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Una hija de 11 años que ya es su maestra

12 de Octubre de 2005 | 09:38 |
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La página web de Chantal Bernsau(40 años) la refleja tal cual es. Llena de manos y flores, en el catálogo de joyas, cada piedra preciosa es relacionada con un chakra y su significado en la vida. Es que esta diseñadora vive en ese mundo.

Desde hace ya muchos años el reiki, la yoga, la terapia floral, la gemoterapia la alimentan día a día y los descubrimientos que ha hecho en lo esotérico la tienen hoy estudiando psicología transpersonal.

Pero repasando su historia, esto puede resultar contradictorio con el hecho de que a los 19 años participó en el concurso Miss Chile -alcanzó el tercer lugar- y que de ahí haya saltado al modelaje, aunque su carrera en las pasarelas resultase muy corta porque nunca se sintió cómoda sobre altos tacones.

Su voz interior se levantó: qué estoy haciendo aquí se dijo y retomó su esencia, aunque se mantuvo igual ligada a la moda vía la producción.

Hija única de padre argentino (de origen suizo-alemán, pero que se crió en Francia) y madre chilena, vivió hasta los 12 años entre París y la campiña gala; de hecho, el francés es su lengua materna y mucho de su estilo, como las boinas, son su herencia europea.

-¿Vivir allá determinó tu forma de ver la vida, de proyectarla?
“Creo que tiene que ver con una osadía, con ser uno mismo. De alguna manera, te abre el campo de visión; si estás toda tu vida en Chile, obviamente, no tienes una amplitud de criterio como para poder aceptar más diversidad, más alternativas”.

En permanente cambio de residencia, con idas y venidas a la playa, Chantal cree que su espíritu nómade se explica en que es “una reencarnación de una gitana”. “Soy así porque necesito el cambio, soy una persona mutante que siente que el cambio es la vida”, explica.

“No puedo pensar en que me voy a vivir y morir en un lugar. Tiene que haber movimiento en mi vida y eso me alimenta”.

Por eso, hace unos doce años, un poco aburrida del entorno, empezó a buscar más allá de lo conocido y se imbuyó en lo esotérico.

-¿Qué elementos necesitas para el diario vivir?
“Me encanta el mar, me cuesta mucho estar en Santiago y mi sueño es vivir frente a él. Lo he hecho, como cuando nació mi hija Isabella, pero lamentablemente está todo tan centralizado en Santiago que no lo puedo hacer”.

-¿Cómo combates el mundo urbano?
“Yendo bastante seguido a la playa y conectándome con la naturaleza usando la gemoterapia, la terapia floral de manera de traerla hacia mí. Tomo esencias todos los días, uso piedras, miro el cielo, porque es la posibilidad que tengo de vincularme con la naturaleza”.

-¿Tienes un alma hippie? ¿Te habría gustado vivir esa época?
“O sea, en Woodstock habría estado en primera fila. Me habría encantado vivir esa etapa, en cambio viví la dictadura, o sea, soy parte de la generación totalmente pérdida. Añoro haber podido vivir en una generación de expresión, de creatividad, amor y paz, de mayor libertad. Siento, de alguna manera, que he sido castratada y reprimida”.

-¿Qué guardas y qué desechaste de tu paso por el modelaje y el concurso?
“Saqué puras cosas buenas, nada malo. Tengo amigas hasta el día de hoy de esa etapa, me sirvió para conocer a las personas”.

-¿Y conocerte a ti, porque pareciera contradictorio eso con lo que eres hoy?
“Sí, pero es que hay que verlo como un juego. En el fondo, no hay que tomarlo tan en serio, es como busquemos todas nuestras facetas, reencontremos nuestra “femme fatale” o la romántica.
“Pero, igual, la moda tampoco es tan superficial como la gente cree, de todas maneras, muestra ciertos procesos de la sociedad”.

-¿Tu principal motor hoy es la Isabella?
“Sí…, además que ella es mi maestra. Ella me dice mamá, que lo pasas bien trabajando, yo quiero hacer lo mismo que tú. La Isabella ya diseña, de hecho he vendido diseños de ella; te juro.
“No la voy a obligar y si quiere seguirlo, que lo haga, pero siento que a ella le gustaría incursionar en esto. Es súper creativa, su padre es pintor, por lo que el arte la acompaña desde chiquitita; el taller siempre ha estado en la casa y todo le sale innato”.

-¿Qué proyecto futuro tienes pendiente?
“Tener una casita frente al mar en algún lugar un poquitito más cálido que Chile, como por Brasil, en un lugar que me encanta. De verdad, es muy simple, no tengo grandes ambiciones”.

-¿Y vivir en París?
“No, es muy duro vivir en una ciudad como ésa, en un departamento enano, todo carísimo. No me llaman las urbes, necesito lugares con otro ritmo. No quiero acelerarme, al contrario, quiero cada vez más, estar más pacífica, con tiempo para contemplar”.
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