudio.
Las trayectorias delictivas de mujeres de otras nacionalidades, en tanto, parecen incorporar elementos de ambos grupos. "Por un lado, algunas muestran un perfil más similar al de las mujeres chilenas, con una historia de vulnerabilidad más marcada y una mayor conexión con el mundo del delito. Este perfil es menos común en esta población".
"Por otro lado, se observa un perfil mayoritario que se asemeja más al de las mujeres bolivianas: tienen una participación en actividades delictivas que surge más tarde en la vida y motivada principalmente por necesidades económicas. Sin embargo, una diferencia crucial con las mujeres bolivianas es que esta población de mujeres, en su mayoría, tienen un proyecto migratorio en Chile y se involucran en el delito después de un tiempo en el país, también por razones económicas".