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Patricio Achurra: Un romántico con el paso de los años

El clásico actor de teleseries, hoy parte del elenco de “Esperanza” de TVN, mantiene después de 25 años esos pequeños detalles con su pareja, para hacerla feliz. Asegura que tras tanto tiempo de relación, es posible mantener la chispa y hasta reconquistar ese viejo amor.

07 de Septiembre de 2011 | 08:38 | Por Ángela Tapia F., Emol
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Sergio López, El Mercurio.
Un hombre mayor de 50 años que, tras 30 de matrimonio se da cuenta que su mejor amigo es el amante de su esposa. Su nombre es Genaro, y es el personaje con que Patricio Achurra regresa con bombos y platillos a las teleseries.

Si bien, durante los últimos años tuvo algunas participaciones en producciones televisivas, la mente del actor de clásicos como “La madrastra” y “Fácil de amar”, se mantuvo concentrada por 8 años en la política, primero como concejal y luego como alcalde de Paine.

Allá es donde se mandó hacer su casa hace más de 20 años, donde tiene sus huertas, y donde su pareja lo espera todos los días con una que otra sorpresa. En Paine también es donde más de un vecino le dice que vuelva a su cargo, así que aún no se cierra a la posibilidad de postular de nuevo como alcalde o, quizás, como concejal.

Está contento con esta nueva apuesta: la teleserie “Esperanza”, que vino a romper el imperio de las novelas de la hora del almuerzo, que por muchos años ha sido gobernado por las producciones mexicanas, brasileras, colombianas y venezolanas. Y tan bien le ha ido, que compite solo con “Caso cerrado”, de Mega, para liderar el rating.

La historia, tal como lo comenta Achurra, es un fiel melodrama. Muestra la historia de Esperanza, una joven peruana que entra a trabajar en una casa como empleada, y de esta forma se reencuentra con un amor de juventud, que es su patrón.

“Esta teleserie tiene un factor que ninguna telenovela extranjera puede tener, que es la identificación con el lenguaje, con las caras, con las historias, con la realidad que aparece. Y además, pone un espejo con el tema de la xenofobia”, cuenta el actor.

-Otro tema que refleja es el problema de Genaro, que es un temor de muchos: Llevar 30 años de matrimonio y darse cuenta a los 50 o más, que el matrimonio fracasó y que hay que comenzar de cero.
“Claro. A Genaro le pasa eso, un hecho salvaje en su vida. A eso se le suma que su mejor amigo de toda su vida -con el que ha tenido la confianza más absoluta- es el amante de su esposa.
”Quiero rebatir a Larry Moe, que el otro día puso que le parecía (arruga la nariz) algo así, este triangulo amoroso de personas mayores, adultos viejones. Creo que sentir que pierde validez un triangulo amoroso, porque los personajes que están en juego son mayores, lo encuentro de verdad estúpido”.

-Es un problema que deben enfrentar varias personas, llevar un largo matrimonio frío, que parece estar muerto. ¿Es posible a esas alturas reconquistar a la pareja?
“Es posible rehacer una relación que se ha ido desmoronando. Es más, yo conozco casos de personas que han tenido ese proceso, personas que sintieron que en un momento, su matrimonio ya se había exterminado y que por alguna circunstancia nueva empezaron a rearmarse a redescubrir otros aspectos. Esa idea de que todo está agotado, que ya se sabe todo del otro, que no hay misterio, que ya la rutina es una cuestión que domina, no es tan cierto”.

-En su caso, ¿usted pone de su parte en el día a día con su pareja?
“Sí, claro”.

-¿Qué detalles tiene?
“Creo que lo peor que se puede hacer en una relación de pareja es sentir que las cosas pasan sin que uno las controle, sin que uno sea el protagonista. Y si tú sientes que eres el autor del libreto de cada día de tu vida, tienes la posibilidad de introducir  cuestiones entretenidas, de hacer cambios; de proponer una comida rica, una salida. De crear aventuras, aunque sean pequeñas y cotidianas. Pero que se comparten”.

-¿Es de llevar flores?
“No todos los días. Pero, como no llevo todos los días, cuando llevo, se nota.
“Yo viajo todos los días a Paine. Y a veces compro ostritas en el camino. Llego con una sorpresa. Y cuando ya estoy a 15 minutos, la llamo y le digo: ‘Mi amor, por favor, tueste unos pancitos porque llevo una cosita rica”.

-¿Y con qué lo sorprenden a usted? ¿Con qué cosas lo mantienen feliz en el tiempo?
“Con mi pareja estoy desde hace más de 25 años, y ¿con qué me sorprende? Con cosas íntimas (sonríe)”.

-Con razón se va todos los días a Paine.
“(Ríe) Claro. Y eso es estimulante, es un juego que hay que mantener en la relación. Si uno declara que la rutina tiene que imponerse y que las cosas tienen que ser fomes, se está perdido, le va a pasar eso. Cuando algo se anuncia y se sabe que tiene que llegar, claro que llega”.

-¿Qué consejo le daría a  jóvenes para que la relación no muera?
“Que hay que ser sincero. Si en una relación no hay sinceridad, si no está establecida la confianza como uno de los pilares, creo que se va por mal camino. Cuando alguien entra en un estado de duda e incomodidad, si lo plantea, se transforma en un tema de la pareja y no de uno solo. Hay que decir las cosas. Porque si no, le pasa lo que le pasó a Genaro. Él, salvo algunos rechazos de su mujer en el último tiempo, suponía que tenía una relación de pareja bastante buena y normal y resulta que su mujer sabía que no, desde hace mucho tiempo. Tal vez se podrían haber separado de común acuerdo hace 15 años atrás y no seguir este camino tortuoso que se produce. Eso es lo más importante”.

-¿Cuál es su vicio privado?
“Es un vicio ya lo mencioné, cuando dije que yo llegaba muchas veces con alguna sorpresita. Nos encantan los mariscos, lo que viene del mar. Así que yo, cada cierto tiempo, llego con sorpresas, con unas lenguas de erizo o ceviche peruano u ostras. Ahora, lo otro que me fascina es que si no hubiera sido actor, me habría encantado ser arquitecto. Yo diseñé y me construí mi propia casa en Paine. Y ahora estoy haciendo una ampliación. Me estoy terminando de hacer dos walking closet, uno para cada uno,  y un baño con jacuzzi (ríe), y me siento muy orgulloso de ser yo mi propio arquitecto”.
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