MAR DEL PLATA.- El actor suizo Bruno Ganz posee una prolífica carrera en teatro y cine, que lo llevó a actuar a las órdenes de grandes directores alemanes como Werner Herzog, Wim Wenders y Volker Schlöndorff. Sin embargo, fue gracias a su papel como Adolf Hitler en "La caída" ("Der Untergang"), en 2004, que se hizo conocido mundialmente.
Su imagen también se popularizó a través de Internet con el uso que se le ha dado a algunas secuencias de la película sobre el líder nazi para
las más diversas parodias.
De visita en Argentina como invitado del
Festival de Cine de Mar del Plata, donde se proyectarán dos de sus películas, la suiza "El día del gato" de Wolfgang Panzer y "La caída" de Oliver Hirschbiegel, Ganz dijo en entrevista con dpa que a pesar de que "tenía muchos escrúpulos, cuestionamientos morales y también miedo" a la hora de aceptar el papel de Hitler, nunca se arrepintió de haberlo hecho.
"Meterse con el nacionalsocialismo y aún más con Hitler es como pisar terreno prohibido. En Alemania la gente o bien se ríe y dice que ya es parte del pasado o enseguida se asusta, es una figura que los inquieta. Uno pisa esa zona prohibida casi bajo riesgo de perder la vida", afirmó el actor, quien recordó que muchos de sus amigos y seres queridos le advirtieron que "ni se le ocurriera" aceptar el papel.
Sin embargo, según Ganz, muchos otros habían interpretado al mismo personaje (entre ellos Alec Guiness en "Hitler, The Last Ten Days", de 1973 o Anthony Hopkins en el telefilm "The Bunker", de 1981), y él como actor se vio seducido por el desafío. "A fin de cuentas, sigue siendo un trabajo actoral como cualquier otro, aunque antes haya que atravesar muchos cuestionamientos morales. Como actor vi el potencial que tenía el papel y me pareció increíblemente interesante. Nunca me arrepentí", agregó.
Lo que sí le resultó más difícil que en otros trabajos fue "sacarse de encima" el personaje. "Fue un papel que me rondó durante mucho tiempo. En general los personajes se quedan con uno dos semanas, un mes después del rodaje, y luego se van desvaneciendo, pero este se me acompañó durante años. Me sentía como contaminado. En los países de habla alemana, Hitler es una y otra vez un tema en los diarios, hay exposiciones sobre él, programas... la palabra Hitler vuelve una y otra vez", explicó el actor, de 69 años, que vive parte del año en Berlín pero sobre todo en las afueras de la ciudad suiza de Zürich.
Esta no es la primera vez de Ganz en Argentina: ya estuvo en el país hace más de diez años como turista, viaje en el que, según contó, cumplió en una estancia su sueño de niño: montar un caballo criollo. "De niño estaba fascinado con los gauchos; había leído sobre ellos en los libros. Me parecían mucho más elegantes y mejor vestidos que los cowboys porque en vez de lazo tenían boleadoras y me encantaba el tema del mate y la bombilla".
Antes de dedicarse al cine y actuar a las órdenes de Eric Rohmer en "La marquesa de O", de Wim Wenders en "Cielo sobre Berlín" o Francis Ford Coppola y Stephen Daldry en las más recientes "Youth Without Youth" y "El lector", Ganz se formó como actor de teatro. Sobre las tablas interpretó a Shakespeare, Friedrich Schiller y Henrik Ibsen, entre otros autores, algo que, según explicó, lo ayudó mucho a preparar más adelante personajes históricos en cine como el de Hitler o el mentor espiritual de Lutero en el film de mismo nombre de Eric Till protagonizado por Joseph Fiennes.
"Con la gente con la que hacíamos teatro nos propusimos investigar y aprender sobre cada época a través de la literatura. No queríamos aprendernos los textos como si fuera una obligación. Cuando se pierde el miedo pequeñoburgués a la literatura, es increíblemente interesante, uno aprende mucho", dijo Ganz, quien además explicó que siempre fue un gran lector y se interesó por otras épocas históricas. "Qué hubo antes de nosotros, qué cosas pasaron; son preguntas enriquecedoras y amplían los puntos de vista sobre el presente", añadió.
Como casi no hay registros fílmicos sobre los últimos días de Hitler en su búnker, Ganz recurrió a los libros para componer su personaje: "Muchos de los que estuvieron en el búnker escribieron libros sobre él y con ellos lentamente fui componiendo su imagen. Fue como ir armando un rompecabezas: obviamente la secretaria o la telefonista lo percibían de una forma distinta que un alto oficial nazi, aunque había relatos coincidentes, como sus ataques de ira o los gritos que atravesaban las paredes".
En casi 50 años de carrera cinematográfica, Ganz tuvo la oportunidad de actuar junto a figuras como Gregory Peck y Laurence Olivier en "Los niños de Brasil" (1978), Isabelle Huppert en "La dama de las camelias" (1980) y el "hombre salvaje" del cine alemán, Klaus Kinski, en la versión de Werner Herzog del clásico del expresionismo alemán "Nosferatu". De ese rodaje, Ganz recuerda las "broncas terribles" que tenía Kinski con la producción. "No fue algo agradable. Pero yo personalmente no me puedo quejar, conmigo Klaus Kinski siempre fue muy amable", recuerda.
Ganz afirma que su interés por el teatro hoy en día ya pasa solamente por lo teórico. "Entendí mejor el hacer películas y me encanta hacerlas, además tengo la sensación de que cada día voy aprendiendo más y lo voy haciendo mejor", explicó. "Hay que aprender a tenerle confianza a la cámara. En el teatro uno está más elevado, tiene a cientos de personas delante de sí y está obligado a transportarse hacia el salón; con la cámara no hay que transportar nada, ella te mira muy fijamente. Con el tiempo uno le va teniendo tanta confianza que hasta siente que le puede leer el pensamiento".