El hallazgo de un reo decapitado al interior del Módulo 42 de la
cárcel de Concepción, presuntamente a manos de su compañero de celda, abrió un intenso debate sobre el control de las cárceles por parte de Gendarmería -que el
ministro de Justicia, Jaime Gajardo, salió a defender-, y el contagio criminógeno que supone el hacinamiento.
Pero hay otras aristas que quedaron dando vueltas a raíz del macabro caso: las condiciones de la salud mental de personas privadas de libertad, especialmente en contextos hostiles, y la fuerza de los credos religiosos. Y es que las características del hecho que presuntamente protagonizó un reo condenado a 16 años de cárcel -12 por un delito de homicidio y 4 por posesión de armas prohibidas-, mezcla de ambos mundos.
Según el comunicado de la Dirección Regional de Gendarmería sobre ese caso, "de acuerdo a los primeros antecedentes, recabados por personal institucional,
en el lugar se encontraron una biblia y escritos con símbolos satánicos, a lo que se suma lo manifestado por el presunto agresor, respecto de que los hechos ocurrieron en un contexto de un ritual aparentemente
motivado por una situación de enajenación mental, de la cual no había antecedentes".
Por su parte, la defensora penal pública, María Cristina Melgarejo, sostuvo esta semana que se entrevistaron con el sujeto para conocer el estado de salud mental en el que se encuentra, y afirmó que se logró corroborar lo expresado por Gendarmería.
A raíz de aquello, solicitaron atención de salud mental para el recluso -psicólogo y psiquiatra-, "para que nuestro representado pueda recibir un tratamiento médico adecuado a su estado de salud mental, en el Hospital Penal preferentemente, y de forma inmediata o urgente", señaló la defensora.
Además, solicitarán pericias psiquiátricas por su cuenta, pues en caso de acreditarse algún cuadro de salud mental, "se pueda modificar la condena que está recibiendo, y pueda ser, por ejemplo, trasladado a un centro psiquiátrico".
Salud mental: Falta de infraestructura y subdiagnóstico
El caso del reo decapitado en Concepción se convirtió en un hecho que vino a engrosar la cifra de muertes violentas al interior de los recintos carcelarios.
De hecho, el miércoles murió un recluso en la cárcel de Alto Hospicio tras sufrir un ataque con un arma cortante; y en Puerto Montt, fue hallado el cuerpo de un reo, quien había recibido 250 heridas cortopunzantes. El presunto autor de ese hecho, contaba con un diagnóstico de esquizofrenia y estaba recibiendo tratamiento psiquiátrico.
De acuerdo a la información a la que accedió Emol, en lo que va del año han ocurrido 42 muertes violentas de reos al interior de las cárceles del país; la cifra más alta en los últimos tres años.
El nexo con el hacinamiento y la salud mental la hizo el propio subsecretario del Interior, Luis Cordero, quien junto con destacar el problema del contagio criminógeno y la rivalidad por "metro cuadrado", las cárceles "tienen una concentración de problemas de salud mental muy superiores a lo que existe en el resto de la población".
En ese sentido, la autoridad apuntó a problemas de infraestructura en esta materia: no existe una cantidad suficiente de camas psiquiátricas, y de paso, esto lleva a que exista un subdiagnóstico en torno a personas con alguna condición en salud mental.
Por último Cordero afirmó que "la cárcel es un lugar donde los niveles de dependencia o de adicciones son muy altas, pero de los diagnosticados, aproximadamente sólo el 5% tiene tratamiento".
La fuerza de los credos religiosos
De acuerdo al último reporte de Caracterización de la Población Penal de Gendarmería -con fecha 30 de noviembre de 2024-, de los 59.786 internos en distintos regímenes penitenciarios, hay 11.673 que dicen no profesar ningún credo.
No obstante, hay 26.160 internos que dicen profesar el catolicismo, mientras que la religión evangélica ocupa el segundo lugar, con 18.874 internos que afirman ser adherentes.
En menor proporción, hay 360 agnósticos; 313 de "otra religión"; 192 mormones; 147 testigos de Jehová; 25 judíos; 24 musulmanes; y 6 ortodoxos.
En conversación
Pbro. Dr. Mauricio Albornoz Olivares, decano de la Facultad de Ciencias Religiosas y Filosóficas de la Universidad Católica del Maule, precisa que en efecto, las religiones con más adherentes al interior de las cárceles son católicos y evangélicos. Por ello, existen capellanes -que operan como funcionarios públicos-, destinados a "
acompañar, educar, asistir, las distintas necesidades espirituales que los internos de las instituciones carcelarias".
Albornoz comenta que el desarrollo de las comunidades evangélicas es potente en las cárceles, "dado que la naturaleza del mundo evangélico, con una acento espiritual, que tiene que ver con la conducta o moral, evoca un camino de perdón y conversión".
En tanto, en el mundo católico, el experto comenta que "la realidad es más abierta, es un poco la réplica de lo que ocurre con la sociedad, donde las prácticas que se promueven pasan más bien por un carácter existencial más que moral, y en ese sentido, la adhesión al mundo católico al interior de las penitenciarías está más formalizado, aunque muchas veces, menos potenciado emocionalmente".
Hasta ahora, se desconoce si el recluso de Concepción, sospechoso de dar muerte a su compañero de celda profesaba alguna religión en concreto, pero una explicación desde la psicología y la neurociencia podría establecer algún tipo de vinculación relacionado a su estado de salud mental.
La "pérdida del juicio de realidad"
En conversación con Emol, el Dr. Eduardo Sandoval Obando, psicólogo e investigador Universidad Autónoma de Chile, comenta que un cuadro de "enajenación mental" -apegándose a lo definido por Gendarmería-, no se puede atribuir únicamente al "encierro" que supone estar privado de libertad, sino que existen otros elementos de base.
"Habrían condiciones de comorbilidad previos que explicarían la conducta irracional, como antecedentes psiquiátricos complejos, no tratados, o descompensados, como pueden ser cuadros de esquizofrenia, donde hay un compromiso grave del juicio de realidad y baja empatía, que podrían explicar estos 'ritos satánicos'", comenta el experto.
La alteración del juicio de realidad, afecta además la percepción y el comportamiento, aclara Sandoval. Por ejemplo, añade, bajo un contexto de esquizofrenia, "si una persona es evangélica, cuando está vivenciando un cuadro psicótico, este compromiso del juicio de la realidad, se exacerban ciertas creencias o experiencias previas".
Esto, además, podría estar acompañado de otros aspectos clave, como distorsiones cognitivas, delirios, alucinaciones, alteraciones emocionales, etc., que podrían fácilmente llevar a que alguna persona piense que es "un mesías o similar", mientras que también se puede dar el caso de que alguna persona que, por ejemplo, desconoce ciertos temas, tenga la convicción de que es "la más sabia del mundo, es una exacerbación".