Marcelo Contreras
El instinto comercial de La Ley es tan intenso que hasta han montado una gira por el receso. Profesionales como siempre han sido, la despedida de anoche cumplió con todas las expectativas que su nombre genera: un espectáculo con producción de primer nivel y la entrega a todo sudor de Beto Cuevas.
El número de la banda chilena más exitosa en el extranjero sólo se vio ensombrecido por la pésima acústica del espacio Riesco. Bastaba alejarse un poco del centro del escenario para que el sonido se distorsionara por completo.
La Ley siguió en su rol. Clavería confirmó una vez más que el escenario y no el estudio es su ambiente natural, mientras que Frugone estuvo particularmente inspirado. Pero, sabemos, La Ley es Beto Cuevas. Hizo lo suyo, transmitió su cosmética vibra. El reflejo fue una sala emocionada y conforme. La Ley en vivo vale lo que se paga.