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La genialidad de 31 Minutos barre con todo y se inscribe en la historia del Festival

El colectivo de títeres liderado por Álvaro Díaz y Pedro Peirano cautivó a un público de todas las edades, gracias a un espectáculo con tanta inocencia como filo, que cuestionó a la industria en sus propias narices.

24 de Junio de 2013 | 15:38 | Por Sebastián Cerda, enviado especial a Viña del Mar

VIÑA DEL MAR.- Un verdadero hito fue el que se vivió esta noche sobre el escenario del Festival de Viña del Mar, una de las más tradicionales instituciones del espectáculo local, y donde hoy la realidad y la ficción se confundieron en una sola dimensión.


Los responsables de ello fueron los protagonistas de 31 Minutos, el noticiero de títeres que a principios de la década pasada nació como una apuesta televisiva infantil más levantada con fondos concursables, pero que logró trascender hasta instalarse con firmeza en el registro emotivo de generaciones, incluso de aquellas que de infantiles ya tenían poco y nada.


Así lo demostró una convocatoria en la que por cierto había niños, pero que estaba dominada mayoritariamente por adultos, quienes corearon cada uno de los temas interpretados por una banda excepcional, y que se compenetraron con la propuesta de un Festival de Triviña animado por Tulio Triviño.


Pese al primer plano de los hermanos Felipe y Pablo Ilabaca, y de un grupo de voces liderado por Álvaro Díaz y Pedro Peirano (creadores del espacio), no sólo la atención de la audiencia logró ubicarse en el espacio reservado a los títeres, sino también su credibilidad.


Los cerebros del show aprovecharon esta condición para festinar no sólo con el propio Festival, sino también con referentes culturales y ciudadanos, desde la religión a Carabineros. Así, el jurado estaba integrado por personajes que prometían ponerle "Viña" o "Gaviota" a sus hijos, pero también "Jesús" (Dios), mientras que Mario Hugo suplicó a Patana "escuchar la voz del pueblo", cuando el público pedía el beso.


Todo enmarcado en la permanente espera por la llegada del Monstruo, amenizada con una competencia de canciones en la que participaron exponentes como Chascoberto ("Me cortaron mal el pelo") y Flor Bovina ("Mi muñeca me habló"), más pasos fuera de concurso como el de Los Hermanos Guarenes ("Tangananica, tangananá") y Freddy Turbina ("Mi equilibrio espiritual").


Este último se matriculó con el que por lejos fue el hit más celebrado de la noche, mientras que la alusión más aplaudida fue la de Calcetín con Rombosman, quien le respondió al voraz Monstruo del Festival que "todo niño tiene derecho a disfrutar de un espectáculo de calidad, y no de las porquerías que dan en la televisión".


Un golpe donde más duele, y a domicilio, con el sello del equipo que lidera la dupla Díaz-Peirano, quienes se retiraron con antorchas y gaviotas de este Festival. Un evento aporreado y mirado en menos por buena parte de nuestro medio, pero que en ocasiones como ésta hace que una llama de confianza en él pueda volver a prenderse.

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