El Mercurio
Se va de vacaciones mañana temprano, tratando de dejar atrás estos convulsionados días y tener tiempo para meditar sobre su futuro.
Pero parte de ese futuro más próximo, además de algunos días de placer, incluyen dos semanas de trabajo como voluntaria en Haití, lugar al que llegará en febrero a cumplir un sueño pendiente.
La diputada RN Marcela Sabat siempre había querido realizar una labor así desde que estudiaba en la universidad y ahora, tras contactarse con el embajador chileno en la isla, lo podrá concretar.
“Este año ha sido complejo, de gran cansancio emocional, y creo que irme de voluntaria más que una retribución mía a otros, es a la inversa, porque siempre los más vulnerables te entregan más de lo que uno da”, dice tranquila.
Marcela sabe que está en la mira de muchos y se declara complicada. Debido a la crisis interna que enfrenta RN, todos quieren saber si va a renunciar y sumarse al grupo de diputados y senadores que ya partieron. Ella insiste que no tiene una decisión adoptada, que resolverá según el curso de las cosas –lo que pasa por que la nueva mesa de RN no quede en manos de quienes tienen proyectos personales involucrados- y asegura que sí se ha sentido “maltratada”.
Pero afirma de paso que ella lo ha dicho todo de frente. Que en el consejo nacional del fin de semana se lo enrostró en público a Carlos Larraín, cuando en su discurso le dijo que hay una gran diferencia entre “'Marcelita' dicho con cariño, que 'niñita Marcelita' despectivo”.
Y ése ha sido un tema para esta joven diputada de 32 años. Su estreno en 2009 fue polémico fruto de declaraciones desafortunadas propias de la inexperiencia. Le llovieron las críticas y las descalificaciones, pero ella no se amilanó.
Hoy, después de haber sido reelecta con un mayor número de votos –y en sistema voluntario, no obligatorio, como la primera vez- ve como un aprendizaje lo vivido en esa etapa de “bullying político” como lo calificó alguna vez.
“Aprendí mucho de esa etapa. Fue un momento de decisión, de resolver cómo tomaba todo lo que se venía. Fue complicado, lo pasé muy mal, pero lo tomé como una oportunidad porque no tenía otra opción, iba a estar 4 años en la Cámara y recién ahí iba a poder decidir si seguía. Hice lo que he hecho toda mi vida, enfrentar las crisis, vivirlas a concho, teniendo fe que siempre después viene algo potente y bueno. Aprendí a responder más cauta, pero siempre de frente”, asegura.
Agrega: “Seguí el mejor consejo político que me han dado y que fue de mi padre. Él me dijo que cuando sintiera que lo estaba haciendo mal, volviera a la calle a estar con la gente que me había elegido y ellos iban a hablar, porque al final las redes sociales están muy alejadas de la gente, de las necesidades de un adulto mayor o un niño vulnerable”.
-Fuiste súper trolleada, ¿te bajaste de la red?
“Sí, pero también entendí que me había equivocado. No tenía una asesora comunicacional y siento que me tiraron a los leones, pero todo lo veo como aprendizaje, como algo que me fortaleció. Para victimizarme nunca he sido buena”.
-¿Fue mayor la presión de tener que demostrar que no eras la hija de papá light?
“Tengo muy superado el no ser la niña prototipo o tener que demostrar que hago las cosas bien”.
-¿Te sientes validada? Muchos colegas han declarado sorpresa respecto a ti.
“Sí y sé que he hecho bien mi trabajo. Mi primera elección fue muy cuestionada por ser hija de, pero en esta ocasión se demostró que un porcentaje grande de esos votos son míos porque no todos los hijos de se eligen”.
Estos años de diputada le han servido para aprender a manejar la frustración. Cree firmemente en que es necesario cambiar el sistema desde adentro y por eso, pide más jóvenes en política. Pero así también les advierte a los nuevos parlamentarios electos, ex dirigentes estudiantiles, que en un régimen presidencialista se hace cuesta arriba sacar un proyecto. “El poder del Congreso es muy menor y se van a llevar una gran sorpresa”, dice.
-Hoy todos están atentos a lo que resolverás sobre RN, ¿te sientes presionada?
“Para nada, nunca, ni siquiera en circunstancias mucho más complicadas. Si he recibido presiones nunca las he tomado en cuenta y lo aprecio en mí, porque me ha ayudado a hacer las cosas desde la guata. Estuve en contra de votar por un vicepresidente de la Cámara que le debía más de 200 millones al fisco, pese a que estaba en juego Beyer”.
- ¿Pololeada?
(Se ríe)“Sí, sé que las expectativas tienen que ver con que soy la última liberal que queda de la nueva generación. No me creo el cuento. Soy muy franca en esto, cuando digo que estoy reflexionando, juro que es así. No tengo plazo, no voy a dar ninguna sorpresa y dije en el consejo que iba a dar la lucha adentro. Lo he meditado, he tenido reuniones con ministros, pero también con las bases”.
-Dices que eres la última liberal. ¿Te sientes cómoda en RN o con camisa de fuerza?
“Cuando entré me sentí cómoda, pero de a poco como que ‘ajjjajj’ (hace un gesto con los hombros), me han ido incomodando cosas. Muchas veces son la minoría y sé que dar la lucha desde adentro implica ir en contra de la mesa hasta que se vaya. Ante el consejo fui sincera, dije cosas que muchos piensan, verdades de pasillo que nadie se atreve a decirlas, se las dije a Allamand y también a Ossandón. Espero que ellos no sean los presidentes de la mesa; la patrulla juvenil ya tuvo su oportunidad y es hora de pasar la posta”.
-¿El problema de la derecha es que los 'coroneles' no se quieren retirar?
“Sí, no se dan cuenta que tienen que dar un paso al lado y yo no hago esto por una cuota de poder. Creo que hay nuevas generaciones que queremos hacer la política de hoy, porque vemos el Chile de hoy”.
-¿Su problema es que no se quiere desprender de su pasado? ¿Está anclada?
“Creo que esto tiene que ver con el hecho de que los coroneles siguen en primera fila, ellos vivieron esa historia y mientras estén adelante van a liderar desde esa historia. Hay que tenerla presente, pero se debe avanzar y eso no lo van a poder hacer los coroneles porque tienen la historia impregnada, y hablo de la izquierda y la derecha.
“No se trata de jubilarlos, pero creemos que deben aportar desde el lado. Cuando hablamos de defender los derechos humanos no lo hacemos por Pinochet, sino porque creemos que debe ser una bandera de la derecha y de la cual la izquierda se ha adueñado. No se trata de desprenderse de la historia, si no de cambiar a los líderes que arrastran, además, rencillas”.
-¿Tu postura pierde cuando los más jóvenes se van del partido?
“Por supuesto, ellos han hecho una gran labor y han sido un aporte a la derecha chilena. Han planteado un debate necesario. Los llamados que he recibido han sido de la base de la JRN quienes me han pedido que por favor me quede. Creo que ellos cumplieron su tiempo, pero a mí me queda una última lucha que dar y la voy a dar con el objetivo de ganarla. La lucha hay que darla para que las ideas sean lo primero y no los poderes fácticos”.
-¿Quiénes quedan al lado tuyo?
“Mucha base, pero sí, no puedo negarlo, me siento un poco sola, un poco huérfana, pero si me voy va a quedar mucha gente huérfana. Cuando sienta que he agotado todos mis recursos, ahí recién voy a dar un paso al lado.
“Cristián Monckeberg puede hacerlo, porque los proyectos políticos personales no pueden tomarse el partido, la mesa no puede estar formada por quienes tienen esos proyectos personales. El gran problema de RN es que perdió el colectivo”.