SANTIAGO.- “Me da lo mismo por Juanita que por Pedrita", le decía una chica a la otra. El diálogo se producía en el contexto de una inminente asamblea donde las chicas debían elegir a quien enviarían a combatir con la ruda de Angélica.
El diálogo se producía al interior de los retretes y así como las interlocutoras estaban confundidas con respecto a su voto, el Televidente estaba desorientado porque no sabía quienes eran las que debatían en tan oscuro lugar.
Tan oscuro como los retretes era la duda que se cernía sobre las granjeritas. “Yo soy un ente individual", decía una. “Esto puede parecer un complot, pero no lo es ¿o sí?", se preguntaba otra. Y el Televidente ya no sabía de qué demonios estaban hablando. Y es que a esta altura del año, el Televidente está fundido. Como lo está seguramente cualquier otro televidente, como lo está sin duda alguna cualquier ciudadano común.
Y viene la asamblea. Una asamblea en la que Angélica dijo que no le gustaría enfrentarse a Maca. Una asamblea en la que Isolina aseveró que a ella no le gustaban las cosas sucias ni a dos bandas y que por eso votaba por Rommi.
Aquí el Televidente hace un paréntesis para recordarle al lector que hace varias semanas había denunciado en estas mismas páginas que Romina era una mujer con dobleces, poco honesta en su mirada (en una de las tantas miradas que es capaz de fingir cuando se lo propone), manipuladora y poco confiable. En fin. Cierre de paréntesis.
Como sea, las chicas terminaron eligiendo a Rommi para el duelo, en una asamblea confrontacional. “Siempre terminas dando vueltas las cosas", le dijo Débora. Y Romina terminó clamando piedad: “No sean tan duras, chicas, si ya estoy acá", dijo cuando no terminaban de enrostrarle sus dos y más caras, a pesar de que ya había sido elegida para el duelo.
Eso a Rommy y le dolió. Y lo demostró llorándole su rabia a su gran amiga Claudia (a la que ya había traicionado y abuenado en un par de oportunidades), junto al río, lugar donde las penas se las lleva la corriente.
“Tú no sabes lo que es llorar como si estuvieras en un funeral", le decía entre sollozos a Claudia.
Mientras tanto, Viví, la reintegrada reina del Axe, quien no pudo asistir a la asamblea por encontrarse enfermita, aplicó también a esta situación una lógica sin par: “Ella no es mala, pero todo lo que hace tiene maldad", dijo refiriéndose a Romina.
Pero pocos minutos antes del duelo, como siempre todas hicieron una aclaración de cuentas express, y se olvidaron de los cuchillazos en la espalda y de las sonrisas falsas.
Y en el duelo, una enfocada y certera Angélica, hizo trizas a Romina, quien dejó atrás La Granja dejando en el aire su estela maquiavélica, que al menos en este juego, no le sirvió de nada.
Tanto, que el Televidente no tenía ningún interés en lo que pueda decir Romina en “Encuentros cercanos", porque El Televidente no le cree nada a Romina.
Pero al poco andar, el Televidente descubrió que la panelista estable Lorena Capetillo, tenía una impresión muy similar a la de él: “Ella no tiene una línea. No le creí nada. Ni sus palabras, ni sus reconciliaciones", dijo la actriz. Y eso cautivó para siempre la atención del Televidente. Al punto que fue sólo por eso que decidió no apagar la televisión, como ya tenía decidido hacerlo, para ver el programa completo.
Durante el programa, el Televidente se dio cuenta de que “mi amor" y “gorda" son conceptos recurrentes en el vocabulario de Romina. También pudo confirmar que efectivamente, la última eliminada no es una mujer de fiar y que ella no tenía ningún empacho en reconocerlo. “El que esté libre de pecado que tire la primera piedra", dijo la chica cuando se refirió al viejo hábito del pelambre, tan arraigado en nuestra cultura. Por suerte el Televidente no tenía piedras a la mano, porque habría reventado la pantalla.
Tras uno de los clásicos recuentos sobre su paso por la granja, con segmentos dedicados a su histrionismo (que era precisamente el que utilizaba para sus artimañas), su amistad con Claudia, y otros, en un momento la actriz hizo un mea culpa. Pero no con respecto a su frialdad para el arte de la manipulación, sino con respecto al nunca resuelto rollo de la fama: “La peiné. Me creí figura", dijo después de que la mostraron asegurándole a Claudia que Coni la estaba imitando, o que el resto de sus compañeritas en la granja lo único que quería era ser como ella.
Hacia el final del programa, vino lo de siempre. Videos de la tía, el novio y la hija de Romina, en una escena que es tan predecible, que hasta la propia Romina giró en un momento la cabeza esperando que se vinieran acercando por su espalda algunos de sus familiares (cuando se supone que ella no sabía nada).
Allí se produjo el reencuentro entre madre e hija. Pero el Televidente no le creyó ni siquiera los arrumacos que Romina le profesaba a su hija (arrumacos que el Televidente pudo detectar los hacía sólo cuando la estaban enfocando las cámaras). Y lo peor de todo es que daba la impresión de que su hija tampoco le creía del todo.