Alfredo Castro ha recibido un aluvión de elogios en su paso por Cannes.
Fábula ProduccionesSANTIAGO.- "Tony Manero", es una película con una "fuerza impresionante", con un toque de "humor negro" y un discurso "anti-imperialista" potente. Así resume el diario francés Le Monde, la cinta protagonizada por Alfredo Castro y dirigida por Pablo Larraín.
Con un título que hace alusión a un "loco John Travolta, en el Chile de Pinochet", Le Monde parte describiendo la trama: "Raúl es un psicópata, ciego ante el contexto político que lo rodea", que se prepara para concursar como un doble de su ídolo John Travolta y que carga con una serie de asesinatos de por medio.
Esta historia, de "humor negro", como lo califica el influyente medio francés, es la segunda obra del cineasta Pablo Larraín. "Es una cinta con un estilo realista tipo documental; oscura y sucia, que asemeja las películas de la nueva ola de los años 70", agrega.
Según Le Monde, el personaje de Raúl, interpretado por Alfredo Castro, es más parecido a Al Pacino que a John Travolta. Es como "esos personajes perdedores que encarna Al Pacino", citando películas como "Serpico" y "Caracortada".
El medio finaliza haciendo referencia a cómo Raúl se asemeja a Pinochet en el sentido de ser un "loco asesino que concurre a discoteques".
Británicos también la aplauden
En una de las primeras críticas publicadas por medios ingleses, el Screen Daily imprimió positivos comentarios sobre la cinta chilena, en especial destacando la actuación de Castro y los comentarios sublimes que logra concretar el director.
La película es descrita como "un inquietante estudio de personalidad con un mordaz filo de sátira social" y se afirma que funciona en tres niveles: como el estudio de un solitario pervertido, como un comentario sobre el fanatismo fetiche, y como "un retrato de los traumas nacionales de Chile durante la dictadura de Pinochet".
Eso sí, el diario recalca que la película seguramente no trascenderá en taquilla, pero avisora que tendrá mucho éxito en el circuito de grandes festivales. "Sin tener una posición política de forma explícita, Larraín y sus co-guionistas ofrecen un comentario sugerente sobre la forma en que las sociedades se refugian en la fantasía y el rechazo en tiempos de represión", sella el diario.