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Un conjunto de buena proyección 30/9/2005

06 de Octubre de 2005 | 17:55 |
Gilberto Ponce

El Instituto de Música de Santiago está ofreciendo —como parte de sus labores de extensión— una interesante temporada de conciertos de cámara en la sala de eventos del edificio Corporativo de la Telefónica, que también los auspicia. Allí tuvimos oportunidad de escuchar a la Orquesta de Cámara de esa casa de estudios, bajo la dirección de Zdzislaw Czarnecki.

Esta orquesta es una juvenil agrupación de cuerdas, nacida a instancias de su director, y cuenta con una mayoría de egresados del mismo Instituto. En ella es importante el entusiasmo que ponen en cada una de sus interpretaciones, las que sin duda se irán afianzando en la medida que logren actuar en forma más frecuente, lo que conlleva un trabajo regular de ensayos.

En la actualidad cuenta con doce instrumentistas de cuerda, a los que se agregan invitados según los requerimientos. En esta oportunidad los solistas concurrentes fueron el flautista Jascha Koneffike y los concertinos de la Orquesta Sinfónica Héctor Viveros y Alberto Dourthé.

Ante una sala atestada de público, que incluso debió sentarse en los pasillos, presentaron un programa barroco con obras de Johann Sebastian Bach y Johann Pachelbel.

La nada fácil Suite en Si menor, para flauta y cuerdas de Bach con Jascha Koneffike de solista abrió la jornada, con los jóvenes un tanto nerviosos, lográndose hacia el final de la Obertura el afiatamiento necesario.

El rendimiento del solista fue en general solvente y seguro, sin destacar demasiado en lo musical. Tal vez trató de afiatarse lo más posible a la orquesta, y no marcar diferencias virtuosas, aunque si brilló con luces propias en el número final, la famosa Badinerie.

La dirección de Czarnecki fue cuidadosa, enfatizando los contrastes entre los diferentes números, elegantes algunos, enérgicos y rítmicos otros, mostrando de esta forma su visión de la obra.

El celebérrimo "Canon", de Johann Pachelbel, mostró las luces y sombras del conjunto. Luego de un comienzo excelente en sonido y carácter, perdieron peso. Se diluyeron algunas líneas melódicas, como si no estuvieran convencidos de sus reales posibilidades musicales, que las tienen en abundancia, pues en varios momentos sus logros fueron más que interesantes.

En la obra de cierre se produjo un cambio notable, en lo musical y en la energía de la entrega, escuchamos el Concierto para dos violines y orquesta de cuerdas de Johann Sebastian Bach, con Héctor Viveros y Alberto Dourthé como solistas. Sin duda la presencia de estos notables músicos fue fundamental en el cambio observado. Sus fraseos y líneas melódicas, los arcos y la intencionalidad, influyeron en los instrumentistas y en un director que se vio totalmente a gusto con esta versión.

Que importante es ver a fogueados solistas entregando su experiencia a jóvenes que se están iniciando, Dourthé y Viveros hacen un gran bien a la música de nuestro país, al participar de estos eventos, pues los noveles músicos no olvidarán fácilmente esa experiencia, que les llevó a tocar con la calidad que en verdad tienen.

En resumen una orquesta que tiene mucho que entregar, con un musical y solvente director, en una temporada donde se puede escuchar a solistas experimentados junto a jóvenes ansiosos de hacer bien las cosas, esfuerzo que se agradece al Instituto de Música de Santiago y a la Fundación Telefónica.
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