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"Tosca" con la Sinfónica: un exitoso experimento 3/4/2005

05 de Abril de 2005 | 12:28 |
Gilberto Ponce

Una tremenda apuesta fue la realizada por el Centro de Extensión Artística y Cultural "Domingo Santa Cruz" de la Universidad de Chile, al programar como parte de su llamada temporada internacional la ópera "Tosca" de Giacomo Puccini en versión de concierto con elementos de régie, vestuario e iluminación.

Desafío grande, sobre todo si consideramos las dimensiones del escenario del Teatro de la Universidad de Chile, con la orquesta, cantantes y coro sobre el mismo.

Creemos que el éxito obtenido se debe a la seriedad y solvencia de quienes estuvieron a cargo de la puesta. Miryam Singer no sólo es una gran cantante. Sus trabajos como directora de escena y vestuarista la avalan en una carrera en la que también tiene algo importante que decir. David del Pino, el director de la Sinfónica, ha dado sobradas muestras de su afinidad con la música programática, y su colaboración en la régie de esta Tosca demostró su capacidad en este terreno.

Utilizando los costados, el fondo y el frente del escenario, con una iluminación inteligente (Carlos Torres y Lautaro Mura), con un vestuario entre realista y conceptual, con mínimos elementos de tramoya, se logró un espectáculo redondo en el que los cantantes demostraron que, además de cantar bien, eran capaces de transmitir todas las emociones y cambios sicológicos de los personajes del drama musicalizado genialmente por Giacomo Puccini.

La dirección de escena consideró movimientos en ambos costados del escenario, como también envolviendo a la orquesta, contándose además con una tarima y una escala al fondo para momentos culminantes. La régie logró tal grado de eficacia en su equilibrio y en el desarrollo de la tensión dramática, emocionando a un público que respondió con atronadores aplausos.

El trío de cantantes protagonistas lo encabezó Miryam Singer, de actuación memorable, tanto que en algunos momentos su compenetración en el rol la traicionó en lo vocal, impidiendo por ejemplo la conclusión del famoso "Vissi d’arte", destrozada por la emoción. El desarrollo de su personaje, desde la femenina, coqueta y celosa mujer del comienzo, a las pasiones descontroladas del segundo acto, tanto como a la esperanza y estupor del tercero, mostraron el estudio acabado de la trágica Tosca.

Gonzalo Tomckowiack, fue un convincente Cavaradossi. Con hermosa voz, fraseos e intencionalidad notables, su aria del tercer acto será recordada por lo emocionante.

Una de las escenas más impactantes fue la entrada del perverso Scarpia con sus secuaces en el primer acto, bajando desde la tarima del fondo, en sus trajes y gafas oscuras, Homero Pérez se adueñó de un personaje astuto, lujurioso y calculador, con una poderosa y hermosa voz, convirtiéndose en un contrapeso de sus antagonistas. La fuerza desplegada en el segundo acto, lo convierte sin duda en un gran Scarpia.

En los roles comprimarios destacaron particularmente Jaime Caicompai (Spoletta) y Marco Montenegro (Sciarrone), con hermosas voces y actoralmente convincentes. La niña soprano Carolina Somarriva, cantó hermosamente como el pastor en el tercer acto desde la platea alta, Esteban Sepúlveda, (Sacristán) de cálida voz desarrolló con altibajos su personaje. Sin duda el Angelotti de Leonardo Aguilar es el más débil, con actuación errática e irregular en lo vocal.

El Coro de Niñas del Colegio Sagrados Corazones, que dirige Samuel Elgueta, lució muy bien en lo vocal y en su actuación del primer acto.

El Coro Sinfónico y la Camerata Vocal de la Universidad de Chile (Hugo Villarroel y Juan Pablo Villarroel) culminaron el primer acto con un espectacular Te Deum, tanto en lo vocal como en la pequeña escena que les corresponde realizar, en ese impresionante ingreso al escenario desde los costados, el fondo y desde la platea, apoyados por una inteligente iluminación.

Puccini es un compositor para el que la orquesta no es un mero acompañante. En la mayoría de las ocasiones ésta se convierte en un personaje más, descontando el extraordinario trabajo melódico y de orquestación que caracterizan a su autor.

La Orquesta Sinfónica no es una orquesta que acompañe óperas, raramente lo hace en ballet, por lo que en esta ocasión estaba ante enormes desafíos. Pues bien, sólo podemos y sin reservas alabar su actuación. Lució un sonido excepcional, afinación perfecta, fraseos y contrastes dinámicos del más alto nivel, que confirman el nivel logrado en la gira alemana, nivel que no han abandonado. La responsabilidad es de su director David del Pino, quien logró cambiar el estilo de tocar de sus músicos, para llevarlos a ser acompañantes y protagonistas en un programa notable.

Se abrió una nueva forma de hacer ópera, que no pretende competir con el Teatro Municipal, pues no es pertinente la competencia. Son propuestas diferentes, ambas con sus valores, y mostrando que la Universidad de Chile puede realizar acercamientos de calidad a un nicho que parecía exclusivo. Se ha dado un primer paso, ahora esperamos otros, Miryam Singer y David del Pino, saben como hacerlo.
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