La fiesta multicolor de Pharrell Williams puso el broche de oro a Lollapalooza.
EFESAO PAULO.- Lollapalooza se despidió este domingo de Brasil y, de paso, puso fin a su nueva aventura sudamericana, la segunda que incluye pasos por Chile, Brasil y Argentina.
Dejando entrever que el equilibrio entre las esferas comercial e indie se rompió en parte en favor de la primera, el festival puso punto final a su aventura en el continente, esta vez animada por bandas como The Kooks, Kasabian e Interpol, pero sobre todo por los DJs Calvin Harris y Skrillex.
Estos últimos ratificaron en Brasil que fueron los más populares en el tour de Lollapalooza, con el primero poniendo a bailar a buena parte de las 70.000 personas que se bañaron este domingo bajo la lluvia que cubrió durante prácticamente todo el día el Autódromo de Interlagos, en Sao Paulo.
Harris no dio tregua con un tema tras otro, en un show que quedará archivado como el que más atenciones concitó en la edición paulista, y que estuvo coronado por serpentinas y luces de neón incluidas.
Aunque otro que hizo su tarea en este ámbito fue el estadounidense Pharrell Williams, cuyo show obviamente encontró su clímax con el viral superventas "Happy".
Recientemente condenado por copiar "Blurred lines", de todos modos ese éxito sonó el Autódromo, en un cuadro que incluyó bailarinas y una permanente sonrisa tatuada en la cara Williams, quien mantuvo a sus fans gritando todo el tiempo.
Sin embargo, para los más fieles al ADN del festival, el cierre de Lollapalooza tuvo también descarga eléctrica de la mano de Smashing Pumpkins, relegados al tercer escenario del festival, pero que de todo modos logró hacer contrapeso a Williams con un repertorio de éxitos pasados y nuevas propuestas.
Molotov —con sólo 45 minutos—, Interpol, The Kooks y Foster the People, fueron otros de los que pasaron por el cierre del evento, que ya tiene ratificada para 2016 una nueva presencia continental en tres sedes (Santiago, Buenos Aires, Sao Paulo).