No pueden luchar contra la delincuencia ni el comercio informal. Ese es el diagnóstico en el que coinciden los gremios de locales nocturnos, restaurantes y los propios locatarios del centro histórico de Santiago. Se trata de una realidad que ya los azotó después del 18-O, pero que hoy se recrudece a raíz de la delincuencia.
Las señales de alarma las vienen dando hace meses, pero fue el alcalde de Santiago, Mario Desbordes (RN), quien volvió a poner el tema sobre la mesa al señalar que el mítico local La Piojera -ubicado cerca de Estación Cal y Canto-, piensa bajar sus cortinas y migrar a la zona oriente. Se trata de una situación que desde el Municipio, afirman, no se puede permitir, pero sobre la que también han pedido más de tiempo. Según dijo Desbordes a EmolTV, "en menos de dos meses se pretende que uno solucione el descalabro que la gestión comunista nos dejó acá en tres años".
Y es que el entorno de esa zona se ha visto fuertemente afectado por el comercio ilegal, a tal punto que hace pocos días
Metro de Santiago decidió cerrar uno de sus accesos que colinda con el ajetreo e inseguridad de los carros de comida, venta de productos en plena vía pública, las aglomeraciones y los escombros que deja la actividad ambulante.
Las cifras dan cuenta del estado crítico de la zona respecto a la inseguridad. De acuerdo con información del Sistema Táctico de Operación Policial (Stop) de Carabineros, en lo que va del año se registran 3 violaciones; han existido 447 robos con violencia; los robos con sorpresa llegan a 274; y los hurtos, a 270.
La última encuesta de victimización del comercio -correspondiente al primer semestre de 2024- elaborada por la Cámara Nacional de Comercio (CNC), mostró que ésta llegaba al 59,6%, y si bien es menor a la que se registró el segundo semestre de 2023 (63,4%), de todas formas el promedio post pandemia es de 60,7%. En la prepandemia, era de 49,6%.
Según los últimos datos de la Cámara de Comercio de Santiago, a los que accedió Emol, se han registrado más de 900 cierres de locales en los últimos 5 años; la tasas de vacancia están cercanas al 20%, y los valores de arriendos han caído en torno al 50%. Todo, a raíz del "fuerte impacto del estallido social, pandemia, inseguridad y avance descontrolado del comercio informal".
Los locales del éxodo
Pero el problema de delitos e incivilidades no toca sólo al entorno de La Piojera. Hay otros locales, en distintos puntos del centro y sector poniente de Santiago que han bajado sus cortinas o evalúan hacerlo.
Según dijo esta mañana el presidente de la Asociación Chilena de Gastronomía (Achiga), Máximo Picallo, "(La Piojera) es uno más de tantos que se han ido del centro, desde locales que cerraron, otros que se trasladaron, hasta importantes empresas que también han trasladado sus oficinas fuera del centro de Santiago".
En conversación con Emol, Picallo profundiza que el centro era un lugar donde habían muchos restaurantes, "y de los pocos que quedan, además cierran muy temprano. Por ejemplo, en la calle Nueva York, hay locales que prácticamente sólo atienden en la hora de almuerzo y no tienen movimiento en la noche".
Picallo comenta que entre los bares o restaurantes que ya decidieron migrar está "el Bar Nacional, que estaba en calle Huérfanos, se cambió; o el Hoyo, que si bien no estaba en el centro histórico (estaba en calle San Vicente, cerca de Gobea), también dejó de funcionar".
"El año pasado activamos una mesa con el delegado presidencial, Gonzalo Durán, para ver el tema de seguridad y que este año no se ha retomado. Hemos insistido en que el delegado nos reciba para ver estos temas y no lo ha hecho".
Carlos Concha, presidente Tuchs
Sobre La Piojera, comenta que en efecto hace tiempo vienen evaluando un traslado "por el tema de la seguridad", e incluso recuerda que en un momento "se dio la paradoja de que los multaron cuando sacaron las mesas afuera en algún momento de la pandemia, y hoy vemos esa zona colmada del comercio ambulante".
A ello, se suma que entidades como el Banco Santander, "que está construyendo su nueva oficina corporativa, se va a trasladar. O importantes oficinas de abogados también han buscado el sector oriente. Yo creo que los edificios públicos no se cambian porque son del sector público, o si no, lo harían".
Quien también está en alerta por este tema es Carlos Concha, presidente de la Asociación Gremial del Turismo y Comercio del Centro Histórico de Santiago (Tuchs), agrupación a la que también pertenece La Piojera.
Según cuenta, no sólo ese local ha sufrido los efectos de la inseguridad e incivilidades, sino que también se ha visto afectado el Mercado Central. Por eso, "como asociación estamos trabajando con la municipalidad para que esto vaya mejorando, y el año pasado activamos una mesa con el delegado presidencial, Gonzalo Durán, para ver el tema de seguridad y que este año no se ha retomado. Hemos insistido en que el delegado nos reciba para ver estos temas y no lo ha hecho".
Concha también administra la franquicia de café italiano Pascucci, que tiene una sucursal al interior del Portal Bulnes, cerca de Plaza de Armas. En 2019 se expandió a Paseo Ahumada, pero cuenta que "ese café tuve cerrarlo durante la gestión de Irací cuando ahumada estaba lleno de ambulantes; el de la Plaza lo mantengo y lo mantendré", enfatiza.
El punto de "inflexión" y posterior "descontrol" en la zona
El estallido social y la pandemia son interpretados por Picallo como un "punto de inflexión" en torno a la seguridad y al éxodo de tiendas, locales y oficinas desde el centro histórico de la capital. Pero de ahí en más, dice, "hubo un descontrol total" en la zona.
"Hasta hace poco teníamos carpas cerca de La Moneda, hubo gente que se tomó un acceso a una estación de Metro (Baquedano), hasta que lo demolieron. Ahora tenemos un fenómeno que ha traído delitos cada vez más complejos, con muchos grupos armados, sicariato y secuestros, sumado a los homicidios, que no eran habituales", dice el líder gremial.
A eso, se añade el factor de "descontrol del comercio ambulante, dentro de las estaciones de Metro, justamente en el sector de La Piojera y Vega Central, donde es prácticamente imposible transitar".
El diagnóstico es compartido por Pablo Müller, académico de la facultad de administración y negocios de la U. Autónoma, quien apunta a una mezcla de factores, incluyendo la gestión de Irací Hassler (PC): "la anterior alcaldesa avaló la protesta durante y posterior al 18-O, esto muchos lo vieron como una suerte de 'permiso'. Además, ella en su campaña mencionó que no eliminaría el comercio ambulante, si no que lo alentaría, entonces si bien no es una consecuencia directa si es un tema que fue estimulado por la autoridad anterior".
Proyecciones poco optimistas
Las proyecciones respecto a los éxodos, por ahora, no son optimistas. Para Picallo, las tiendas no pueden luchar contra la delincuencia y el comercio informal, y aunque comenta que el sector oriente siempre tendrá la opción de acoger nuevos restaurantes y comercio, "esa no es la solución", subraya. La responsabilidad, dice, está en manos del Estado, " y me refiero a los tres poderes".
Müller señala, por su parte, que "el casco histórico ha ido perdiendo atractivo con los años, desde la remodelación de la Plaza de Armas y el descuido por los sectores patrimoniales".
"Esto viene desde hace unos 30 años, sin embargo el principal problema se centra en el por qué del éxodo, lo cual está ligado a lo anterior (gestión de Hassler y efectos post estallido y pandemia) y a la delincuencia. Los comercios no se van por gusto, se van porque no llegan los clientes, en especial en la noche la delincuencia e inseguridad afectan enormemente la zona".
