LUN (archivo)
El animal favorito de Atsuko Saito es el gato. "Son tan lindos y egoístas. Cuando quieren ser acariciados, se acercan, pero cuando quieren estar solos simplemente se van", señala la psicóloga de la Universidad Sophia de Tokio.
Dada su debilidad por los felinos, Saito ha realizado varios estudios sobre ellos, para determinar -por ejemplo- si son capaces de interpretar gestos humanos o encontrar comida escondida.
La última de las investigaciones que realizó buscaba comprobar si los mininos son capaces de reconocer sonidos, específicamente el de sus nombres, y para ello trabajó con gatos domésticos y otros que vivían en un café en Japón.
Según publicó National Geographic, el grupo de investigadores liderado por Saito les pidieron a dueños y extraños que llamaran a los gatos por sus nombres, y grabaron las reacciones de los mininos que pudieran indicar que los identificaban, como movimiento de cabeza, orejas o cola.
Se hicieron varias rondas de experimentos que finalmente demostraron que los gatos muestran interés tanto cuando sus dueños pronuncian sus nombres, como también cuando lo hacen extraños.
Según la psicóloga, esto se puede deber a que los felinos asocian el sonido de sus nombres con recompensas como comidas o juegos, o también con algo desagradable, como ir al veterinario. Y como escuchan sus nombres con bastante frecuencia, ese sonido se les ha convertido en algo especial, aun si no comprenden que corresponde a su identidad.
A juicio de Saito, quien publicó los resultados de su estudio en Scientific Reports, desde hace una o dos décadas los gatos han evolucionado gracias a los humanos. Esto porque antes pasaban gran parte de su vida afuera de las casas, en tanto que ahora están en constante contacto con las personas, lo que ha mejorado su capacidad para leer y responder a las señales.
