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La queja crónica, una actitud que impacta la salud física y mental, y cuatro consejos para escapar de ella

La expresión de insatisfacción es parte de la naturaleza del ser humano. Sin embargo, el problema radica cuando se convierte en algo frecuente, ya que puede alterar la forma en que las personas ven el mundo, promoviendo interacciones basadas en los lamentos.

18 de Noviembre de 2024 | 17:07 | Redactado por Sofía Cereceda, Emol.
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PEXELS / CREATIVE COMMONS (imagen referencial)
Quejarse se ha transformado en algo muy común que ha llegado a normalizarse en las interacciones diarias, tanto entre amigos como en el ámbito laboral, familiar o, incluso, en espacios públicos. De hecho, es bastante común escuchar expresiones de insatisfacción por parte de las personas, ya sea sobre el tráfico, el clima, el trabajo o por alguna dificultad económica.

Para muchos, es algo terapéutico porque sirve de desahogo emocional, pero lo cierto es que diversos estudios señalan que los lamentos constantes pueden tener efectos muy negativos en la salud mental, emocional y física tanto de quienes la practican como de quienes la reciben.

Según las investigaciones citadas por la BBC, quejarse de forma ocasional es algo normal de la experiencia humana. Es más, se trata de una función adaptativa del ser humano. Sin embargo, el problema radica cuando se convierte en un hábito constante en las personas, transformándose en algo crónico que se extiende a diversos contextos.

Algunos expertos consideran que la sociedad se queja mucho debido a que ese comportamiento podría entenderse como un mecanismo de afrontamiento a través del cual se liberan tensiones o incluso se realiza como una forma de validación social, ya que al compartir nuestro malestar con los demás, se busca que los demás aprueben la opinión y percepción personal.

Aunque es un área de investigación aún en desarrollo que necesita más estudios, la neurociencia ha comenzado a explorar las causas y efectos de la queja.

En ese sentido, diversos estudios han confirmado que el cerebro humano está diseñado para identificar amenazas y problemas. Se trata de un mecanismo evolutivo que tenía sentido hace miles de años atrás cuando la supervivencia de la gente dependía de la capacidad de reaccionar rápidamente a las amenazas y peligros reales.

Esto explica por qué es más fácil centrarse en lo negativo, ya que finalmente el cerebro tiende a fijarse en lo malo porque es lo que le permitía tener más opciones de vivir.

Sin embargo, en la actualidad y en la sociedad moderna, este efecto, denominado sesgo de negatividad, puede volverse contraproducente, ya que estar enfocado de forma constante en lo malo, puede alterar la percepción de la realidad y promover nuevas interacciones basadas en la queja.

Además, es un comportamiento que empeora con el uso de las redes sociales, donde es frecuente observar que las críticas y el descontento abundan en las plataformas que finalmente termina convirtiéndose en un contenido atractivo, generando interacción y debate.

Aunque quejarse es parte de la naturaleza humana, algunos estudios sugieren que lamentarse frecuentemente puede provocar cambios estructurales en el cerebro, lo que puede ocasionar problemas en la resolución de problemas, la toma de decisiones, la planificación y la función cognitiva.

Sin embargo, lo anterior produce fatiga mental, ansiedad, estrés, cansancio, más frustración y, por ende, más quejas. Además, los individuos que suelen lamentarse frecuentemente suelen ser más pesimistas y menos resilientes frente a las adversidades.

Pese a ello, hay formas de romper con el ciclo de la queja crónica. Según recoge la BBC, las formas de enfrentarlo que más se recomiendan en las consultas psicológicas son:

-Practicar la gratitud: Se recomienda registrar en un diario las cosas por las que sentirse agradecido, ya que ayuda a cambiar las perspectiva.

-Buscar soluciones: Se sugiere a modo de ejemplo, realizar una lista de las posibles acciones a realizar para mejorar alguna circunstancia de la vida. Esto entrega una sensación de control por lo que reduce la frustración.

-Prestar atención a las palabras que se usa: Es importante ser consciente del lenguaje que se utiliza y modificarlo a uno más neutral o positivo cuando sea negativo. Esto puede ayudar a cambiar el patrón de pensamiento.

-Poner límites con los demás: Por ejemplo evitar conversaciones que estén centradas en lo negativo y proponer un enfoque más constructivo para resolver los problemas.
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