En 1992, Angkor Wat fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
EFE
Estoy viajando desde Siem Riemp a Koh Rong, una isla al sur de Camboya. Ayer termine de visitar los templos de Angkor Wat, que se presentan como la octava maravilla del mundo, y bien merecido tendrían el título.
Estos templos fueron construidos en la mitad de paisajes y lagunas rodeadas de naturaleza hace miles de años, con mucha delicadeza y paciencia; se nota el esfuerzo y amor en cada tallado de sus paredes.
La naturaleza hizo lo suyo y mostró que por más que haga el hombre, esta jamás podrá ser controlada por él. Enorme árboles crecieron por sobre estos templos, pero como la naturaleza es sabía, lejos de querer ocultarlos, solo les dio un toque más bello aún.
En cambio, en los años 70, el hombre mostraba su ceguera al tratar de acabar con ellos a través de una guerra que trató de botar todo lo que se le pusiera en frente. Los templos fueron muy destruidos, saqueados y dañados. Pero la guerra término y con el amor que este pueblo tiene por su historia, se decidió reconstruir, pese a las cicatrices que dejaba el recién alto al fuego.
La reconstrucción se hizo lo más parecida a su original. Los camboyanos cuentan con orgullo esa historia y yo con emoción la escucho. Sé que no levantaron enormes piedras ni tallaron paredes con tanta paciencia por qué sí; fue por amor a su patria, a su bandera, en homenaje a sus reyes. Hicieron renacer los saqueados y violentados templos de Angkor Wat como una de las maravillas del mundo.
Cuando caminaba por sus pasillos y escuchaba esta historia, pensaba en mi patria, esa que ha sido estos últimos días tomada y avasallada por el fuego, uno que parece fuera control y que nos han hecho pedir refuerzos de otras naciones.
Leo y escucho las noticias de Chile y por lejos que yo esté, no puedo ni quiero estar ausente. A todas esas familias que han sido aplastadas por el fuego, a Chile que está en plena guerra contra este, toda mi fuerza, fe y apoyo, ya que no hay mal que dure cien años.
Ahora el fuego nos está atropellando, pero es ahora donde más fuerza, fe y unión hay que tener. No hay mejor renacer que el que se produce desde las cenizas.
Hoy me contagio del amor del camboyano que cuenta su historia y le digo a mi país, a mi patria, que somos mucho más que estos incendios. ¡Vamos a apagar este fuego y a reconstruir! Las cenizas nos están dando la oportunidad de renacer, de limpiar. Así que dejemos de culpar y perder el tiempo en responsabilizar a los supuestos causantes de estos incendios. No es hora de críticas ni de culpas, es hora de unión.
La guerra no se gana en forma individual, sino que en equipo. Batallemos, apaguemos el fuego, apoyemos a los que hoy perdieron todo; dejemos las culpas y críticas y agarremos una pala y un sombrero y empecemos a tallar nuevas paredes, suelos y cimientos por un país mejor. ¡Fuerza Chile!
Denisse Fuentes Estrada, Fundadora & Directora Fundación "Pesa Tu Vida" (www.pesatuvida.cl; Facebook: Pesa Tu Vida; Twitter: @PesaTuVida/@D_FUENTESE; Instagram: Pesa Tu Vida/Denisse.fuentes.e); autora de "La Dieta de la Muerte"; Joven Líder 2015; Diplomada Internacional en Coaching Neurolingüístico.