La noche del 29 de junio, el comunismo se impuso en las urnas a la social democracia, tras el triunfo de Jeannette Jara (PC) en la primaria oficialista con un holgado y cómodo margen sobre su principal contendora y excompañera de comité político, Carolina Tohá (PPD).
, y a su vez, la candidata ha intentado encarnar un ánimo de unidad.
No es un misterio que Jara ha intentado distanciarse del PC en su carrera por La Moneda, con gestos como sacar al economista Fernando Carmona del diseño económico para esta nueva etapa de construir un programa en conjunto con el resto del oficialismo.
Pero también hay momentos en que Jara usa su militancia para instalar ciertas ideas que logren una identificación: como señalar que los comunistas "también tienen derecho a tener iPhone". Para algunos, un uso de "lugares comunes", signos de "
malabares poco claros"
—en palabras del sociólogo
Pablo Ortúzar— por parte de la abanderada oficialista.
Lo concreto es que el socialismo democrático empeñó su palabra de apoyar a quien ganara la primaria. Y esa fue Jara, enrolada en las filas del PC desde los 14 años, cuya militancia ya fue tema en la primaria. La propia excandidata Carolina Tohá (PPD), instaló —a propósito o no— el debate en torno al anticomunismo, y el timonel de esa tienda, Jaime Quintana, advirtió ad portas de la primaria que el triunfo de Jara significaba el triunfo de Kast.
Pero ahora el socialismo democrático avanza a construir un programa de gobierno en conjunto con el PC, y en ese nuevo encuadre, surge la duda sobre qué se entiende hoy por socialdemócrata, y cuánto de eso puede realmente encarnar Jeannette Jara.
Sin ir más lejos, el coordinador económico de Jara, Luis Escobar planteó que ella era "socialdemócrata", a lo que la candidata comunista tuvo que salir a matizar: "Nunca me ha gustado encasillarme".
El surgimiento de la socialdemocracia
La frase de Ortúzar es algo así como un micro resumen de lo que hoy se puede calificar como el socialismo democrático. Algunos sociólogos hablan de una "puesta en escena" en esta etapa, o de un "rótulo político", un concepto que, en algunos casos conserva principios clave —más fáciles de leer en contraposición a la derecha—, pero que a ratos, queda, incluso, "vacío de contenido".
Para llegar a eso, hay que hacer un breve recorrido histórico. Claudio Riveros, académico de la Escuela de Ciencias Políticas y Administración Pública de la U. de Talca, repasa que el concepto de "social democracia", surge a mitad del siglo XIX, "como una posición intermedia entre el socialismo que se iniciaba con fuerza, y por otro lado, el capitalismo y la industrialización. En ese socialismo democrático se van combinando elementos donde si bien no se va hacia un comunismo, sí hay ideas socialistas relacionadas con la protección de los trabajadores y otras ideas más abiertas, incluyendo políticas de bienestar".
Ya entrada en el Siglo XX, toman fuerza las políticas de bienestar
—post Primera Guerra Mundial
— con la consolidación de los estados socialdemócratas, y por otro lado, surge una respuesta frente a eso, "fundamentalmente con la escuela neoliberal y la escuela austríaca, que es el libertarismo", agrega Riveros.
Esas tendencias socialdemócratas que nacían en Europa tuvieron, por ese entonces, poca llegada en América Latina y en Chile. Alejandro San Francisco, historiador y académico de la U. de Tarapacá, subraya que una evidencia de ello, es "la presencia nacional en la Internacional Socialista, a la cual solo pertenecía el Partido Radical en el caso de Chile. Las dos grandes fuerzas de la izquierda chilena recelaban y combatían las tendencias socialdemócrata, como lo hizo Lenin en su momento, así como la Internacional Comunista, lo que se notó especialmente en el mundo de entreguerras".
El Partido Comunista de Chile, desde un comienzo, adhirió a la Internacional Comunista, y rechazó posiciones ultraizquierdista (por la izquierda) y socialdemócrata (por el centro). Y en el caso del Partido Socialista la definición fue por un latinoamericanismo, que contrastaba con su rechazo al socialismo reformista de la II Internacional y al comunismo soviético de la III Internacional. "En el caso del ex Presidente Allende, expresamente se manifestó contra la socialdemocracia, en su calidad de marxista y revolucionario", subraya San Francisco.
Pero con las renovaciones socialistas fortalecieron la posición socialdemócrata del PS, mientras que la fundación del PPD también fortaleció la idea de una democracia en la izquierda, "sin apellidos y no burguesa como se criticaba antes", agrega el historiador. Y allí surge el rol clave de la llamada "tercera vía", una renovación de la social democracia, y que fue abrazada por Tony Blair, en Reino Unido, y por Ricardo Lagos, en Chile.
Gonzalo Delamaza, sociólogo y profesor titular de la U. de Los Lagos, lo resume así: "la socialdemocracia pasó de ser demonizada por la izquierda revolucionaria y reivindicada por la reformista, a ser el enemigo de las corrientes neoliberales, que querían -y quieren- desmantelar el Estado social y dejar sólo su componente represivo. Como esas corrientes alcanzaron también las orillas de la política 'socialdemócrata', en tiempos de la 'tercera vía' de Blair, Lagos y tantos otros, el asunto se puso más complicado, pues sin renunciar al término, lo vaciaron de contenido".
Un "par de certezas"
Hoy en día, la socialdemocracia, dicen los expertos, es un concepto "complejo de precisar", "confuso", a ratos instrumental -especialmente en esto tiempos-, pero que conserva algunos elementos clave.
Riveros lo plantea de esta forma: "la noción de socialdemocracia se ha ido acomodando con el tiempo, y se está utilizando por todos, más bien como una estrategia política, incluso lo podrían llegar a ocupar figuras más cercanas a la centro derecha, cosa que no harían figuras como Johannes Kaiser o José Antonio Kast, aunque algunos no descartan proteger algunas 'conquistas' de la socialdemocracia". De hecho, para algunos, Chile nunca tuvo "todos los elementos de una socialdemocracia, sino que sería un neoliberalismo más blando".
Delazama añade que "actualmente definirse como 'socialdemócrata' ha recobrado ciertas connotaciones izquierdistas en un doble sentido: la defensa del rol regulador e interventor del Estado en materia social y económica, cuyo alcance varía mucho según el enunciante. Y por otra parte, la defensa y profundización de la democracia como valor intrínseco y finalidad de la política".
"Frente al populismo autoritario que crece por la derecha -Trump, Milei, Netanyahu, Orban- y sobrevive por la izquierda, con Maduro y otros personajes, la socialdemocracia resulta un refugio conocido para la izquierda postrevolucionaria, tipo Boric o Jara", acota.
A su juicio, aunque el socialismo democrático no ofrezca más que un par de certezas, "son certezas relevantes en el debate actual, pues habilitan un espacio para la política de defensa democrática y de promoción de mayores niveles de equidad. Todo lo demás no está muy definido".
"La socialdemocracia hoy no significa un programa específico, ni un conjunto de partidos claramente identificables, sino un espacio político con algunos límites que no deben traspasarse", agrega.
San Francisco, lo resume en una línea: "en cualquier caso, es una aceptación decidida de la democracia para el país, con un Estado más fuerte, no 'neoliberal' ni 'subsidiario')".
¿Puede Jara encarnar la "socialdemocracia"?
Así, ante el consenso de que definir hoy la socialdemocracia es "confuso", también resulta complejo para los expertos ponderar si Jeannette Jara puede, en efecto, "encarnar" el Socialismo Democrático.
Para San Francisco, lo más claro es que "hoy el Socialismo Democrático está subordinado a una candidatura de una candidata presidencial del Partido Comunista, que a sus vez se ha calificado de socialdemócrata, sin definir el concepto con claridad y adoptando una idea muy lejana al PC histórico".
Por su parte, Riveros plantea que, a su juicio, lo que ocurre con Jara es "una situación netamente electoral". Si el análisis está en como se entiende la socialdemocracia en Chile, "Jara no cuadra", pero si se mira desde un prisma, un tanto más riguroso o tradicional, con un fuerte Estado de bienestar, "sí podría cuadrar", considerando que ella, eventualmente, "va a ceder mucho más de lo que estaría dispuesta a ceder".
"Cuando te tienes que acercar a partidos de la ex Concertación, te estás acercando a partidos que son muy cercanos al neoliberalismo. Es cosa de ver a Amarillos, con personeros que participaron del a ex Concertación en cargos importantes, que dicen ser de centroizquierda, pero objetivamente son de derecha en sus planteamientos", agrega.