"Hygge" puede ser un sustantivo o calificativo –algo puede ser "hyggelig"–, y apunta a los conceptos de bienestar o sensación de refugio.
Sofía Martínez, El Mercurio.
SANTIAGO.- Llegar a la casa, ponerse cómodo, darse un respiro. Estar aquí, en el presente; apagar el celular y las luces. Prender las velas en la casa para estar con la familia o amigos, de preferencia, con comida para compartir. Eso y mucho más es “hygge”, el concepto que engloba todo lo que para un danés es confort y pieza clave de una buena vida.
En el país que por dos años consecutivos ha liderado el ranking de las naciones más felices del mundo, los motivos para sentir bienestar parecen sobrar. Al pagar una alta tasa de impuesto, el Estado devuelve salud y educación aseguradas. Existe confianza en las autoridades y en los propios ciudadanos que, según las encuestas, se sienten más plenos que los de otros lugares del mundo. Con esta realidad, parece evidente que los niveles de felicidad sean los mejores. Pero hay un aspecto de la vida danesa que no contemplan los listados de las encuestas, y es la calidad del tiempo libre con que cuentan las personas. Y ahí es donde entra el “hygge”.
“Dinamarca no es solo el país más feliz, es también el país menos infeliz, y creo que el ‘hygge’ es la principal razón”, aseguró Meik Wiking, un danés que dirige el Instituto para la Búsqueda de la Felicidad de Copenhague, y que se ha dedicado a investigar por qué algunas personas son más felices que otras y de paso, ha publicado varios libros que tienen al “hygge” como temática principal.
Esta palabra que puede ser un sustantivo o calificativo –algo puede ser “hyggelig”–, apunta a los conceptos de bienestar o sensación de refugio. Y engloba tantas cosas, que Wiking siempre acude a ejemplos para explicarla: Es estar en una cabaña con la chimenea encendida, con algo rico para comer, siempre acompañado por un par de amigos o familiares, construyendo y alimentando las relaciones con la “tribu” cercana, como dice el danés. “Consiste en sacar lo mejor de lo que tenemos en abundancia: el día a día”, comentó al medio español La Vanguardia .
Algo muy “hyggelig”
Camila Holt (30) es dueña de “Dansk”, una tienda que trae ropa danesa a Chile. Aterrizó hace tres años en Santiago directo desde Dinamarca, dejando su vida en la nación feliz para llegar a una sociedad que le ha enseñado muchas cosas, según cuenta, pero que le ha mostrado altos niveles de ansiedad y estrés.
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Aquí andamos muy acelerados. Siempre hay cosas por hacer y se trabaja hasta tarde, así que no hay mucho tiempo para el ‘hygge’. Lo más cercano que puedes encontrar es un asado con amigos, pero que siempre se convierte en algo más masivo”, dice recordando que uno de los requisitos de un momento “hyggelig” es la compañía, pero no de más de dos o tres personas idealmente.
“Es con la gente que tú quieres. Para nosotros, sentarse en un café con tu mejor amiga y hablar por tres horas de lo bueno y lo malo de la vida, es algo muy ‘hyggelig’”.
Que el “hygge” se haya desarrollado en Dinamarca no es casualidad. Tal como indica Holt, los 6 meses de frío que tiene anualmente el país, hace que la vida fuera del trabajo se desarrolle comúnmente en las casas. Allí, la luz de las velas, los calcetines de lana, la chimenea, los pasteles y la conversación entre los más íntimos es la manera de reconfortar el alma en la oscuridad del invierno.
Aquí en Chile, Holt dice que el sur tiene el clima y el estilo de vida más ideal para el “hygge”. Sin embargo, esto no impide que en el verano y en la ciudad se pueda tratar de vivir la filosofía danesa. “La trato de implementar con mi grupo de amigos y les enseño ‘hygge’ indirectamente. Por ejemplo, ayer hice un pastel e invité a una amiga a mi casa a conversar un ratito. Se trata de hacer algo para demostrarle cariño a otra persona. Te preparo esto para que te sientes, te relajes y hablemos de la vida”, dijo.
El “hygge” estival
Puede que en verano, el "hygge" sea menos necesario. El buen clima actual y la luz del día motivan a realizar más actividades de disfrute al aire libre. Sin embargo, en una ciudad que no da tiempo para las relaciones personales de calidad, no vendría mal plantearse el estilo danés como tarea diaria. Afortunadamente, varios seguidores de esta forma de vida aseguran que el “hygge” no tiene por qué existir solo en el invierno.
Organizar un picnic en un parque parece la opción ideal, pero se suman muchas más cosas. Kayleigh Tanner, quien es la creadora de un sitio dedicado a esta filosofía danesa, Hellohygge.com, propone como ejemplos “hygge” de verano adornar la casa con flores, disfrutar con otros mientras se arregla el jardín y se toma un helado en tranquilidad.
Mirar una puesta de sol o sacar a pasear al perro a la hora de la tarde junto a un amigo, mientras se huele el olor a pasto mojado de los jardines recién regados de la calle -y ojalá terminar en un café pet friendly-, son apenas algunos de los tantos momentos agradables que se pueden vivir con los más cercanos. Lo importante: mantener el bienestar y priorizar la compañía de los que uno quiere. ¿Por qué no compartir una siesta? Sería muy “hyggelig”.