SANTIAGO.- Fue un 12 de abril de 1961 cuando Rusia dio el primer golpe: Yuri Gagarin lograba orbitar la Tierra a bordo de un cohete Vostok, la primera nave en salir al espacio y demostrar que los viajes fuera de nuestro planeta eran posibles. Ocho años después, Neil Armstrong y Buzz Aldrin posaban sus pies en la superficie de la Luna. Debería pasar medio siglo para que este satélite natural volviera a estar en las noticias, esta vez de la mano de un nuevo jugador: China.
Durante la madrugada de este jueves la Administración Espacial Nacional de China (CNSA) confirmaba la llegada de su robot Chang'e 4 a la cara oculta de la Luna, aquella a la que la luz del Sol no le llega para ser reflejada cada noche a la Tierra, el primero en lograr esta hazaña. Este hito abrió una suerte de carrera espacial 2.0 en el desarrollo tecnológico.
La primera, enmarcada en un contexto de guerra fría mantuvo desde la década de 1950 a Estados Unidos, con la NASA; y Rusia, con Roscosmos, en una lucha de quién pisaría primero la superficie lunar. Esta batalla científica entregó a la humanidad importantes cambios tecnológicos que disfrutamos -posiblemente sin saber- en la actualidad, desde el velcro hasta los computadores.
Discursos como el recitado por el entonces Presidente John F. Kennedy en Houston cuando dice: "Hemos decidido ir a la Luna no porque sea fácil, sino porque es difícil"; o el rostro de Gagarin al retornar a la Tierra, la bandera de Estados Unidos extendida sobre la Luna. Las postales son reconocidas.
Si bien Estados Unidos se consagró ganador de esta batalla y así lo demostró durante los siguientes años, en los que logró llevar hasta 12 astronautas a pisar la Luna, luego las decisiones presupuestales, el término de la guerra fría y la priorización de otros temas por parte de ambas naciones dejó a la ciencia a un costado, con un presupuesto que alcanzaba la cuarta parte del que gozó en sus mejores momentos.
La llegada de la Estación Espacial
Años después, en 1998, nació un proyecto conjunto, una nueva forma de enfrentar la exploración del universo, esta vez como humanidad. Así, la NASA, Roscosmos, la Agencia de Exploración Aeroespacial de Japón (JAXA), la Agencia Espacial de Europa (ESA) y la Agencia Espacial de Canadá (CSA) decidieron comenzar la construcción de la Estación Espacial Internacional (EEI) y en el año 2000 llegó la Expedición I a realizar los primeros trabajos a bordo.
227personas han estado a bordo de la EEI
Los dos cosmonautas Sergei K. Krikalev y Yuri Pavlovich Gidzenko, junto al astronauta William M. Shepherd, estuvieron durante 136 días abordo de la EEI desde el 2 de noviembre, regresando a la Tierra en marzo de 2001, luego de vivir la primera Navidad y Año Nuevo a bordo de la base.
Desde entonces, 227 personas de 18 países -siendo Brasil el único de Latinoamérica- han visitado la base científica. Actualmente las naves que trasladan las expediciones (compuestas por tres tripulantes) son enviadas desde Rusia, algo que podría cambiar en el futuro ya que el contrato -al menos con Estados Unidos- para el uso de los cohetes Soyuz termina en noviembre de este año.
Durante estos 19 años de investigación en el espacio, diversos experimentos han logrado que la ciencia dé algunos pasos en la búsqueda de respuestas para la próxima frontera que busca romper la humanidad: La expansión interplanetaria con la llegada de una misión tripulada a Marte.
El desafío de del planeta rojo
Bien lo escribía el astrónomo nacional José Maza en su último libro, Marte es precisamente la próxima frontera de la raza humana, el planeta se muestra como la superficie a llegar con misiones tripuladas. Durante años, las agencias espaciales han logrado estudiar los otros integrantes del Sistema Solar a través de sondas robóticas, siendo en 2015 New Horizons la última en lograr una fotografía del planeta enano Plutón.
En cambio, Marte es el mundo del vecindario que más se ha estudiado por la humanidad, con tecnología en terreno. Durante estos años, 17 sondas (entre landers, rovers y satélites) han buscado muestras, pruebas o evidencias de que alguna vez pudo existir vida en su superficie o su interior. Investigando también las condiciones con que se encontrarían las primeras personas que lleguen en misiones tripuladas.
InSight es la última sonda que ha llegado a este planeta que durante años fue el objetivo de la NASA. Con un plan fechado a la década de 2030 para el primer viaje tripulado, planes que se vieron modificados con la nueva orden del Presidente de Estados Unidos, Donald Trump, que volvió a posar su mirada en la Luna.
De todas formas, cientos de científicos continúan trabajando en encontrar la forma de llevar humanos a Marte y que puedan sobrevivir en colonias autosustentables, utilizar los recursos que se encuentran en su planeta y evitar enfermedades a causa de su delgada atmósfera que expone a altas cantidades de radiación o sus condiciones hostiles como el alto nivel de dióxido de carbono en su aire.
Los nuevos jugadores
Si bien Estados Unidos pudo dejar de lado -al menos por algunos años- la intención de llegar rápido a Marte, el resto de las agencias del mundo no han detenido su intención de mostrar superioridad y ser quienes posan a sus viajeros espaciales en diversas superficies para continuar con el avance de la ciencia.
Así, durante los últimos años el antiguo escenario de la guerra fría, con Roscosmos por un lado y la NASA por el otro, ha quedado obsoleto con la entrada no sólo de las agencias que integraron el compromiso en la construcción de la Estación Espacial, sino que también se han sumado instituciones como la Organización de Investigación Espacial de India (ISRO) y la propia CNSA de China que han tomado un rol importante en este desarrollo.
Tanto así que la primera sonda en llegar a la zona oscura de la Luna fue de origen chino y se espera que durante los próximos meses entregue importantes datos sobre esta zona desconocida del satélite natural de la Tierra.
En esta batalla que se disputa en el siglo XXI también comenzaron a operar intereses privados, no sólo por su cuenta, sino también asociados a organizaciones gubernamentales. Así quedó claro cuando el año pasado la NASA anunció oficialmente el inicio del acuerdo con SpaceX y Boeing para utilizar sus cohetes en el envío de astronautas a la EEI desde territorio norteamericano, algo que no ocurre desde que se cerró el programa del Challenger en 2011.
Sin embargo, estas no son las únicas intenciones que existen al respecto, al menos Elon Musk, fundador de SpaceX, ha dejado claro que su intención es llegar a mediados de la próxima década con la primera tripulación de personas a Marte, a bordo de sus grandes cohetes que continúan en etapas de prueba.
Y Musk no está solo. Con la misma idea trabaja Jeff Bezos, fundador de Amazon y Blue Origin, compañía con la que pretende hacer viajes interplanetarios hasta la superficie roja del vecino en el Sistema Solar. En tanto, firmas como Virgin Galactic, de Richard Branson, quiere comenzar con viajes turísticos fuera del planeta, entre otras.
Así, la carrera espacial de la guerra fría dio paso a un nuevo escenario que tiene el Universo como el nuevo paradero para la humanidad.
El regreso a la Luna
Para lograr esto, muchas autoridades han optado por un objetivo más cercano que permita ser utilizado como parada previa a la llegada a Marte, siendo la Luna el terreno ideal para esto. No sólo la directiva de Trump se ha enfocado en esto, sino que las otras agencias también ven un buen futuro ahí.
La superficie que 12 astronautas estadounidenses lograron pisar entre 1969 y 1972 actualmente sólo tiene basura espacial compuesta por restos de cohetes, aterrizadores y robots que han estudiado el satélite, acumulando más de 184 mil kilos de metal de desperdicios que no regresaron a la Tierra.
De esta forma, el robot chino Chang'e 4 se aventuró a una zona que jamás ha sido explorada por la humanidad. Un proyecto que no es único, ya que Roscosmos ya ha aventurado la intención de construir un laboratorio en la superficie de la Luna para el año 2040. Israel, a través de la organización SpaceIL, también pretende enviar este año una sonda lunar.
Todo esto sumado a los viajes tripulados que quieren repetir los estadounidenses como nuevo objetivo de la NASA y un viaje tripulado por un turista que está ofreciendo SpaceX como prueba de uno de sus cohetes.
La complicación que significa China para la NASA
La llegada del Chang'e 4 a la parte oscura de la Luna no sólo marca un importante avance en la tecnología y la ciencia del mundo, sino que marca un momento de la nueva carrera espacial en que agentes que hasta ahora se mantenían al margen de los alcances de las antiguas potencias, comienzan a dar importantes pasos.
Especial es la complicación para la NASA que recibe esta llegada en medio de un escenario complicado de paralización del gobierno de Estados Unidos que tiene al país sin la posibilidad de operar con normalidad, al menos para las entidades federales como lo es la agencia espacial.
Esto sumado a la renovada intención del gobierno por regresar a la Luna, muestra un revés dentro de un organismo que tiene un único proyecto en desarrollo para llegar a la Luna y consiste en el despliegue de una serie de satélites miniatura hacia uno de los polos del cuerpo celeste en un programa de investigación.
Dentro de la directiva emitida en mayo del año pasado, la NASA aventura que durante 2019 pretende cerrar algunos de los contratos que le permitan desarrollar programas enfocados en la Luna, misiones que deberían comenzar "no después del 31 de diciembre de 2021".
En aquella oportunidad, el administrador de la NASA destacó que "es crítico que Estados Unidos lidere la presencia sostenida con acuerdos comerciales e internacionales tanto en la Luna como en torno a ella. Esto es un esfuerzo integrado que permitirá apoyar el regreso de los astronautas a la Luna", de la manera en que lo indica la directiva emitida por Trump.
De la misma forma en que la agencia espacial estadounidense continúa sus esfuerzos por no quedarse atrás en la exploración lunar frente a sus pares de China, el resto de las agencias también han volcado su mirada al satélite natural para demostrar su capacidad de exploración fuera del planeta.