LYON.- El Lyon aguantó la presión del Girondins de Burdeos y, aunque perdió el partido (1-0), hizo buena la renta que había logrado en la ida para clasificarse para semifinales de la Liga de Campeones, su mejor actuación en la máxima competición europea en la que no falta en las diez últimas ediciones.
Los lioneses se apoyaron en su mejor arma, la gran disposición táctica y el gran esfuerzo que les permite colmar las carencias técnicas de un equipo que nadie esperaba a estas alturas de la competición.
Con ellas dejó en la estacada en octavos al Real Madrid y en cuartos al Burdeos y será su mejor argumento para buscar un puesto en la final del Santiago Bernabéu.
El Lyon alcanza el penúltimo escalón en la temporada más inesperada, tras haber perdido la hegemonía francesa, haber tenido un inicio irregular y cuando las críticas parecían llevarse por delante el modelo de un equipo que, hasta ahora, tenía su techo en los cuartos de final que había alcanzado en tres ocasiones (2003/04, 2004/05 y 2005/06).
Para hacerlo tuvo que aguantar el tirón de un Girondins de Burdeos que atacó con más garra que orden y que puso la guinda negativa a su semana negra.
En diez días, los de Laurent Blanc han perdido la final de la Copa de la Liga, el liderato del campeonato doméstico y su billete en Europa, donde se despiden tras haber perdido un solo partido, la ida contra el Lyon.
Aquel 3-1, con dos goles del argentino Lisandro López, fue suficiente para los lioneses.
Con el atacante argentino sancionado, el poder ofensivo lionés pareció de fogueo, pero el equipo tiró del libro táctico de Claude Puel para controlar el centro del campo y secar al Girondins.
Los bordoleses inquietaron poco la portería de Hugo Lloris. El brasileño Wendel a balón parado fue su principal argumento en ataque, sobre todo cuando Blanc decidió retrasar a Gourcuff para recuperar el control del centro del campo.
Solo al final del primer tiempo parecieron crear peligro. Un hipermotivado Aliou Diarra, que dejó el Lyon por la puerta de atrás, hizo vibrar el larguero lionés de un potente disparo desde más de 30 metros.
Fue el preludio al gol de Chamakh, logrado en el umbral del descanso, tras una buena combinación por la banda izquierda entre Jussié y Trémoulinas, que acabó centrando para que anotara el delantero marroquí.
El tanto hizo soñar a los girondinos que sabían que necesitaban otro gol para clasificarse. A diferencia del primer tiempo, en la segunda mitad tuvieron más el balón, controlaron el partido. Pero como en la primera parte carecieron de mordiente, apenas inquietaron el área de Lloris más allá de los envenenados balones que colgaba Wendel.
El brasileño obligó a lucirse al meta internacional galo de un soberbio cabezazo, el último aviso de un equipo que cedió el estandarte europeo de Francia al Lyon, que parece querer recuperar la hegemonía del fútbol de su país.