Arzobispo de Santiago, Fernando Chomalí.
Aton
Esta mañana se celebró el Te Deum Ecuménico, presidido por el arzobispo de Santiago de Chile, Fernando Chomalí, generando gran expectación por su homilía, conocido por su enfoque crítico y político. Incluso, el Presidente de la República, Gabriel Boric, fue consultado sobre la ceremonia, pero decidió no anticipar opiniones.
En este contexto, el arzobispo planteó una serie de "preocupaciones", destacando la crisis de seguridad y la corrupción. En ese sentido, propuso considerar la posibilidad de un gran acuerdo nacional que incluya a todos los responsables en el país, tanto del sector público como del privado.
En su homilía, Chomali señaló que "hoy, por lejos, lo que más preocupa es la seguridad. Nadie se siente seguro, nadie puede garantizar que no le harán un portonazo, un turbazo, una encerrona o que no lo asaltarán. Chile no se acostumbra y no se acostumbrará a los descuartizados, a los asesinatos a plena luz del día, a la muerte de jóvenes y niños. Chile no está acostumbrado a eso, no quiere eso. Las plazas, los barrios, los centros médicos, las escuelas, lugares celosamente cuidados por los vecinos, hoy son lugares donde la violencia acampa con fuerza. No podemos permitir que las personas estén enrejadas en sus propias casas, que no puedan salir a la calle en la tarde a pasear. No puede ser que la extorsión se haya instalado en Chile. Si no hay una acción en conjunto de la sociedad, el país corre el riesgo de convertirse en rehén del crimen organizado. Pronto ya será tarde, comenzará la ley del más fuerte y el Estado será un mero espectador".
Eb esa línea manifestó que "se requiere actuar ahora porque está a la vista el poder del crimen organizado en Chile, de sus estructuras de muerte, de sus vínculos internacionales. Mientras más divididos estemos, más espacio le daremos al crimen organizado".
"Ha sido doloroso también en esta línea para los chilenos ver cómo la corrupción se ha ido enseñoreando de lugares que por su naturaleza debiesen ser intachables. El pueblo de Chile está escandalizado al ver tanta avaricia y ansias de poder que no trepidan en sobornar, en valerse el cohecho para lograr sus objetivos y en el tráfico de influencia. Qué daño a la fe pública, a la democracia, al Estado de derecho le hacen los escándalos de corrupción y abusos de toda índole que vemos día a día. Duele que personas con poder en vez de servir a Chile se han servido de Chile y claramente han perjudicado a los más pobres", agregó.
En ese marco, el arzobispo de Santiago indicó que "no es el momento de solistas, de individualismo, de frases grandilocuentes ni de recriminaciones mutuas. Este es el momento de la humildad y la grandeza para actuar y que vuelva a ser un orgullo trabajar en el Estado y ser funcionario público. Por ello, invito y exhorto a que se piense en la posibilidad de un gran acuerdo nacional donde todos quienes tenemos responsabilidades en el país, públicas y privadas, nos escuchemos y dialoguemos. La seguridad no es un tema meramente político, sino que es un tema ético, anterior a cualquier otro asunto. No puede ser una moneda de cambio para ser negociada por una ley u otra concesión".
"No hay desarrollo posible en una auténtica democracia en un país violento y con gérmenes de corrupción. Necesitamos de una gran sinfonía donde estén presentes la unidad, el diálogo social, la reflexión serena, la mirada amplia. Es hora de pensar qué mundo le dejaremos a las futuras generaciones, como lo dice el Papa Francisco. El crimen organizado y la corrupción demuelen la democracia. Es una verdadera dictadura que no tiene ni ley ni Dios y donde la vida pierde todo valor. Es la hora de los valientes y el primer acto de valentía es dialogar, sobreponer el interés de la comunidad por sobre el personal, el partisano o el ideológico y actuar en consecuencia", cerró.