La canción que representará a Chile en la competencia internacional del Festival de Viña del Mar 2025, llamada "
Infernodaga", ha tomado un importante revuelto a raíz de las críticas que surgieron por parte del cardenal Fernando Chomali y el obispo Juan Ignacio González.
Aunque las críticas las abrió el concejal Andrés Solar (del Partido Republicano), el hecho que se hayan sumado voces de la Iglesia Católica abrió todo un debate en torno a la presunta "ofensa a los creyentes" que significaría la canción del cantante nacional Dani Ride.
En su columna de este miércoles en El Mercurio, el
rector de la UDP, Carlos Peña, profundiza en el contenido de la canción y sostiene que, a su juicio, nada de lo que allí se expresa resulta del nivel de gravedad que acusan los religiosos.
"La canción describe las angustias de un muchacho que revela a su madre su homosexualidad. Describe, sin detalles, la experiencia y la forma en que 'se abre una puerta que da luz a mi oscuridad', cuando se acepta a sí mismo. El video que acompaña la canción está llenos de imágenes alusivas a la Iglesia -un cura severo, un confesionario sombrío, el muchacho arrodillado frente al primero-, y entre ellas destaca, sobre todo, la imagen del muchacho homosexual tocado con una corona de espinas que, rodeado de sus amigos, describe el sufrimiento y la discriminación de que es víctima", parte señalando Peña.
Añade en esa línea que "no hay nada, ni en la canción ni en el video, que pueda ser considerado rigurosamente hablando una blasfemia, una ofensa injuriosa, afrentosa, contumeliosa y gratuita a la Iglesia o a la fe".
"Lo que hay es, más bien, el relato de una experiencia que el espectador que mira el video o el espectador que escucha la canción, advierte opresiva y discriminatoria: la sensación del cantante, y con él de otros miles, de estar al margen de la naturaleza, de ser un error que merece ser ocultado o castigado, y que en cualquier caso ha de mantenerse en la sombra, como algo vergonzante e indigno, hasta que se libera y abraza lo que se le ha enseñando es un infierno", complementa el rector en su análisis.
"Se equivoca entonces, monseñor Chomali, cuando reacciona de esa forma frente a una canción que vez de ofender a la Iglesia o a la fe, simplemente recuerda y enseña -la calidad artística con la que lo hace ya se verá- cuál ha sido la experiencia de millones de personas estigmatizadas durante siglos por su orientación sexual".
Carlos Peña, rector UDP
De ahí, la pregunta: "¿No es acaso esa la experiencia que la Iglesia, empeñada en disciplinar la sexualidad ajena, ha alimentado por siglos, enseñando a los homosexuales, u obligándolos, a vivir su condición como un error?".
"Se equivoca entonces, monseñor Chomali, cuando reacciona de esa forma frente a una canción que vez de ofender a la Iglesia o a la fe, simplemente recuerda y enseña -la calidad artística con la que lo hace ya se verá- cuál ha sido la experiencia de millones de personas estigmatizadas durante siglos por su orientación sexual. Y esa experiencia de marginación y de condena que los homosexuales han vivido, muchos miembros de la Iglesia -no todos, para ser justos, pero sí la mayoría, incluido el magisterio-, han contribuido confundiendo la antropología cristiana con un mandato de corrección y disciplina, y a la tarea sacerdotal como un quehacer de vigilancia y castigo", añade.
Todo eso, destaca Peña, "ha causado mucho sufrimiento a miles y miles de seres humanos, el mismo sufrimiento que en el video que acompaña la canción se escenifica con el muchacho tocado con una corona de espinas".
Aunque el también escritor detalla que por cierto Chomali, y la Iglesia mediante él, "tiene todo el derecho de criticar el discurso que pueda resultar ofensivo a la fe o que desconozca lo que la Iglesia enseña es sagrado", subraya que "es una exageración que no le hace bien a la Iglesia reaccionar con molestia o con una condena, lo que es pero, con la pretensión de que se le acalle, frente a una canción que, bien o mal ya se verá, intenta describir la experiencia de miles y miles que han padecido el resultado de una mala comprensión de la antropología cristiana y el papel misionero de la Iglesia".
"La Iglesia tiene el derecho a describir la condición humana en la forma que indican la tradición y la fe, e incluso defender esa descripción como apoyada por la razón y así enseñarla e intentar persuadir con ella, pero de ahí no se sigue, como la Iglesia lo ha mal entendido tantas veces, un mandato para imponer un orden y disciplina a la forma en que las personas viven su sexualidad, ni se deriva una condena", agrega.
Con todo, Peña remarca que "monseñor Chomali, quien se ha empeñado -para bien- en recuperar el papel de la Iglesia en la esfera pública, yerra si piensa que eso se puede lograr quejándose por una canción y sin acercarse reflexivamente a la propia praxis eclesial que, cuando se trata de comprender y aceptar a los homosexuales, desgraciadamente, tiene poco de qué enorgullecerse".
