SAO PAULO.- Lollapalooza cerró ayer su primer día en Brasil con mucha experimentación y algunas novedades, entre el rock bailable de Kasabian, la leyenda estridente de Robert Plant y la crudeza de Jack White, que transformaron el festival en un auténtico cruce de generaciones, con 66.000 espectadores.
"Ei galera (hola chicos)", saludó Robert Plant, el exvocalista de Led Zeppelin, en portugués, al poner los pies sobre el escenario, que por segundo año consecutivo se celebra en el Autódromo de Interlagos, en la zona sur de la ciudad de Sao Paulo.
"Brasil es increíble y las personas son increíbles: debe ser el clima, porque en Inglaterra es horrible", bromeó.
A sus 66 años, la melena rizada de Plant sigue mostrando la misma energía de siempre, aunque los agudos que lo dispararon al estrellato hayan sido sustituidos en los últimos tiempos por melodías orientales y tambores africanos.
Una fase experimental de la mano de la formación The Sensational Space Shifters y que baña ahora las composiciones del "zeppelín", quien combina los ecos metálicos con el blues pantanoso que destilan sus canciones.
Aunque estas innovaciones cautivaron a la audiencia, no consiguieron disimular la emoción de los fans al escuchar el clásico "Going to California" del desaparecido grupo británico, a la que siguieron otros seis temas del grupo que lideraba junto a Jimmy Page, como "Black dog" o "Whole lotta love".
Sin embargo, el público brasileño no tuvo tanta suerte como el chileno, y esta vez Plant no subió al escenario con Jack White para repetir el histórico encuentro que protagonizaron hace una semana en Santiago, cuando tocaron juntos "The lemon song".
White, quien fuera la mitad del alma de The White Stripes, conocido por su increíble capacidad de improvisación en directo, se regocijó dejando volar su creatividad al final de cada música, creando solos de guitarra y piano de la talla de los de Plant.
Con una gran influencia de la música country, el repertorio de White llevó hasta el éxtasis a un público exhausto tras casi doce horas de festival, pero que no paró de bailar cuando sonó "Steady as she goes" y que enloqueció cuando el británico le proclamó su amor.
"Sao Paulo te amo", gritó White, a lo que los fans respondieron: "Te amamos". Y el músico atacó de nuevo: "¡no me mintáis, yo nunca os mentiría!".
Una declaración que le valió hasta cinco "bis", a los que puso punto y final "Seven nation army", el himno que catapultó a los hermanos White a la fama.
Una horas antes, la banda británica Kasabian atacó el horario principal de la parrilla con un "show" bañado por los efectos de guitarra, que garantizaron una de las actuaciones más bailables de la jornada.
Igual que Kasabian, Skrillex, el gran emperador del dubstep, monopolizó el segundo palco del circuito, convirtiéndolo en una pista de baile por la que pasearon desde canciones rap a melodías pop y temas de ritmo jamaicano que hicieron brillar al Dj y productor californiano.
Pero si la tarde y la noche vieron pasar a viejas y nuevas glorias mundiales por el circuito que usa la Fórmula Uno en el Gran Premio de Brasil, la mañana estuvo dominada por la escena musical brasileña, con la banda de Río de Janeiro Baleia a la cabeza, que se enfrentó en el palco más importante del recinto a una todavía tímida audiencia, de no más de 300 personas.
Al quinteto le siguieron sus vecinos cariocas Banda do Mar, que a pesar de defender un repertorio más que previsible, consiguieron sacar el lado más romántico de la audiencia que, al final del concierto, ya estaba más que preparada para afrontar los platos fuertes del día.
Una jornada que, sin embargo, no cumplió con las expectativas de público y que, con 66.000 mil personas -14.000 menos que el año pasado- dejó una imagen del inmenso predio de Interlagos bastante vacía.
Con todo, ello no afectó a una programación que consiguió convertir el festival en un espacio donde rockeros de todas edades intercambiaron influencias, acostados en el césped o bailando a más no poder.
Para hoy varios pesos pesados son esperados para el cierre de la edición 2015 de Lollapalooza en Brasil, nada menos que Molotov, Interpol, The Kooks, Smashing Pumpkins, Calvin Harris y el dueño del hit global "Happy", Pharrell Williams.