En las próximas misiones no tripuladas que tiene la NASA programadas para los próximos años una destaca por dos importantes motivos, Dragonfly no sólo será el primer instrumento enviado directamente a estudiar Titán, la luna más grande conocida de Saturno, sino que es el segundo dron que enviará la agencia espacial luego del helicóptero de Mars 2020.
El anuncio de esta misión tiene interesadas a muchas comunidades científicas ya que durante las órbitas de Cassini hace unos años se descubrió que Titán no sólo cuenta con una atmósfera importante, sino también porque sus condiciones podrían ayudar a entender el origen de la vida en la Tierra hace millones de años.
Hasta entonces, la Universidad John Hopkins, en Maryland, Estados Unidos, está a cargo de fabricar el dron que recorrerá este satélite natural del planeta con anillos. Para eso, contará con el apoyo de diversos laboratorios de la Universidad Estatal de Pensilvania, casa de estudios donde un ingeniero chileno es actualmente candidato a doctor.
Se trata de Tomás Opazo, ingeniero eléctrico de la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas (FCFM) de la Universidad de Chile, y que está en la casa de estudios norteamericana trabajando directamente en este proyecto de la NASA, específicamente en el análisis de las trayectorias del dron y en el control óptimo para que su descenso hacia Titán sea seguro y controlado.
"Dragonfly va a venir en un paracaídas y en algún momento se va a liberar de éste, mi trabajo es asegurar que la transición entre el paracaídas y el vuelo normal sea segura", comenta el ingeniero nacional.
"Titán es un lugar muy interesante, porque tiene una atmósfera muy densa, tiene una gravedad seis veces menor a la Tierra, una densidad cuatro veces mayor y el aire tiene una viscosidad que es de un orden de magnitud menor que en nuestro planeta. Es un lugar muy favorable desde el punto de vista energético para el vuelo de vehículos", explica.
Entre los desafíos que deberá enfrentar Dragonfly -de los pocos datos que se conocen de la luna- está su temperatura que tiene un promedio de -179 grados Celsius. Para ello Opazo y su grupo de trabajo deben "diseñar equipos que puedan soportar esas temperaturas, y después todo lo que tenga que ver con la aerodinámica en general".
El ingeniero también fue parte del equipo que ideó y comenzó el desarrollo de SUCHAI 1, el primer microsatélite nacional que lanzó la FCFM de la Universidad de Chile hace dos años y que ahora están pensando en tres nuevos equipos: SUCHAI 2 y 3, además del PlantSat.