Cuba es un archipiélago y como tal posee decenas de cayos que rodean la isla principal y que desde hace ya unas décadas se han transformado en un destino ideal para la práctica de deportes acuáticos o simplemente para pasar unos días de descanso y diversión en un lugar paradisiaco marcado por arenas blancas, buena temperatura y aguas cristalinas.
Al conocer estos lugares no resulta difícil comprender la obsesión manifestada por el escritor estadounidense Ernest Hemingway quien recorrió y disfrutó cada uno de estos sitios y que luego inmortalizó en su obra Islas en el Golfo.
Por definición un cayo es una pequeña isla con una playa baja en profundidad y que se formó en la superficie de un arrecife de coral. Por lo mismo, son exclusivos de ambientes tropicales de los océanos Pacífico, Atlántico e Índico.
Los cayos Romano y Coco son los dos más grandes de la nación caribeña y entre ambos suman 1.147 kilómetros cuadrados de extensión, siendo la tercera y cuarta islas más grandes de este archipiélago. También son destino obligado de miles de turistas que año a año llegan a estos sectores para disfrutar de sus bondades y las excelentes instalaciones hoteleras que se fueron ubicando en estas zonas a partir de la apertura del país a inicios de la década de los 90.
Quienes se animen a visitar estas costas cubanas se encontrarán con grandes cadenas hoteleras como Meliá, Barceló e Iberostar que desde hace ya un tiempo han invertido fuertes sumas de dinero para construir en estas islas.
¿Cuál es el mejor cayo para vacacionar?
En estricto rigor, Cuba tiene un total de 2.517 cayos e islotes y, como era de esperar, no todos están habitados. Además de los dos ya mencionados, que de paso son los más populares a nivel mundial, también sobresalen otros como Cayo Santa María, Cayo Ensenachos, Cayo Las Brujas, Cayo Guillermo, Cayo Largo del Sur y Cayo Jutías, entre otros.
“Cayo Santa María es uno de los islotes con más flujo de turistas extranjeros. Muchos de ellos llegan atraídos no sólo por la belleza de su costa, sino por lo que se encuentra bajo sus aguas, pues aquí existen al menos 24 sitios para bucear, con maravillosas especies coralinas y peces”, comentan en COCHA.
“Sus playas ofrecen al visitante esa sensación de aislamiento total, alimentado por un sereno mar verdoso con manchones azules. Rara vez hay mucha gente en Cayo Ensenachos, pues aparte de un único resort, no hay más hotelería"
COCHA
A este islote se suma Cayo Las Brujas, que al igual que Santa María, es actualmente blanco de la industria hotelera que ya anunció la apertura de cinco nuevos complejos turísticos durante este año y el 2018. Ambas islas son el lugar ideal para disfrutar de un bello en torno y la diversión en masa.
En la agencia de viajes agregan que también hay otros más exclusivos y pequeños en extensión. Es el caso de Cayo Ensenachos que tiene tan solo 2 kilómetros cuadrados de superficie. “Sus playas ofrecen al visitante esa sensación de aislamiento total, alimentado por un sereno mar verdoso con manchones azules. Rara vez hay mucha gente en Cayo Ensenachos, pues aparte de un único resort, no hay más hotelería. Una playa ideal para quienes buscan exclusividad y lujo incomparable”, relataron en COCHA.
Estos tres cayos, también conocidos como “la rosa blanca de los jardines del rey”, tienen una particularidad y es que están unidos a la isla mayor con un imponente pedraplén (camino de rocas), considerado uno de los logros arquitectónicos más grandes de Cuba ya que fue diseñado y construido para no dañar el ecosistema marino y terrestre de la zona. La ruta tiene una extensión de 48 kilómetros de largo y está conformado por grupos de rocas unidas por 46 puentes.
Cayo Guillermo, con una superficie de 13 kilómetros cuadrados, surge también como otra alternativa y cuya principal atracción es estar cerca de la segunda barrera de corales más grande del mundo y tener una población de bellos flamencos rosados que pueden apreciarse por todo el lugar y por su playa Pilar, reconocida como una de las mejores del país y cuyo nombre fue dado gracias al escritor estadounidense Ernest Hemingway que solía recorrerla, a bordo de su yate “Pilar”.
