Íñigo Díaz
De seguro el baterista Billy Cobham nunca imaginó que su "Red baron" podría llegar a tener un solo de quena. Lo tuvo. Y lo propuso el más desconocido de los sidemen convocados para acompañar el histórico regreso a Chile del baterista, tras 15 años: Patricio Quilodrán. Tandems de trompeta y tenor, o de alto y trombón hemos visto por cientos, pero una dupla de saxofón y aerófono andino resultó toda una novedad. Las bandas de fusión tienen "permiso" para eso y mucho más.
Con cintillo naranja y pantalón de cuero, Cobham ingresa al escenario entre el estruendo de sus seguidores más acérrimos y con solo golpe envía al público de espaldas. Era "Red baron", el anuncio luminoso de la entrada al show. Una pieza flotante que se desplaza por el mismo groove reconocible de hace 32 años, cuando el baterista de la Mahavishnu Orchestra debutó como solista con Spectrum (1973).
A la salida del concierto, un espectador que estuvo también en el Estadio Chile en 1990, en la primera visita de Cobham, opina que es muy distinto tocar con 45 años y no 60, y con los músicos de su propia banda y no con una agrupación que sólo ensayó una vez. Pero la all stars nacional respondió a los requerimientos de esta música en alerta roja, exigente técnicamente y de milimétrica factura.
Ángel Parra no sólo las hizo de anfitrión, sino que fue en busca de sus recordados años jazz-rockeros con sonido Fender (fue alumno de Frank Gambale, el guitarrista original de Cobham en esta gira). La opinión fue unánime: Christian Gálvez y las cinco cuerdas de su bajo activo están para plantarse en cualquier escenario del mundo donde haya jazz enchufado.
Cobham agradeció el gesto tocando dos antiguas composiciones de Ángel Parra ("Hans" y "Manitos pequeñas") y un clásico universal en rítmica latinoamericana ("Gracias a la vida"). Pero más allá de los ensambles conjuntos del septeto, lo mejor siempre fue observar al baterista en su propia e impresionante operativa. Sobre el pulso de la negra 60, el solo que comenzó a las 21:39 y terminó a las 21:46 se desbordó en semifusas. Tocando el hi-hat con los dedos, abollando los platillos de arriba hacia abajo y viceversa, quebrando toda lógica del beat cuadrado, antes de alcanzar el clímax con "Stratus", Cobham mostró cómo debe tocar un baterista de jazz-rock: Porque si el doble show del viernes hubiera sido un pugilato y el escenario del Teatro Oriente un cuadrilátero encordado, el rival de Cobham se hubiera ido a la lona antes de los 180 segundos del primer round.