SANTIAGO.- No llegaron futbolistas y los famosos se contaban con la mano: “Luli”, “Charola” Pizarro, los cantantes de K-ronica y la Sonora Palacios.
Tampoco fue una despedida grandilocuente. Pese a que la entrada era liberada, en su última noche la disco Kmasú, la misma donde Pinilla se peleó porque le robaron una botella de wisky, lucía semivacía, con poca silicona y mucho trago barato. Lejos de la imagen de glamour que en su mejor momento aportaba la clase media emergente -los nuevos ricos-, que irrumpió en los programas de farándula.
Anoche, el entusiasmo lo aportaron más los adultos mayores que hicieron de la Kmasu su centro de diversión los domingos. Llegaron cerca de 50. En este ambiente de funeral, con reggaetón de fondo, se paseaba María Meneses, más conocida como la “Tía Mané”, secándose las lágrimas con las mangas de su chaleco.
Las confesiones de una "señora de la noche"
La dueña de la disco era la que más sentía el cierre de su local, tras una agria disputa con el alcalde de Ñuñoa, Pedro Sabat. El municipio decidió no renovar las patentes de alcoholes porque, según el consejo, se permitió el ingreso de menores de 18 años a un local de expendio de bebidas alcohólicas.
“No sé si esto es una persecución, pero estamos dispuestos a seguir peleando para no irnos de la comuna”, explicaba una desconsolada dueña a Emol. “Irrarázaval (donde se encuentra el recinto) es una calle comercial, no residencial. No molestábamos a nadie”.
¿Qué acciones piensa seguir?
“Le entregamos todos los documentos a nuestro abogado. Espero que le echen una hojeada las autoridades municipales y vuelvan a pensar sobre nuestro caso. Que vean que estamos dispuestos, esperando, a poder solucionar nuestros problemas”, decía la “Tía Mané”, sin saber qué va a pasar con su recinto que tiene arrendado por un año y medio más.
Para ella, el local, confiesa a Emol, es más que un galpón de fierro y cemento. Acá hizo fortuna. “Yo soy de origen bien humilde. Me crié en una población de ñuñoa muy pobre, empezamos de abajo”, empezó a recordar.
Con su hijo, partió en el negocio de la entretención con un restorán donde hacían fiestas para universitarios. “Como no teníamos patente, decidí arrendar acá (en Irrarázaval) para poder trabajar en una discoteque. Partí de la nada. Tuve un año parado todo, esperando la patente. Esto era un galpón, con un mesón y unos vasos, porque no había capital”.
En medio de la entrevista, la “Tía Mané” aseguraba que siempre se preocupó por todo. Que sus clientes eran los más importantes, confesaba con una indiscreta sinceridad.
“Hasta tenía un convenio con la Help, que servía para las niñas que se descompensaban en la disco porque tomaban pastillas para no comer. Mucha gente se atendía acá cuando tenía problemas. Por eso digo que hay mucha inversión aquí”.
El secreto del éxito
Tía Mane, ¿y cuál era su futbolista regalón?
“Eran todos, todos. Y ellos estaban protegiéndonos siempre”.
¿Y usted igual los cuidaba?
“También, como cuando tenía que darles consomé en la mañana. Son regalones de la casa, de mucho tiempo que venían. Ellos no eran famosos cuando venían. Y ahora que lo son, nunca se han olvidado de los cariños de la tía”.
¿Cómo llegaron los futbolistas a la Kmasú?
“Mi hijo era amigo de Hernancito (Hernán Torres, ex preparador físico de Colo Colo), que estaba metido en el fútbol. Ahora está en Independiente. Con mi hijo, se fue metiendo en ese círculo y empezaron a venir a la disco”.
¿Le han hecho ofrecimientos en algún partido político?
“Sí, me han ofrecido que me postule a alcaldesa, a concejala. Pero no me interesa. No es lo que sé hacer. No es mi trabajo. No puedo destacarme en eso. Lo que me gusta es esto”, dice mirando la disco.
¿Cree que los programas de farándula le hicieron daño a la marca Kmasú?
“No, para nada. Estoy agradecida de todos los programas. A veces exageraban un poco, diciendo que un futbolista le pegó un ‘vasazo’ a otro, pero la realidad es que había tenido la intención, pero no llegaba a hacerlo. Pero ellos contaban lo que pasaba nomás. No puedo culparlos a ellos”.