SANTIAGO.- Existe el yoga con cuerdas, con niños, con gatos, con conejos y hoy, con cabras. La nueva modalidad de esta milenaria práctica ya cuenta con seguidores en el Reino Unido y Estados Unidos, donde su creadora tiene un lema: “Una cabra para el alma”.
Lainey Morse asegura ser quien ideó unir el bienestar del yoga con la simpatía animal de las cabras. Esta mujer de Oregon venía pasando un mal momento en su vida: le habían diagnosticado una enfermedad autoinmune y tramitaba su divorcio. Así que buscó refugio en los animales que tenía en su granja, las cabras. “A veces la vida puede ser estresante y solo había una cosa que me hacía sentir mejor, mis cabras", comentó.
Un día, una visita le comentó que su terreno parecía el lugar ideal para hacer clases de yoga al aire libre y Morse aceptó, siempre que se quedaran sus queridas cabras. Así nació esta disciplina.
Según explican en el sitio web de Morse, Goatyoga.net, interactuar con este animal produce una serie de beneficios que finalmente generan felicidad en las personas que acuden a la granja. Esto, sumado a todo lo del yoga -calmar la ansiedad y concentrarse en respirar, entre muchos otros-, parece la combinación perfecta.
“(Las cabras) no son tan intimidantes y grandes como los caballos. Y los perros, ¿qué pasa si la gente es alérgica o no hay conexión o son muy tímidos? A las cabras no les importa nada, solo quieren que las acaricien. Tienen esa sensación de calma, y parecen estar en un estado de meditación. Quizás por eso se llevan muy bien con el yoga”, dijo Morse.
El encanto de las cabras
Otro de los estados donde esta práctica tiene lista de espera es Virginia. Allí, Alisha McMaster tiene su granja, Silver Maple, conocida por elaborar queso y comercializar leche de cabra.
La mejor amiga de McMaster, April Rodriguez, instructora de yoga, le habló de esta moda que se está repitiendo en varias partes de su país y del otro lado del Atlántico, como en Nottingham, Inglaterra.
Hoy, por 30 dólares la clase, ofrecen un momento de relajo con cabras hembra y sus hijos. Según cuenta McMaster a USA Today, los machos no son muy populares para la interacción con la gente. No porque no sean tiernos, sino porque huelen mal.
A las cabras de esta granjera les gusta masticar el cabello, así que se recomienda ir con el pelo tomado. Asimismo, se advierte que no es de extrañar que muerdan los dedos de los pies, pero nunca hasta el punto de hacer daño. Todo un reto para la meditación.
También les gusta descansar en los mat de yoga y una que otra vez, puede que hagan pipí en ellos, pero es parte del encanto. “Escuche a los pájaros, sienta el pasto bajo sus pies, juegue con algunas cabras y relájese al mismo tiempo”, anima McMaster.