Violeta Parra
SANTIAGO.- El 5 de febrero de 1967 falleció, a los 49 años, la destacada artista chilena Violeta Parra, quien se desempeñó como una gran investigadora de nuestras raíces folclóricas, incursionando tanto en la música como en la plástica.
Su afición por la música comenzó cuando era muy pequeña, pero sólo a los 34 años comenzó a recorrer zonas rurales de Chile grabando y recopilando el repertorio folclórico nacional. Su interés e investigación la llevó a zonas apartadas del país para buscar, en la fuente misma, la más auténtica tradición musical del pueblo chileno.
Los temas populares y sociales eran una constante en las canciones de Parra, y aunque nunca militó en ningún partido político, se le ha caracterizado como la "voz de los marginados".
Su obra recopilada es inmensa y comprende tonadas, parabienes, villancicos y todo tipo de bailes nacionales. Entre sus composiciones más conocidas se encuentran: "Gracias a la Vida", "Los Pueblos Americanos", "Qué Pena Siente el Alma", "Casamiento de Negros" y "La Jardinera".
Completó un promedio de tres mil canciones y luego fue gestando el libro que se conoció como "Cantos Folclóricos Chilenos". El arte nacional, que llegó a adquirir enorme importancia en la llamada "Nueva Canción Chilena", se revalorizó gracias a Violeta Parra.
Sus presentaciones públicas y premios
Una de las arpilleras de Parra, representando el Combate Naval de Iquique
La radio Chilena, ubicada actualmente en calle Philips –a pasos de la Plaza de Armas-, fue donde Parra hizo sus primeras presentaciones públicas, cantando “a lo humano y lo divino” en programas que dieron mucha importancia al folclore nacional. Luego aprovechó los espacios que le dieron radio Minería y Corporación, para rescatar y difundir la cultura nacional que ella entregaba con su música, siendo premiada por la Sociedad de Autores y Compositores, Sochaico.
Entre la gran cantidad de reconocimientos que recibió, se destaca el premio “Caupolicán”, otorgado a la mejor intérprete folclorista en 1954 y la medalla “Gabriela Mistral” en 1998, como homenaje póstumo.
Además de la música cultivó la cerámica, la confección de tapices, la pintura y la poesía. Su obra plástica está principalmente conformada por arpilleras y óleos realizados sobre tela, madera, y cartón. Los temas son cotidianos: familia, recuerdos de infancia y pasajes de la historia.
Una de las pinturas de Violeta, “La Muerte del Angelito”, se encuentra en la colección del Museo de Arte Contemporáneo y en ella se puede apreciar el “estilo ingenuo” de la artista -lejana al academicismo- el cual la hizo transitar por el uso expresivo de la pincelada, la ausencia de perspectiva clásica y el uso emotivo del color.
Violeta Parra, a los 47 años de edad, se convirtió en la primera artista latinoamericana -y la primera mujer- en realizar una exposición individual en el “Museo de Artes Decorativas del Palacio del Louvre”, en París, donde mostró arpilleras, óleos y esculturas en alambre.
Anteriormente presentó sus trabajos en las dos primeras versiones de la “Feria Chilena de Artes Plásticas” de 1959 y 1960 y al año siguiente se trasladó con sus trabajos a Argentina, donde sus obras fueron expuestas en Buenos Aires.
Durante su vida, Violeta tuvo una gran actividad musical, artística y cultural en el ámbito nacional e internacional. De hecho, viajó por Latinoamérica, Europa y la Unión Soviética, expandiendo así su arte más allá de las fronteras nacionales.
Violeta: una persona humilde
Violeta Parra nació en el seno de una familia muy humilde de San Carlos, cerca de Chillán, el 4 de octubre de 1917. Su padre era profesor de música y su madre una campesina que cantaba y tocaba la guitarra. Su asistencia escolar fue irregular, tanto por razones económicas como por el poco interés que demostró en los estudios.
Tumba de Violeta Parra en el Cementerio General
Siempre rechazó todo aquello que estuviese relacionado con lo institucional, jerárquico y autoritario. La personalidad de Violeta Parra fue definida como la de una mujer con un carácter fuerte, rasgo típico en ella desde que es pequeña.
Cuando murió su padre, en 1929, aumentaron los problemas económicos en la familia, por lo que Violeta Parra -de tan sólo 12 años- y sus hermanos salieron a cantar a los barrios de ciudades como Chillán, San Carlos, Arauco y sus alrededores.
Finalmente, en 1965 levantó una carpa-peña propia en Maipú, que después trasladó a la comuna de La Reina. Ésta tenía una capacidad para mil personas. Allí, Violeta vivía, cantaba y recibía a sus amigos, hasta el día en que se suicidó por motivos que aún siguen en la incógnita.