A la esposa de Luther Younger le diagnosticaron un tumor cerebral hace casi nueve años, y hace tres semanas ingresó al hospital por una neumonía.
Captura CBS News
SANTIAGO.- En las últimas semanas,
Luther Younger se ha hecho famoso en su ciudad,
Rochester (Nueva York), por su conmovedora historia de amor. El hombre de
99 años camina diariamente más de 9 km al día para poder ver a su esposa, quien se encuentra internada en un hospital.
"Tengo una esposa. No quiero esperar en el autobús. Quiero llegar allá para ver a mi esposa", dijo este
veterano de la Guerra de Corea (1950-53), para explicar por qué prefiere caminar antes de utilizar el transporte público o aceptar los insistentes ofrecimientos de su hija, Lutheta, por llevarlo hasta el establecimiento de salud.
A Waverlee Younger, el amor de su vida, le diagnosticaron un tumor cerebral hace casi nueve años, cuando los médicos le dijeron que le quedaban alrededor de cinco años más de vida. Desde entonces, la mujer ha entrado y salido varias veces del hospital, y Luther la ha acompañado fielmente, a veces durmiendo hasta en el suelo si era necesario.
En esta ocasión, una neumonía obligó nuevamente a los médicos a internar a Waverlee, y desde hace unas tres semanas, su esposo camina más de 9 km al día para verla y regresar luego a su casa. "Es una dama hermosa y me trata como se supone que una persona debe serlo. Me hizo un hombre", dijo el veterano, en una entrevista con CBS News. "Es por eso que la amo, porque es fuerte. No es débil. Es el tipo de mujer que quiero", agregó.
Su "taza de té" por 55 años
La pareja
se casó hace 55 años y tuvieron a Lutheta, la única hija en común de ambos. Y hasta ahora, Luther siempre le agradece a su esposa que lo ayudara a criar también a dos niños que tuvo de una relación anterior.
"Ella no era fácil", dijo Luther, recordando sus primeros años de matrimonio. "Era el tipo de persona que te decía que si no trabajabas, te tenías que ir. Así que tuve que trabajar", explicó. "Es por eso que estoy pegado a ella, porque
si no hubiera sido por mi esposa, no hubiera salido adelante".
"Cariño, dame un beso", le dijo Luther a Waverlee, al entrar a su habitación del hospital. Ella, que está conectada a un respirador artificial, respondió con el brillo de sus ojos. "Esa es mi taza de té, y es dulce también", dijo el hombre, sentado al lado de su esposa.