PINELLAS PARK.- Las autoridades del estado de Florida entregan hoy los restos de Terri Schiavo a su esposo, Michael, en un lugar y horas no informados para evitar que el traspaso se convierta en un espectáculo mediático.
En las afueras de la residencia para enfermos desahuciados Woodside, en Pinellas Park, al oeste de Florida, y donde Terri, de 41 años, falleció el jueves tras ser alimentada durante quince años artificialmente y dos semanas después de que se le retirase esta sonda alimentaria, quedan sólo algunos representantes de medios de comunicación.
Sin embargo, la policía continúa su vigilancia de la instalación, debido a que en los últimos días ha recibido múltiples amenazas de ataques a ese centro.
Los grupos religiosos y conservadores que han acampado frente a la residencia Woodside ven a Michael Schiavo, viudo de Terri, como el malo de toda esta trágica historia y el culpable de que se dejara morir a la mujer, en estado vegetativo desde 1990.
El viernes, en Largo, junto a la ciudad de Tampa, los forenses practicaron una autopsia de seis horas al cadáver de Terri, de 41 años, incluyendo radiografías de todo el cuerpo.
Los padres de Terri, Bob y Mary Schindler, han asegurado a la prensa que la autopsia, cuyos resultados se espera que se den a conocer este mismo mes, dejará en claro la extensión del daño cerebral que sufría su hija.
Además, agregaron que se conocerá la verdad sobre las acusaciones de agresiones a Terri que hicieron al que fuera su esposo, Michael Schiavo.
Por su parte, Michael Schiavo ha dicho que espera que la autopsia ponga fin por siempre a los interrogantes sobre el estado físico de Terri, que, según él, sufría un daño irreversible en su cerebro, pero el viernes se negó a hablar sobre el tema.
Lo cierto es que es poco probable que se diluya la atención sobre el caso, sobre todo porque la ley estatal de Florida obliga a que se divulguen los resultados de la autopsia.
Portavoces de Michael Schiavo indicaron a los medios de comunicación desde el pasado jueves que planea llevarse los restos de Terri, una vez incinerados, a un lugar cerca de Filadelfia (estado de Pensilvania), donde creció su esposa.
Pero los padres y hermanos de Terri desean que se la entierre en Florida, donde residen, para poder visitar más fácilmente su tumba.
