NUEVA YORK.- El Metropolitan Museum abre la próxima semana la primera gran retrospectiva de El Greco, uno de los artistas más originales del siglo XVI que se hizo célebre por sus pinturas religiosas visionarias, cargadas de una alta expresividad.
Todos los aspectos de la creatividad de El Greco se desvelan en esta muestra, desde sus comienzos como pintor de iconos en su natal Creta hasta su estancia en Italia y su definitivo asentamiento en Toledo, donde creó su estilo único y profundamente espiritual.
El Greco (Domenikos Theotokopoulos, 1541-1614) es considerado el primer artista moderno, pues la distorsión de sus figuras y expresivos efectos de luz y color no tenían precedentes en su época.
Esta histórica exposición, que ha sido organizada durante tres años por un equipo internacional de expertos, amplía, con una cuidadosa selección de 70 trabajos, la última gran muestra de El Greco montada en la Galería Nacional de Washington, en 1982.
La exposición del Metropolitan pone mayor énfasis en la última etapa del pintor, considerada como la más mística, dijo a la prensa el director del museo, Philippe de Montebello.
El recorrido comienza con dos trabajos que documentan su entrenamiento como pintor de iconos religiosos en su natal Creta, "La Asunción de la Virgen" y "San Lucas pintando a la Virgen", ambos anteriores a 1567 pero atribuidos al pintor en 1983, cuando una restauración dejó al descubierto la firma "Domenikos".
La muestra continúa con obras claves que ilustran el "período italiano" de El Greco, que comenzó con su llegada a Venecia en 1567 y su posterior estancia en Roma entre 1570 y 1577.
"El Greco fue un artista muy polémico. Era extravagante, impaciente y tuvo disgustos con personas que le devolvieron sus obras porque no les gustaban", dijo Gabriele Finaldi, director asociado de El Museo del Prado.
En 1577, El Greco viajó a Madrid con la esperanza de encontrar el patronazgo del Rey Felipe II, pero el intento fue infructuoso.
El Rey encargó a El Greco pinturas claramente descifrables que promocionaran su ortodoxia para colocarlas en El Escorial, pero el artista creó obras que más bien celebraban el genio artístico.
El Greco decidió entonces establecerse en Toledo, donde halló un receptivo círculo de intelectuales y patrones que le llevaron a forjar una carrera altamente rentable, y donde se convirtió en "el artista que hoy admiramos", según Montebello.
Fue en España donde ocurrió la radical transformación de su estilo: la luz se hizo mucho más blanca, las figuras más alargadas y ondulantes y el color más puro y brillante.
Uno de sus primeros trabajos pintados en España, "La adoración del nombre de Jesús" (1577-1579), que se encuentra en el Monasterio de San Lorenzo de El Escorial, es considerado un intento del autor por atraer la atención de Felipe II, que aparece en la composición.
La exploración de la espiritualidad de El Greco culmina con "La adoración de los pastores" (1612-1614), una obra prestada por el Museo del Prado que es considerada como su "último testamento", ya que el artista la creó para colgar sobre su tumba.
Según Finaldi, ésta es una de las obras más importantes de El Greco que ha viajado de España a Nueva York, junto a "La Virgen de la Inmaculada Concepción" (1698-1613) -que se muestra por primera vez desde su restauración- y un "Retablo con el Velo de Santa Verónica", que es parte de una colección privada.
La exposición también reúne, por primera vez, los más finos retratos de El Greco, notables por su profunda indagación en el carácter del personaje y su intensidad psicológica.
Entre los ejemplos más famosos están "Un Cardenal, probablemente Don Fernando Niño de Guevara" (1600-1601), cuya penetrante mirada sugiere su severa rectitud, y "Fray Hortensio Félix Paravicino" (1609), uno de los más fervientes admiradores del artista.
El museo presenta además raros ejemplos de las incursiones de El Greco en la pintura paisajista, de género y mitológica, así como algunas de sus esculturas.
"El Greco es un redescubrimiento del siglo XX, un pintor que influyó en Picasso y otros artistas modernos", señaló Finaldi.
La exposición, que viajará luego a la Galería Nacional de Londres, no se llevará en España, ya que el Museo Thyssen-Bornemisza presentó una gran muestra de El Greco en 1999, según Finaldi.
La exposición del Metropolitan, que cierra el 11 de enero, sigue a la exhibición "Manet/Velázquez" (2003) y se une a una serie de muestras monográficas sobre los grandes maestros españoles Zurbarán (1987), Velázquez (1989) y Ribera (1992).