La empresa aeroespacial Boeing fracasó este viernes en el intento de enviar su cápsula Starliner hasta la Estación Espacial Internacional (EEI) sin astronauta a bordo. La misión se consideraba como una prueba crucial antes de enviar tripulaciones de la Nasa a partir de 2020.
El despegue transcurrió con normalidad y, un cuarto de hora después del lanzamiento, la cápsula se separó sin problemas del cohete Atlas V en el que iba subida. Pero los motores de la cápsula no se encendieron según lo previsto y ésta no pudo situarse en la buena trayectoria para dirigirse hacia la EEI, que vuela en órbita terrestre a unos 400 km de altitud.
En detalle: el fracaso llegó por una anomalía en el contador de "tiempo transcurrido" de la misión. Al tener una hora errónea, la cápsula no se impulsó con sus motores en el momento en que debía hacerlo, poco después de separarse del cohete. Cuando las salas de control de Boeing y de la Nasa intentaron corregir ese problema manualmente, Starliner no podía recibir la señal porque se encontraba entre dos satélites de comunicación. Y tras retomar el control de la nave, los equipos de la compañía y de la agencia espacial estadounidense consideraron que no quedaba bastante combustible para seguir adelante e intentar acoplar la cápsula a la EEI.
Nicole Mann, una de las tres personas que deben participar en la primera misión tripulada de la Nasa, dio a entender que la misión se habría llevado a cabo si hubiera tenido astronautas a bordo. "
Habríamos podido provocar ese empuje manualmente", dijo.
La NASA decidió por tanto traer de vuelta la nave a la Tierra. Starliner aterrizará en Nuevo México, en el oeste de Estados Unidos, en las próximas 48 horas, indicó un dirigente de Boeing durante una rueda de prensa en el centro espacial Kennedy.
Esta prueba del CST-100 Starliner, nombre oficial de la nave construida por Boeing, era determinante para la mancillada reputación delFalla la primera misión estadounidense de mandar una cápsula para tripulaciones a la Estación Espacial empañada por los problemas de su avión 737 MAX, pero también para el orgullo nacional estadounidense.
Desde que retiró el Space Shuttle, tras 30 años de servicio, el transporte de astronautas de Estados Unidos a la EEI lo realizan los cohetes rusos Soyuz, una dependencia de la que Washington quiere librarse, aunque la cooperación espacial entre los dos países se ha mantenido en excelentes términos a lo largo de los años.
El jefe de la NASA, Jim Bridenstine, trató de quitarle hierro a lo ocurrido, destacando que, a pesar de "los desafíos evidentes", todo había sido "muy positivo en general". El aparato está en buen estado y bajo control, la experiencia ha sido útil y ningún astronauta habría estado en peligro, añadió. De hecho, Bridenstine ni siquiera descartó que la primera misión tripulada de Starliner, prevista para inicios de 2020, pudiera tener lugar.