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Lo bueno, lo malo y lo "flaite" de Santiago en su cumpleaños 467

Cuna de pokemones, del crimen organizado y de la estatua de Condorito. La capital tiene un sinfín de encantos y desencantos que vale la pena recordar y clasificar.

12 de Febrero de 2008 | 14:52 | Natacha Ramírez, El Mercurio Online

SANTIAGO.- Aunque muchos no lo recuerden, la ciudad de Santiago tiene muchas más cosas aparte del Transantiago. Una imponente cordillera, un majestuoso río y grandes monumentos como el pilucho del Estadio Nacional forman parte de la postal de la ciudad, que hoy celebra 467 años de su fundación, en 1541. Aquí la completa clasificación de sus principales hitos.


 Lo bueno:


- Santiago casi es Chile: Quienes han permanecido aislados en otra ciudad bien saben que no hay como Santiago en cuanto a oferta de servicios, panoramas y especimenes porque todo está en esta ciudad: Cultura, teatro, espectáculos musicales, Colo - Colo, médicos no chantas, pokemones y los mejores tacos del país.


- Grandes monumentos: En la capital se concentran gran parte de las más importantes edificaciones del país, como el Palacio Cousiño, el Museo de Bellas Artes, el caballo de la Plaza Baquedano, la torre Entel, la pantalla gigante que hace al paseo Ahumada verse como Nueva York, el pilucho del Estadio Nacional y la estatua de Condorito.


- El hermoso e imponente paisaje cordillerano que rodea la ciudad.


 Lo malo:


- El smog, que no deja ver el paisaje cordillerano.


- Transantiago: Más sobrexpuesto que pokemón, nuestro vilipendiado plan de transporte, que instó a los capitalinos a levantarse más temprano y aprender chino para decodificar los mapas con los recorridos, se asentó en el alma de la ciudad convirtiéndose en una de sus más típicas postales.


- Delincuencia: El peor flagelo de la ciudad. Desde niñas arañas hasta ciber bandas internacionales se han tomado las calles, casas y bancos. De sus efectos nadie se ha librado, ni las insignias de los autos, los teléfonos públicos, ni la cartera Louis Vuitton de Julita Astuburuaga.


 Lo feo:


- Todos los "obstáculos" que deben sortear los automovilistas mientras transitan por las calles, que parecen haber sido diseñadas por creadores de videojuegos. Entre éstos se encuentran los hoyos (dependiendo de su profundidad y ancho, esquivarlos da desde 150 puntos. Si se cae pierde una vida); los lomos de toro gigantes (si el auto no se desarma da 100 puntos) y las "zonas amarillas" o vías segregadas (si entra pierde su turno).


- Los carteles propagandísticos que adornan las señaléticas y semáforos en las elecciones presidenciales, parlamentarias, municipales, de la junta de vecinos, de la reina guachaca, etc.


 Lo "flaite":


- Micros enchuladas: Como si no fuera suficiente ver tanta silicona en la TV, los enchulamientos también llegaron al transporte. Como viso con agua oxigenada, las micros recauchadas le bajaron el pelo a la estética del Transantiago (lo único que salvaba). Suelen esconder hoyos en el piso, que a veces dejan ver el motor, los asientos no tienen respaldo y algunas carecen de cobrador. Una ingenua usuaria se subió una vez con una tarjeta Bip! y el chofer se puso a reír, tomó la tarjeta y dijo "Biiiip", imitando al validador.


 Lo hediondo:


- Río Mapocho: Pese a que sirvió de inspiración a Pedro de Valdivia para fundar Santiago del Nuevo Extremo, hoy su olor es en extremo desagradable. En sus antes cristalinas aguas, que bañaron a nuestros ancestros, hoy sólo puede habitar un monstruo radiactivo.


 Lo esperado:


- Mapocho Navegable (por algo distinto de gatos muertos, fecas, deportistas con vacuna y delincuentes huyendo de la ley): Para parecernos a Europa no necesitamos más ingreso per cápita, esperanza de vida ni legalizar la marihuana. Sólo necesitamos que el Mapocho se parezca al Sena y hacer tours.


 Lo añorado:


- Micros amarillas: Ahora que los troncales y alimentadores llenan de colores las calles de la ciudad, los santiaguinos añoran e idealizan el uniforme y llamativo de las "micros amarillas". Su abundante hollín, las calcomanías de Dragon Ball y los zapatos de guagua al lado del chofer y las huelgas donde bloqueaban la entrada a la ciudad, con el paso del tiempo y la nostalgia, hoy se han convertido en el símbolo de la prosperidad de Santiago.


 Lo Memorable:


- Piluchos de Tunick: Aunque suene descabellado, miles de santiaguinos prefirieron correr y orinar desnudos en el Parque Forestal en lugar de ver la final del Mundial del 2002 en la cama comiendo sopaipillas, mostrándole al mundo que, después del carrete del sábado, los chilenos están para cualquier cosa.

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