La hasta entonces ministra del Interior, Carolina Tohá, comunicó ayer oficialmente que presentó su renuncia al Gobierno, para así iniciar su aventura presidencial. Esto, en medio de las presiones que existen en el oficialismo para definir una candidatura, que de paso, enfrenta el desafío de ser amplia, "de unidad", y que pueda competir en primarias.
La salida de Tohá, se da además en el arranque del último año del Gobierno del Presidente Gabriel Boric, que enfrenta sus propios desafíos, más allá de una búsqueda de continuidad: ese periodo que resta de Mandato suele adolecer del llamado "síndrome" o "mal" del "pato cojo".
Fue el propio Presidente quien la semana pasada, tras un consejo de Gabinete, aludió a esta idea que si bien tiene sus albores en el mundo económico, ya desde los años '60 está acuñado en la política, y que apunta a que un gobierno o autoridad, en su recta final, va perdiendo eficacia, respaldo legislativo, y se limita sólo al mantenimiento de las cosas.
"Este año es el último año, pero cuando se dice el último año, pareciera como que quedara poco. Es el 25% del gobierno. Es mucho. Por lo tanto, aquí todas esas frases típicas que empiezan a aparecer de pato cojo (...) no se tienen que escuchar", dijo el Mandatario. Esto, tras hacer énfasis en los principales objetivos de su Gobierno para este último año, como "consolidar la estabilidad económica y la seguridad pública".
Desde la oposición también utilizaron el término tras conocer la salida de Tohá del Gobierno. Algunos personeros afirman que la renuncia "acelera" este síndrome, puesto que Tohá era un pilar fuerte del Ejecutivo y que queda "descabezada" una cartera relevante, como es la de Interior, encargada, entre otras cosas, de la seguridad. "Tengo la mejor impresión de Carolina Tohá, claramente era el sostén de este Gobierno, acá es el inicio del 'pato cojo'", dijo ayer el senador Manuel José Ossandón (RN).
En conversación con Emol, expertos debaten cuánto "acelera" -o no- la salida de Tohá este "síndrome" del último año del Gobierno, y cuánto pesan otros elementos, como las primarias y, por cierto, la propia presidencial de noviembre.
¿Un síndrome genérico o "acelerado"?
Para Marcelo Mella, analista político de la Usach, "efectivamente, el gobierno del Presidente Boric está entrando en el ciclo del pato cojo, que no es un concepto referido a nuestra experiencia local, sino es un concepto que nace de la experiencia internacional. Está bastante demostrado que los gobiernos enfrentan en sus últimos años una situación de debilidad política y estratégica, que se expresa en lo principal por una pérdida de control de la agenda legislativa".
Por eso, a su parecer, lo que termina por predominar son "los intereses electorales pensando en la próxima elección y parlamentaria, por lo tanto, el Gobierno, en un régimen presidencial como es el nuestro, en los últimos años enfrenta esta restricción o menor ventana de oportunidad para gestionar reformas o proyectos de ley relevantes de cara al cumplimiento de cara al programa de gobierno".
"Es imposible pretender que la segunda persona con más poder en La Moneda sea candidata, y eso no genere un síndrome del pato cojo en Palacio".
Roberto Munita, académico U. Andes y UNAB
No obstante, para el experto, la salida de Tohá
"no acelera" el proceso del "pato cojo". "Eso no se dinamiza ni se acelera con la salida de la ex ministra, ahora candidata, Carolina Tohá. Es parte del ciclo político del último año, más aún en el caso de que el país cuenta con elecciones primarias, que efectivamente adelanta la discusión electoral y por lo tanto hace que el país gire en torno a los intereses electorales de cada sector".
Una opinión distinta tiene Roberto Munita, académico de la U. Andes y UNAB, quien sí cree que lo de la ex ministra catapulta el síndrome. A su juicio, "no hay dudas de que la salida de Tohá acelera las cosas. Se estaba produciendo una tensión muy grande para el oficialismo, ya que por un lado, demorar más las definiciones presidenciales de Tohá podía ser complicado para el Gobierno, pero por otro lado, su salida ya es signo de que La Moneda ya entró en lógica presidencial".
"Eso nos lleva inevitablemente a la era del pato cojo, querámoslo o no. Es imposible pretender que la segunda persona con más poder en La Moneda sea candidata, y eso no genere un síndrome del pato cojo en Palacio", subrayó.
Tomás Duval, académico de la U. Autónoma, plantea, por su parte, que era "insostenible", más allá de los deseos del Presidente Boric, permanecer lejos de la época del "pato cojo". "El escenario político en el cual los distintos partidos políticos del oficialismo se sitúan en la búsqueda de candidaturas para poder ser una opción de suceder al presidente Boric en el cargo, se acelera, pero también era insostenible permanecer sin la configuración de candidaturas", comentó.
"Con la renuncia de la ministra del interior Carolina Tohá y la necesidad de construir una primaria en abril y luego en junio, y más allá de los deseos del Presidente Boric se instala la denominación de la era del pato cojo. Más aún porque los partidos políticos además deben configurar y negociar las 'plantillas parlamentarias', las cuales competirán por la configuración de un nuevo Congreso. Al final la realidad es más que las palabras y deseos", cerró.
Una "profecía auto cumplida"
Consultados por si el propio Presidente, al llamar a evitar que se hable del "pato cojo" finalmente termina por instalar el término, los expertos afirman que aún cuando el foco del Presidente Boric sea ese, la realidad va más allá de las voluntades.
Para Munita, lo que ocurre "es un buen ejemplo de las 'profecías autocumplidas', cuando uno trata de que no se instale un frame determinado, al repetirlo y al pensarlo constantemente, a veces uno termina instalándolo. A partir de hoy muchos van a hablar del síndrome del pato cojo, a pesar de los intentos del Gobierno por demostrar que nada ha cambiado en la parrilla programática".
Para Mella, en tanto, lo que ha hecho el Gobierno al subrayar el enfoque en la agenda legislativa, el incluso el llamado que hizo ayer a sus ministros en el cambio de gabinete, "tiene que ver más con la voluntad del jefe de Gobierno, de avanzar lo más que se pueda durante el 2025, entendiendo la complejidad de este año electoral".
"Pero esto no es una cuestión de voluntad política, es un dato de la realidad que los presidentes enfrentan mayores restricciones para la gestión parlamentaria, para la gestión de los proyectos de ley en el Congreso en los años de elecciones presidenciales y parlamentarias", cerró.