Gilberto Ponce 24/3/2005
Maximiano Valdés estuvo frente a la Orquesta Filarmónica de Santiago y el Coro del Teatro Municipal, junto a dos destacados solistas, en la interpretación de una las obras de mayor exigencia musical que jamás se hayan escrito. Nos referimos a "Un Réquiem Alemán" de Johannes Brahms, partitura en la que el autor da cuenta de la profunda aflicción que le provocó la muerte de su madre.
Se trata de una obra eminentemente coral, convirtiéndose en una de las favoritas de los coros en todo el mundo y es asumida como un desafío a sus posibilidades. Las intervenciones de los solistas le otorgan el equilibrio de una obra maestra.
La orquesta es fundamental no solo como soporte, pues es el complemento a la polifonía de las voces.
Hemos conocido muchos enfoques, a veces retraídos y casi introspectivos, otras con acentuación casi pictórica en los textos, como también melancólicos, lo que motiva un gran interés en sus presentaciones, por el aporte que éstas pudieran tener.
En este caso, la versión de Valdés es cuidadosa y se acerca más a la meditación que a la expresión, logrando según nuestro concepto sus mejores momentos en los números: 3º "Herr, lehre doch mich" para barítono y coro, que logra una eficaz mixtura entre solista coro y orquesta, en el 5º "Ihr habt nun Traurigkeit" el único solo de la soprano con coro, pues la dulzura de la voz de Carolina Ullrich fue ajustadísima para el carácter del trozo, complementándose totalmente con el coro en uno de sus mejores momentos.
El barítono Javier Arrey, de hermoso timbre y afinación, cantó sus dos exigentes partes con nobleza y expresión, en una obra que calza muy bien a sus posibilidades.
A la dulzura antes mencionada de Carolina Ullrich, debemos agregar su afinación impecable, así como el manejo dinámico y expresivo de su voz.
La orquesta en un gran nivel de disciplina, muy afinada y respondiendo a las indicaciones entregadas por su director en cuanto a fraseos y dinámica. Pueden no convencernos algunos de los equilibrios entre familias, pero fue la respuesta a la concepción de Valdés.
El Coro del Teatro Municipal dirigido por Jorge Klastornick, conjunto profesional y sin duda uno de los más prestigiados de nuestro país, no respondió según nuestro concepto a las expectativas. Su rendimiento vocal por cuerdas fue disparejo, sopranos que en ciertas frases lucieron desafinadas y otras un tanto estentóreas, los tenores sin duda descollaron por su afinación y buen sonido, contraltos y bajos con sonidos parejos y bien timbrados. Quisiéramos señalar que en los momentos cuando coro canta con poco sustento instrumental, percibimos una cierta incomodidad en la afinación.
Lo anterior no le resta el mérito de la cuidadosa preparación de Klastornick, en cuanto a expresión, fraseos y estilo de la obra.
No obstante las apreciaciones anteriores, es imposible no consignar el enorme placer que provoca la audición en vivo de una obra de esta magnitud, que requiere de un laborioso trabajo y que en la suma final debe dejar satisfechos a sus protagonistas.