Pudo haber sido una pretemporada de las mejores. En Maquinaria, en La Cumbre del Rock Chileno y en Pulsar tocó consecutivamente Camila Moreno en noviembre recién pasado: tres festivales seguidos en Santiago, como pensados para llegar a punto al lanzamiento de Panal, el disco que ella va a estrenar en vivo este viernes 21 de diciembre.
Pero si hay que ser honestos, y Camila Moreno lo es, al parecer no era tan buena idea.
-La verdad es que no me sirvió mucho para el lanzamiento -sonríe, unos pocos días antes del estreno del disco-. Esos shows fueron como cerrar un ciclo de tocar mucho canciones antiguas y algunas nuevas. Pero el 21 vamos a presentar el disco entero, y pretendemos de ahí en adelante mostrar cada vez más canciones de ese disco.
Tampoco estuvo mal. "Me encanta estar al aire libre, que haya mucha gente y que canten las canciones cada vez me vuelve a sorprender. Nunca espero que la gente se sepa las canciones. Siempre eso es un regalo", dice. Y esos festivales le permitieron probar en público algunas de las catorce canciones de Panal, en especial los singles radiales, la enérgica "Incendié" y la íntima "Raptado", aunque con resultados dispares, como revisa la misma cantante y con la misma franqueza.
-Eso lo vengo probando hace rato. "Incendié" funciona súper bien en vivo, por ejemplo, pero las canciones más íntimas… porque en general el disco es más pa'dentro, más suavecito. Y es difícil enfrentarse a un público masivo con canciones demasiado íntimas.
-En Pulsar avisaste que era primera vez que tocabas "Raptado".
-Sí, y salió malito. El festival del acople, la guitarra no sonaba…
-Ahora para el lanzamiento es la hora de la verdad.
-Puede parecer capricho, pero para mí es una necesidad el hecho de tener por lo menos una vez en escena cornos, arpas, cuerdas, que suene con los instrumentos reales que hay en el disco. Porque, después, tener una banda con tres cornos, dos cuerdas, un arpa, es imposible por lo menos para mí ahora. Y es alucinante estar tocando con un arpa, clásica, grande, es súper bonito, es emocionante.
Lo que significa un panal
Para tocar esos cornos, arpas, cuerdas y otros instrumentos habrá catorce músicos en escena este 21 de junio en el escenario del centro cultural Matucana 100 de la capital, en el estreno de Panal.
Entre ellos estará la banda de la cantante, que consiste en la propia Camila Moreno (voz, guitarras y teclados), Iván González (guitarra eléctrica), Tomás Preuss (sintetizadores), Rodrigo Muñoz (bajo), Matías Mardones (batería y percusión) y Gabriel Lele Holzapfel (percusión), además de las cantantes Natisú y AirelavaleriA como invitadas.
De todos ellos sólo Matías Mardones participó en el disco, un álbum grabado con el productor Cristián Heyne y con invitados como la cantante colombiana Andrea Echeverri, vocalista de Aterciopelados y también solista, y el guitarrista estadounidense Trey Spruance, integrante de la banda rockera Mr. Bungle. Los dos acompañan a Camila Moreno en "Incendié", que además es la primera canción del disco.
Y no será la primera del concierto. "No va a ser el mismo orden del disco, por una complicación de que, por lo menos en vivo, todos los músicos tocan instrumentos diferentes en una misma canción", explica ella. "Tomás (Preuss) se tiene que cambiar al (sintetizador) Microkorg, a la mandolina, a la guitarra eléctrica, a la guitarra acústica. Estamos experimentando con hartos instrumentos diferentes. Y también quise hilar el show por una cosa como de humor. No quería partir con 'Incendié': quería partir más suavecito".
-Al revés del disco.
-Claro, el disco parte así. El orden de las canciones del disco lo armé yo. Y (Cristián) Heyne nunca estuvo de acuerdo -se ríe-. Me decía que tenía que partir con cosas nada que ver, con las canciones más oscuras, para al tiro introducir el disco a la gente. Me salí con la mía nomás. Pero el show, por una cosa anímica, por una decisión de narración un poco teatral que estamos buscando, parte más lento y se va desarrollando. Incluso uno podría hilar una historia a raíz de las canciones. Eso me gusta: llegar y agarrar las cosas como un puzle, que pueden remoldearse, y cada vez que lo armes de nuevo va a surgir una historia diferente. Un poco como lo que aprendí del cine: editar, rearmar, historias no lineales. Éste no es un disco lineal. Creo que cada uno podría hacerse su propio setlist en su casa. Eso para mí es como un sueño, que la gente me dijera "éste (orden de canciones) está mejor".
-¿El orden que ya tiene también es una historia?
-Para mí fue la más coherente, y también fue una cita a los últimos discos que escuchado, de hartos artistas que me gustan, que parten con dos canciones muy fuertes y después el disco se entierra. Y esas dos canciones son un engaño, o son la parte extrovertida de este ser que está hablando. Y en general yo parto con lo extrovertido, la gente cree que yo soy extrovertida y todo eso, pero en verdad no: en verdad soy súper depresiva -sonríe.
-¿Este disco es una foto de eso?
-Sí, es una foto. La imagen del panal era la imagen de un mundo interno, de un ser. En este caso de una parte de mí tal vez, de una Camila más ficticia o más extrapolada de mis propias emociones. Tiene que ver con visitar el mundo interno de alguien. Porque un panal es como un microorganismo de muchos seres concentrados sobre un mismo centro, y ésa es la sensación que quería producir, cuando te dicen panal: zzzzzmm, algo que zumba. Y ese zumbido también conlleva un trance, un estar pegado en una frecuencia, y creo que el disco tiene esa frecuencia, esa vibración.
-Un panal es al menos dos cosas más: algo que tiene un contenido dulce, y algo que te puede dañar, si te pican las abejas. ¿También tiene que ver contigo todo eso?
-(Se ríe). Claro, las abejas te pueden dañar. No, pero también puede haber un panal seco. Creo que cada persona tiene un panal adentro y transita por distintos estados, como las estaciones. Sentí que tuve que ir a buscar mi panal porque no podía componer. Necesitaba ese estado, necesitaba hacer el panal zumbar de nuevo, que sonara de nuevo, porque no lo encontraba.
Mi canción favorita: una idea
És es el bloqueo interno que Camila Moreno recuerda haber enfrentado, antes de escribir las canciones del disco y de empezar a trabajar con Heyne, proceso en el que estaba a mediados de 2011. Y fue preciso hasta un viaje de largo aliento: hasta Tierra del Fuego.
-Sí, estuve como dos años sin componer, yo creo. O al menos los viví como dos años. Este disco lo compuse como a goteras. No es que me encerrara y lo compusiera en dos semanas. Cuando me fui a Tierra del Fuego a componer creo que hice dos canciones, pero me tuve que encerrar para hacer ese desbloqueo, para poder conectarme con esa frecuencia, con la que yo antes me conectaba con facilidad, cuando viajaba y hacía canciones o cuando llegaba y hacía una canción porque sí, y que probablemente algunas personas la iban a escuchar, tal vez yo o mi abuelita. Pero ahora es diferente.
-¿El bloqueo tuvo que ver con eso, con la expectativa de que más gente te estaba escuchando?
-Sí, creo que el bloqueo tuvo que ver con varios puntos del mundo exterior. Como decir "Haz una canción para los estudiantes". Y sí es importante, pero no me nace, en este momento. O "Haz una canción porque están matando a las ballenas", ese rollo social. O "Haz una canción pop, para que en tu carrera no tengas que estar todo el rato luchando". Entonces todos esos consejos o intenciones de la gente te llegan. Yo tal vez escucho mucho a la gente, entonces me empiezo a enredar. Y también está la presión interna, la auto-presión de que tengo una herramienta de comunicación: qué voy a hacer con ella. Puedo decir lo que yo quiera. Es la sensación de tener un arma. Y fue complejo, porque esa arma le da a uno una responsabilidad en cierta forma, o tal vez yo me lo viví así. Entonces tenía que hacer canciones sociales, canciones inteligentes, canciones pop, y de repente dije: "No. Tengo que hacer canciones que hablen de los limones, o de cualquier estupidez, mientras sea lo que a mí me pasa". Y creo que en el disco es súper del ombligo, enfocado en una sola cosa, y yo mirando mi trabajo, mi carrera, mi pega, sentir muchas equivocaciones que he tenido por ingenua o por llegar y arrojarme. Fue un bloqueo súper largo.
-De todos modos hay algo de "canciones sociales" en el disco.
-Es lo que me pasa cuando compongo canciones que la gente llama sociales: yo no las vivo como "canciones sociales". Es una emoción que siento, en este caso de rabia, de impotencia, de empatía, y que cuando llego a ese lugar puedo componer. Si no, si es solamente intelectual, no lo podría hacer.
-La letra de "De que", por ejemplo, se escucha contingente.
-Sí, pero igual es como interpretable.
-Dice "Te compran con el engaño de que algo te va a faltar": eso sirve desde para los celulares hasta las isapres.
-(Se ríe) Es que en "De que" por ejemplo no hay… es una sensación generalizada que tengo cuando voy caminando por la calle o cuando estoy viviendo en esta sociedad: de qué sirve todo eso, para qué levantaron todos estos edificios. Me viene esa sensación del extrañamiento que habla (Julio) Cortázar. Primero me viene un extrañamiento social, que es fácil de sentir, porque es todo muy raro, desde que estamos en un edificio a que usamos esta ropa. Pero hay otro extrañamiento, que es ya más biológico, del ser humano, de preguntarse por qué estoy en un cuerpo. Cuerpo. Todo es extraño, empiezas a sentirte como un alien. Y me encanta esa sensación. Encuentro que es una sensación bacán para componer.
-Es una letra abierta: la parte de las "bombas como aspirinas" puede llevar a las protestas callejeras de los últimos años.
-Sí, también: de hecho esa imagen es de cuando estábamos protestando y tuvimos que escapar de las lacrimógenas. Pero no voy a hacer una "canción contra las bombas lacrimógenas" -se ríe-. Tal vez soy más dispersa en ese sentido. O más visual: es una imagen, una sensación.
-El año pasado hablabas de una canción que estabas componiendo que era todo lo contrario de esto: decía algo así como "Chao, perdedor, ándate de aquí".
-¡Ah, verdad!
-Pero parece que no quedó en el disco.
-No, no está. Nunca fue una canción… -intenta recordar de la letra-: "Ándate, perdedor". Qué gringo.
-Era exactamente "No te soporto más / eres un perdedor / Ya no te quiero más / ándate ya de acá". A lo mejor para un lado B está bueno.
-Buena. Lo que pasa es que en esas goteras de composición yo iba enviando a Heyne las cosas que iba haciendo. Y a veces solamente le mandaba ideas sin resolver. Y en eso salieron veintiséis demos (grabaciones preliminares), y de esos veintiséis se acotó a catorce canciones. De hecho hay una canción en el disco que se llama "Idea", que yo le dije a Heyne "Esto es una idea". Y él me dijo "No: esto es una canción". Porque es una improvisación. De hecho igual se nota y es mi canción favorita el disco, porque es como un comentario, ¿cachai? Como que aparece y desaparece y como que no estuviera en ninguna parte. Me gusta eso: no tiene coro… es como una persona que se mete a un lugar, hace un comentario cortito y después se va. Por eso me gusta harto el disco, porque tiene esos dos pilares: uno súper casero, íntimo, fresco. "Mandarinas" y "Ya no tengo cuidado" son dos canciones donde quedaron los demos (como versiones definitivas). No las volvimos a grabar, porque intentamos reproducir la onda que tenían los demos y no se podía. Y también tiene el otro lado, que fuimos a buscar a Héctor Castillo (el productor venezolano que mezcló el disco en Nueva Yotk), y me encanta como suena: súper opaco, con unas texturas ricas. Es un disco sonoramente oscuro. Y eso me encanta.
Yo soy mala
-También en un momento dijiste "Este disco se debería llama Yo". Y ahora se llama distinto, pero podría llamarse así: de hecho hay cinco canciones tituladas en primera persona, y en "Caer" dices "Me hundí". En el primer disco sólo había dos en primera persona.
-Mira, ¿ah? Verdad. Es un análisis literario de los títulos. Bacán.
-¿Tiene que ver con cómo es el disco?
-Sí, claramente. Es como "yo-yo". De verdad habla de mis procesos y de lo que me pasa, y era algo necesario para mí. Ahora estoy súper curiosa de cómo sería hacer un disco en tercera persona. O hablar más cinematográficamente. Contar una historia de otros.
-El modo en que escribe P J Harvey, como decías.
-Sí, ella hace eso. Pero yo estoy como enamorada del disco, estoy embelesada con el disco. Estoy con una sensación de enamoramiento, eh… un poco idiota -se ríe.
-El enamoramiento de los primeros días.
-Pero me ha durado.
-Y después de componer y grabar estas canciones íntimas, ¿cómo es mostrarlas en público? ¿Cómo fue tocar "Raptado" en un lugar como el festival Pulsar, más allá de los acoples? ¿O cómo va a ser tocar "Te quise", por ejemplo?
-Lo he hecho, ¿ah? Cuando fui a mi gira a Europa (en enero de 2012) toqué "Te quise". Preferí presentarla en otra tierra antes que acá -se ríe-. Pero… funciona, a la gente le gusta llorar. A todos nos gusta llorar. Me impresiona eso del ser humano, tan apasionado. Tan cebolla. Y me gusta que la gente empatice con eso, porque también creo que a todos nos ha pasado lo que dice esa letra. A veces uno se mete en relaciones y aunque sabe que lo va a pasar mal se mete igual nomás. Por vivir la experiencia.
-El personaje que canta esas canciones es distinto en cada caso: en una se va y deja solo al otro, en la otra sufre porque el otro se fue.
-Mm. ¿Cuáles? ¿"Te quise" y…?
-"Te quise" y "Raptado".
-Ah, claro.
-¿Entonces tan autobiográficas no son? Es un juego de ser la víctima y la victimaria…
-Sí, claramente. Sipo. Si en verdad yo soy mala -sonríe-. Con el tiempo me he dado cuenta, una niña me lo dijo y yo lo creo, de que yo compongo en frases que generan imágenes, y que esas imágenes te conducen a sensaciones. Por ejemplo "Raptado" está basado en un poema haiku.
-¿Cómo es?
-"Raptado mi corazón / por las flores del cerezo, / ¿volverá a mi cuerpo cuando se dispersen?" La imagen es esa poesía. Puedes interpretar que es algo real o que es una sensación incluso espiritual. Ése es el misterio que encuentro fascinante en la gente. Creo que eso me mueve en la vida: cómo es el mundo interno del otro, como el otro percibe y siente la vida, porque deber ser diferente.
"Entonces con ese poema me pasan estas dos cosas al mismo tiempo", agrega, y se ríe de la coincidencia con Almismotiempo, el título de su primer disco. "Son dos cosas al mismo tiempo: o son muy diferentes o son demasiado iguales los mundos internos de la gente. Cuando uno lee un poema o una novela, o ve una película o escucha una canción, a veces uno se siente tan identificado que es como si te estuvieran describiendo exactamente la emoción que estás viviendo. Y eso igual es atemorizante. Porque al final se rompe la ilusión del individualismo".
-¿Un buen ejercicio de eso puede ser lo que pasa en tus conciertos, cuando mucha gente siente algo parecido, que es amor? ¿Por ti?
La respuesta es una carcajada de Camila Moreno.
-Se escucha desde el escenario cuando te gritan "Camila, te amo", ¿o no? ¿Eso no es sentir algo en común?
-Que es pesado. No sé, o sea, cómo quieres que lo viva yo. Tengo que mantenerme cuerda, po. Si me dicen "Te amo" yo los tendría que amar de vuelta, imagínate lo que pasaría.
-¿Es demasiado amor para una sola persona?
-Es demasiado promiscuo.
-Eso fue a lo que invitaste cuando en Maquinaria anunciaste el lanzamiento de este viernes. "Mi disco se lanza el día del fin del mundo, vayan y todos nos vamos a sacar la ropa y nos vamos a tocar".
-(Se ríe). Igual es una buena imagen. Es una buena película. Quiero empezar a hacer eso: a pasar películas, a mentir. A mentir. La ficción es algo que me gusta mucho.
Cuando uno vive una ciudad en bicicleta
Tierra del Fuego no fue el único destino de Camila Moreno en el último tiempo. Los dos años recién pasados han sido intensos, al menos al revisar su agenda.
En 2011 tocó con Calle 13 en el Festival de Viña (febrero) y en Santiago (septiembre), teloneó a Julieta Venegas (mayo), actuó en el festival "Yo no canto por cantar" en el Teatro Caupolicán (junio), grabó la canción de la serie "Prófugos", participó del "Concierto para Violeta" en Santiago y el norte, actuó en un tributo a Mazapán y estrenó su canción "1, 2, 3 por ti, por mí, por todos mis compañeros" (diciembre) para el disco Música x Memoria editado por el Museo de la Memoria y los Derechos Humanos.
Cambio de folio. En 2012 partió con una gira a Alemania, Francia y España (enero) junto a Quilapayún durante la cual actuó en sitios como el Teatro Aleph, del actor Óscar Castro en París; participó del festival "Un canto para no olvidar" junto a músicos como el citado Trey Spruance (abril), actuó en Mendoza y luego en México en el Festival Internacional de la Música en Guadalajara con Andrea Echeverri y Carla Morrison y en Ciudad de México con Aterciopelados (junio), luego pasó a Nueva York a mezclar su disco pero también a tocar en bares, y de vuelta se presentó en el festival Rock al Parque en Colombia (julio).
-¿Algo de eso quedó en el disco, lo itinerante de este tiempo?
-La experiencia más fuerte, el viaje que me marcó mucho, fue el de los últimos días en México y ya en Nueva York, se me abrió otra dimensión del mundo. Porque estaba mezclando mi disco con Héctor Castillo, estaba viviendo en un hostal de mala muerte, sola. Y también el hecho de viajar sola es algo que me hacía mucha falta. Empecé a vivir otra realidad. Compuse: mientras mezclábamos el disco me iba a un piano y componía, componía. Como que estaba muy inspirada. Aparte de que aprendí mucho trabajando con el Héctor. Habíamos grabado todo en Chile, en muchos lugares, muchas veces al aire libre, y cuando fuimos a Nueva York reamplificamos. Nunca había visto ese proceso, todo sonó por segunda vez.
-Aparte tocaste como en tres lugares, se llamaban Salón Hecho, Shrine, R Bar...
-Sí, verdad, qué mateo. Sí, era así. La primera tocata fue la mejor, porque llegó gente que realmente quería escuchar, de Costa Rica, de Argentina, de Israel. Como eran como cinco, nos hicimos amigos y después nos fuimos a carretear, y esas dos semanas y media me quedé siendo amiga de ellos.
-Parecía que este viaje iba a ser más "de trabajo", ¿pero al final fue igual de aventurero que los que habías hecho antes, más chica?
-Sí, fue un poco así. En México estaba con dos de los músicos, el baterista y el guitarrista, y el ex acordeonista está viviendo allá y tengo hartos amigos. Era más social. Pero una vez que me tomé el avión a Nueva York sola igual me dio miedo. Pero también tenía esa excitación. Llegué a las dos y media de la mañana a buscar un hostal, esa sensación de aventura, llegué a un lugar donde había una gotera, una cucaracha. El dueño del hostal me prestó la bicicleta, y cuando uno vive una ciudad en bicicleta se siente más dueño del lugar.
-Confirmada tu teoría de que la gente es más amable si uno viaja solo.
-Aparte si erís mujer y viajas sola, es "Venga, venga, qué le doy, huevito revuelto".
-Se aplica también a Nueva York.
-Sí, también.
-¿Tienes planes de hacer más giras fuera de Chile, ahora que el disco ya está afuera?
-Sería increíble. Vamos al (festival) Vive Latino (en México en 2013) por primera vez y ojalá que nos salgan más cosas. Quiero puro irme de gira y tengo ganas de irme con la banda. Ya fui sola a Europa y prefiero por lo menos ir con algunos músicos, porque también es una propuesta de sonido, estamos trabajando un sonido en este disco.
-En ese mismo viaje en México tocaste con Atericopelados y con Andrea Echeverri. ¿Entonces la invitaste a cantar en "Incendié"?
-No, eso fue de antes: con la Andrea nos conocimos en los Carnavales Culturales de Valparaíso hace como tres años, y yo le pasé Almismotiempo. Y fue como muy matea, porque pasaron cinco días y me mandó un mail, "me encantó tu disco", y fue como "la Andrea Echeverri me está escribiendo un mail". Fue fuerte, muy bonito para mí. Mantuvimos una relación por mail, nos encontramos en México la primera vez que fui (en 2010). Y cuando hice "Incendié" me recordó al tiro a la Andrea, a su energía. Y grabó sus partes en Colombia.
-¿Con Trey Spruance cómo fue el contacto?
-Con Trey nos conocimos acá, en un almuerzo, una cosa muy absurda, y nos hicimos amigos al tiro, porque teníamos ideas del mundo muy parecidas, del terrorismo ecológico y esas cosas. Durante esos días fuimos a mi casa y le mostré todos los demos del disco, porque lo quería invitar a tocar, y me dijo que quería participar lo más posible del disco. Grabó sus guitarras allá (en EE.UU.)
-Ahora tienes a los dos en la misma canción.
-Y funciona. Funciona heavy porque la Andrea y el Trey tienen ese espíritu rockero desenfadado que los conecta. A pesar de que no se hayan conocido.