Gentileza de TVN.
No es algo nuevo para él. Desde que Álvaro García llegó por primera vez al “Buenos Días a Todos”, en 2001, lo hizo en reemplazo de Pato Frez, la eterna voz del matinal de Chile, que decidió cambiar su rol televisivo por su vocación como pastor evangélico. Por eso no es que ande vuelto loco entre las perillas, las menciones e intervenciones que debe hacer, desde que asumió el cargo este mes.
Lo suyo lo tiene en la sangre. Con su familia antofagastina, dueña de radios, y un pasado en Los 40 Principales, Álvaro está más que entusiasmado tomando clases de voz. Y aunque no le guste la miel, se la traga a la fuerza y trata de no fumar de noche, para llegar a la mañana siguiente con su voz despejada.
Poco queda de ese niño de padres chilenos que, si bien nació en España, llegó a los nueve años desde Puerto Rico. Y aunque hoy dice mantener su energía caribeña y el gusto por el baile (cumbia y reggaeton), su voz dejó atrás el acento con la ‘veldá’, -“estilo Calle 13”, explica- para hoy enfrentar lo que considera una excelente opción de carrera.
“Ya tengo 39 años y no sé si a los 42 esté con las ganas de saltar en el Estadio Nacional, con una niñita de 11 años que grita por Hannah Montana. Esta pega de voz en off sí me proyecta. El Pato se fue a los 55 años y perfectamente yo podría seguir en esto, así que me viene bien”, cuenta.
-¿Uno de los pro de este trabajo es que ya no te tienes que preocupar de tu apariencia?
“Claro, es un poco lo que les pasa a los locutores de radio, que de repente van en buzo. Pero como siempre existe la posibilidad de aparecer en pantalla, por cualquier cosa, siempre hay que ir con la cara lavadita”.
-Con veinte años de Frez en el programa, ¿sientes presión por la comparación?
“Sin lugar a dudas va a existir esa comparación. Son 20 años del Pato, no es fácil reemplazarlo. Pero la idea nuestra -porque lo conversamos también con Mauricio y con el ‘Tata’ (Díaz)-, es crear un estilo propio”.
-¿Tienes alguna noción de lo que será?
“No sé cuál ahora, se va a ir dando con el tiempo, día a día. Son cuatro horas diarias, y la idea es irme de forma tranquila. Descubriendo un nuevo estilo que se vaya complementando con Julián (Elfenbein), que también es nuevo”.
-Con un nuevo conductor y nueva voz en off, parece un programa nuevo.
“Parece, pero la esencia es la misma. Nuestro propósito no ha cambiado, que es entretener, compartir, acompañar a la gente. Lo demostramos el lunes siguiente del accidente. Estábamos al aire, todos trabajando, porque es un grupo tremendamente unido, que ya lleva junto veinte años al aire”.
-Ha pasado más de un mes desde el accidente. ¿Cómo sigue el ambiente?
“Hay pena todavía. Algunos han querido tratar de superarla de alguna manera, como evitar ir hasta a las ceremonias conmemorativas. No hablo por mí, hablo por algunos compañeros que creen que ya necesitan superar esto y dar vuelta la página”.
-No debe ser fácil.
“Es que no es fácil. Son cinco compañeros, y más que eso, son cinco amigos. Algunos dirán que hasta eran familiares, si son nueve horas trabajando juntos al día. Ha sido doloroso, y no va a ser fácil. Pero el ánimo es de seguir haciendo un buen programa, como lo era antes y como lo sigue siendo”.
-Si llegaste el 2001, ¿por qué hay recuerdos tuyos en otro canal de televisión?
“Porque estuve en La Red entre medio. Ahí hice ‘Gran hermano del Pacífico’, que no lo vio nadie acá. Ni mi mamá lo veía”.
-Bueno, fue una apuesta.
“Fue una apuesta y se veía mucho en Ecuador y Perú, porque había chicos de allá también. En Ecuador era un golazo el programa. Si me llamaron mucho para que fuera, pero yo no estaba ni ahí. Estaba súper deprimido porque aquí le iba como las pelotas”.
-Pero volviste al “Buenos Días...”. ¿Sigue siendo un sacrificio levantarse tan temprano?
“Para nada. Y si no me levantaba temprano por pega, me levantaba temprano por mis hijos (Sebastián, 6, Vicente, 4) para llevarlos al colegio. Ahora ya no puedo y tiene que ir mi señora”.
-¿Cuál es tu vicio privado?
“Fumo, pero hago mucho deporte. Es rara la mezcla, pero me da el cuero. Además, soy maniático del orden y colecciono máscaras. Cada vez que viajo, traigo una y la pongo en la terraza de mi departamento. Debo tener unas trece máscaras de Costa Rica, Guatemala, Indonesia, Tailandia...”.