Uno de los lugares más icónicos de Colchagua, convertido en un verdadero punto de encuentro para turistas y locales, es la Panificadora Santa Cruz. Una panadería con más de ocho décadas de trayectoria, ubicada a media cuadra de la Plaza de Armas, que ha sabido poner su sabor y factura en la memoria colectiva de esta comuna. Su historia se remonta a principios de 1930, como emprendimiento de la familia Alomar, quienes luego se la vendieron a los Alonso y ellos a los García Kohler. Para entonces ya se habían hecho conocidos en el área, repartiendo desde Rafael Casanova las tradicionales galletas de fundo con que se alimentaban a los trabajadores agrícolas. Unos 30 años después y la administración sería tomada por el inmigrante rumano Radu Dutzan, quien luego de incorporar un salón de té en el establecimiento, adquirió el local en los noventa. Hoy es su tercera generación la que continúa el legado, afiatados de un equipo que conoce sus clientes como la palma de su mano. “Muchas veces nos pasa que gente que ya no vive acá se acuerdan de nuestros productos con mucha añoranza. Les traen recuerdos de su pueblo, de su infancia o de otros momentos importantes de su vida”, comenta a Emol el actual administrador, Cristián Dutzan. De lunes a sábado su trabajo no para. Y es que más de 9.000 marraquetas y 6.000 hallullas salen al día. Aparte tienen 30 sabores de helados artesanales en vitrina y elaboran unas 70 tortas por jornada, en las que destacan la de pompadour y panqueque naranja. Ésto se suma a su goloso despliegue como fuente de soda, donde aún se ven comensales con chupalla.
Para irse a la segura: la marraqueta, la pompadour, sus completos y helados artesanales.
Horario: de lunes a sábado entre las 07:00 y 20:00 horas. Los domingos sólo reparto a domicilio.
Técnica, estación y renovación. Estos son los tres conceptos que definen a uno de los proyectos gastronómicos que más ha dado de hablar en Colchagua durante 2021: Rayuela Wine&Grill, el restaurante de la Viu Manent, que desde febrero de este año incorporó a la sanjuanina Maira Ramos como gerenta de experiencias y chef ejecutiva del lugar. Una apuesta que vino con nuevas caras y metodologías, que combinadas con la tradición en sala han sabido conquistar a los comensales que cada fin de semana disfrutan de prolijos platos en su pabellón colonial o bajo los parrones que otorgan sombra a su terraza. “Nuestra cocina está en constante movimiento mes a mes y temporada tras temporada. Trabajamos con proveedores de la zona, apoyando a los productores y siendo fieles al producto fresco”, sostiene la cocinera de 30 años, conocida en la zona por haber encendido y liderado los primeros fuegos de Francis Mallmann en el sector. Así también el Café de la Viña ha dado pasos de gigante, elaborando y produciendo distintas opciones dulces que se pueden deleitar mirando al centro ecuestre o a las carretas que pasean por la viña. “En este espacio también respetamos y potenciamos de la mejor forma la bondad de nuestros ingredientes. Manteniéndonos en esa búsqueda constante de crear y -en mi caso- de endulzar”, cuenta Vanessa Lagos a Emol, la encargada de abastecer este punto e ingeniar también los postres del bastión principal. Sin más ni menos, lograron tizar el juego nuevamente.
Para irse a la segura: la escalopa al horno de barro, el tiradito de pesca curada o la ensalada con mizuna y frutillas, entre otros. En cuanto a las opciones dulces, el profiterol con crema de manjar y cerezas. Revisa su carta haciendo click aquí.
Horario: de lunes a domingo, entre las 12:00 y 16:30 horas. Para hacer una reserva haz click aquí.
Al interior de la Viña Montes opera uno de los mayores atractivos turísticos en Colchagua. Lo hace a la falda de un cerro, combinando lo artesanal del rubro con la elegancia de su servicio. Se trata de Fuegos de Apalta, el restaurante que el argentino Francis Mallmann -connotado empresario gastronómico- decidió levantar en marzo de 2017 en medio de la finca, con su compatriota Alejandro Boverman como mano derecha. Éste último ha administrado los últimos cinco años el proyecto, cuidando que las directrices del lugar se respeten de tal forma que la experiencia encante a quien disfrute de su buena mesa. Una que se abastece principalmente de un domo ubicado al centro del inmueble, donde chisporrotean distintas preparaciones a la grilla, a la plancha y al horno de barro, y que también sirve para colgar una serie de productos que se impregnan con el humo a flote. “Esta estructura es todo en nuestra forma de hacer cocina. Es sin duda nuestra columna vertebral”, asegura Luis García, que desde 2019 llegó desde el otro lado de la cordillera para tomar las riendas como chef ejecutivo. Y no todo es carne en este bastión culinario. A través del tiempo han puesto en valor una gruesa gama de verduras, que cosechan mes a mes en su huerta o que consiguen con productores a la redonda. Platos que cada vez más encantan a su público y que elaboran con distintas técnicas, yendo de la mano con las tendencias que ha detectado su fundador y que se verán plasmados en su próximo libro “Fuegos Verdes”. Un tomo con más de 370 recetas a publicarse durante el primer semestre de 2022.
Para irse a la segura: las empanadas de filete, la entrada de durazno con gorgonzola; las pastas caseras, las betarragas de la huerta y la entraña con papas crocantes. Revisa su carta haciendo click aquí.
Horario: de lunes a domingo, entre las 12:00 y 16:00 horas. Los viernes se celebran las “noches de fuego” desde las 19:00 a 22:00 horas. Para hacer una reserva haz click aquí.
Entre San Fernando y Santa Cruz se encuentra Nancagua. Una localidad de 19 mil habitantes, donde los naranjos crecen por las calles, pero sus frutos no se comen. Lo que sí se ataca -gastronómicamente hablando- son los almuerzos y cenas del Quincho de Don Lindor. Un restaurante con 16 años de trayectoria, ubicado en el camino interurbano de la ruta 90. Es decir, en la carretera que cruza el pueblo. Allí la oferta se estructura en base al recetario criollo y a la comida típica chilena. Los mismos sabores que motivaron al colchaguino Gonzalo Silva Santibañez a instalar este proyecto, al que llamó en honor a su bisabuelo. Un hombre que no conoció en vida, pero que protagonizó un sinfín de historias que “han sido de mucha inspiración”. Y de tal palo a tal astilla, a esta cocina tampoco le faltan los recuerdos. Sus inicios se dibujan con solo dos trabajadores que vendían empanadas de horno de barro, pero con el tiempo se fue convirtiendo en un pabellón colonial donde los guitarreros paseaban por las mesas cantando folclor y creando un ambiente de antaño. Esta fue la estampa de este bastión que hace un lustro rediseñó su inmueble, y que post-pandemia está viendo cómo avanza la “nueva normalidad” para traer de vuelta sus acordes. Por mientras, de la cocina se encarga Francisco Campos y sus esfuerzos están puestos en tener un servicio cordial, que se ajuste a los horarios de sus clientes que muchas veces pasan apurados a hincar el diente en el camino. Todo un lugar para conocer en plena Ruta del Vino, y que si se visita en días fríos vendrán con un extra: un brasero a los pies del comensal. Como en las casas de campo de verdad.
Para irse a la segura: la cazuela de pava, los sorrentinos de calabaza y las empanadas de prieta.
Horario: de lunes a domingo entre las 11:00 y 18:00 horas. Reservas al 722858409.
Muy cerca del casino de Colchagua, en el #77 de la avenida Las Toscas, se emplaza un nuevo exponente de la panadería y pastelería santacruzana. Su nombre es Como Pan, un proyecto que abrió sus puertas en mayo de 2019 gracias a la motivación de la fonoaudióloga Silvana Figueroa, quien llegó desde Santiago a la zona central por motivos laborales. La idea partió de a poco en un inmueble próximo al complejo deportivo de la comuna, pero tuvo tan buena recepción que sintieron la necesidad de crecer y a fines de enero de 2021 se arrendaron una casa completa para ellos sólos. Y es que sus productos, la buena factura y el sabor que entregan tenían que llegar a más personas. “Nuestro pan es pan artesanal de larga fermentación, hecho con masa madre, lo que tiene múltiples beneficios para el organismo. Está hecho solamente con harina, agua y sal de mar, por lo que tiene menor índice glicémico y es mucho más saludable”, explica la fundadora a Emol. Con el pasar del tiempo -las patentes y permisos- comenzó la remodelación de este nuevo espacio, el que además vino con un patio perfecto para recibir comensales. Allí fue donde pusieron en marcha su anhelo de convertirse en cafetería. Un crecimiento que traería consigo muchas más recetas y que agrandaría el equipo de tres a 12 personas. Entre ellas está el mendocino Martín Cobo, un cocinero de 30 años que pasó de trabajar en Fuegos de Apalta a dirigir esta propuesta gastronómica. Hoy, una de las pocas que ofrecen desayunos, almuerzos y brunchs en el valle.
Para irse a la segura: en lo dulce los croissants de manjar con almendras laminadas y tostadas; en lo salado el sándwich de mechada en ciabatta o el aplastado de champiñones, queso y albahaca. Revisa su carta haciendo click aquí.
Horario: de lunes a sábado entre las 09:00 y 21:30 horas. Los domingo hasta las 16:00 horas.
A la hora de hablar de pastas, una de las propuestas de mayor renombre en estas tierras huasas es el Vino Bello. Un proyecto levantado a 1,7 kilómetros de la Plaza de Armas de Santa Cruz, en el sector de Barreales. Sus inicios se remontan al 2009, cuando los Vanni Duboise -una familia chilena norteamericana- visitaron el sector por primera vez. Encantados de la zona, la cual les recordaba mucho al Valle de Napa de California, decidieron jugársela con el primer restaurante italiano de Colchagua. Lo hicieron en honor a sus raíces y ancestros. Desde entonces que han ingeniado toda una experiencia al interior de una antigua casona de adobe que arriendan en la Viña Laura Hartwig, la que -ya hace 12 años- tuvieron que remodelar, reutilizando todos los espacios y hasta adaptando pesebreras en baños. “Siempre hemos pensado que un restaurante no sólo debe tener una buena gastronomía, sino también que el entorno y el lugar sean acogedores”, sostiene John Vanni a Emol, uno de los fundadores y chef a cargo. Para ello las mesas están dispuestas en salones coloniales y en una terraza rodeadas de parras, donde se puede disfrutar de su amplia carta marcada por la tradición europea y los productos chilenos. Así es como su menú parte con nueve opciones de antipastos, para seguir con ensaladas, “primeros” y “segundos”. También cuentan con 19 tipos de pizza, desde la clásica margherita hasta los calzone. Preparaciones que los mismos colegas del rubro aplauden y degustan en sus días libres.
Para irse a la segura: el antipasto burrata, el "linguine al polpo picante" y los ravioli de betarraga rellenos con camote, queso crema y nuez. Revisa su carta haciendo click aquí.
Horario: de miércoles a domingo, entre las 13:00 y 16:00 horas, y luego de 18:00 a 21:00 horas. Para hacer una reserva haz click aquí.