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Aditivo que da sabor a comida chatarra sería lo que aumenta el peso

Se trata de glutamato monosódico.

22 de Octubre de 2014 | 09:29 | UPI
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Archivo agencias

La comida chatarra es adictiva, su olor y sabor es irresistible para las papilas gustativas, pero es muy poco recomendable por sus altos contenidos de grasas, sal, condimentos y azúcar refinada. 

Sin embargo, otro componente, el glutamato monosódico, que es un potenciador del sabor, ampliamente utilizado en alimentos procesados no es recomendable, según indica la académica de la Escuela de Nutrición y Dietética de la Universidad Andrés Bello, Evelyn Muñoz.

“Según estudios, el glutamato monosódico sería responsable del incremento de la obesidad al producir un aumento del tejido graso y disminuir la saciedad aumentando la cantidad de comida que se ingiere”, expresó la nutricionista.

La académica detalló cuáles son las razones para dejar de consumir “comida chatarra”, a la que define como dañina para la salud por “su alto contenido de grasas saturadas. Éstas producen un aumento en los niveles de colesterol total y LDL (malo).

Por lo tanto, se encuentra altos niveles de colesterol en las arterias y otros tejidos lo que aumenta el riesgo cardiovascular. La grasa saturada, además, provoca irritación gástrica al demorar en vaciamiento del estómago”, expresó Muñoz.

Dijo también que esas comidas contienen “un alto contenido de colesterol, a pesar de ser necesario para el buen funcionamiento del organismo, su consumo en exceso aumenta el riesgo de sufrir embolia, aterosclerosis e infartos”.

Sostuvo que la comida chatarra, contiene altos contenido de sodio y si el organismo aumenta los niveles de éste, el cuerpo retiene agua y aumenta la presión arterial, que sostenida en el tiempo puede llevar a una persona a sufrir hipertensión y con ello tener también mayor riesgo cardiovascular.

Recordó la gran cantidad de sacarosa que presenta esa comida, lo que aumenta la cantidad de grasa en el cuerpo. Con el aumento de la comida en el tiempo, suben los niveles de triglicéridos y con ello los riegos de presentar resistencia a la insulina y diabetes mellitus II.

Evelyn Muñoz explicó que el bajo contenido de fibra en esa comida, el tránsito intestinal se hace más lento, por lo que las toxinas del bolo fecal permanecen en contacto con la mucosa del intestino por un tiempo prolongado, aumentando el riesgo de tener cáncer de colon.

“Además la presión que ejercen las deposiciones sobre las paredes del intestino las van debilitando, razón por la cual se puede presentar una diverticulosis. Por otra parte, el bajo consumo de fibra favorece la aparición de dislipidemia”, precisó la experta.


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