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Expedición rusa sale en busca del Arca de Noé

Líder de la misión asegura que tiene la llave para encontrar la bíblica embarcación que ha sido buscada desde los tiempos del Zar Nicolás II.

17 de Julio de 2004 | 10:52 | EFE
MOSCÚ.- Con las bendiciones de la Iglesia Ortodoxa, una expedición rusa partió hacia el monte Ararat, en Turquía, con la meta de encontrar el Arca de Noé gracias a la clave que esconde una antiquísima inscripción tallada en piedra.

La expedición del orientalista Andréi Poliakov pretende renovar la hazaña de la enviada al este de Turquía por el Zar Nicolás II en 1916 y que, según la leyenda, no sólo encontró el Arca, sino que consiguió pruebas de su existencia hoy perdidas.

Según la Biblia, el Arca de Noé varada cinco milenios antes de Cristo "en las montañas de Ararat" medía 137 metros de longitud, 23 metros de anchura y 14 metros de altura, aunque todos los especialistas coinciden en que ahora estaría fragmentada.

Antes de partir, el Patriarca de la Iglesia Rusa Ortodoxa, Alexis II, bendijo a la expedición de Poliakov.

"La subida al Ararat en pos del Arca es tarea difícil. Rezaremos para bendecir ese camino y por el éxito", dijo Alexis II, quien entregó a los expedicionarios un icono de San Jorge Victorioso, patrón de las montañas del Cáucaso.

En la expedición rusa participan varios periodistas, entre ellos los enviados por el canal de televisión "Rambler Teleset", dispuesto a transmitir "in situ" los eventuales hallazgos en esa montaña de 5.435 metros de altura enclavada en el rincón más oriental de Turquía, en la frontera con Armenia e Irán.

Poliakov dijo hoy a la prensa que ésta es la segunda vez que se dirige al Ararat y que en su primer viaje consiguió la "llave" que le hace confiar en el triunfo.

"Esta expedición va a dar la respuesta definitiva a todas las preguntas en torno al arca", explicó, tras revelar que le guían unas inscripciones talladas en unas piedras descubiertas en un cementerio abandonado de la vertiente armenia del monte.

Según Poliakov, esas piedras funerarias son "el testigo de la supervivencia de Noé y sus descendientes" en ese macizo volcánico, conocido en turco como Agri Dari, "la montaña del dolor".

El científico indicó que uno de los descubrimientos cuneiformes dice así: "acércate sin perturbar el alma".

La inscripción, que recoge tradiciones muy anteriores, estaría en la lengua de Urartia, reino que dominó esa región entre los siglos XV y VI antes de nuestra era.

Aunque Poliakov dijo que hay otros hallazgos que no podía revelar, subrayó que el Arca está en una zona diferente a las hasta ahora contempladas como probables puntos de "atraque" del navío.

La expedición rusa apunta a las inmediaciones del lago Kulp, no lejos de la cumbre principal y no allí donde indican las misteriosas fotografías logradas por un satélite espía norteamericano.

La "anomalía de Ararat", como denominó la CIA al hallazgo del satélite, fue advertida tras el deshielo del año pasado y, según el rival de la expedición rusa, McGivern, las fotografías "muestran un objeto hecho por el hombre".

Búsqueda con historia

La primera vez que la CIA (muy interesada en una zona antaño prohibida por su cercanía a la frontera de la antigua URSS) avistó una misteriosa estructura en Ararat fue en 1949 desde un avión espía.

Pilotos turcos la volvieron a divisar en los sesenta, pero las quejas soviéticas consiguieron cerrar la región.

Sin embargo, fueron los rusos quienes reclamaron la primera gran expedición, en el verano de 1916, ordenada por Nicolás II y dirigida por el teniente Roskovitski, quien dijo haber encontrado el Arca cerca de un lago helado en las alturas de Ararat.

Cerca de 150 ingenieros, oficiales y cosacos acometieron la empresa, cuyo resultado fue un conjunto de fotografías y detallados informes enviados al Zar a San Petersburgo, entonces Petrogrado.

Aparentemente Nicolás II nunca recibió esas pruebas y la expedición pronto quedó olvidada en el caos de la revolución de Octubre de 1917.

Algunos rumores apuntaron a que el líder bolchevique León Trotski consiguió ese material, destruyéndolo después o escondiéndolo, eso sí, tras ordenar la ejecución del mensajero que portaba los secretos
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