EMOLTV

Presidente de Italia repasa las relaciones bilaterales con Chile

"Si la política se vuelve un enfrentamiento continuo, las más vulnerables son las instituciones", afirmó Giorgio Napolitano en entrevista con El Mercurio.

16 de Marzo de 2008 | 10:35 | Patricia Mayorga, El Mercurio
imagen

Giorgio Napolitano, el presidente italiano que prepara su visita a Chile.

El Mercurio

ROMA.- El Presidente de Italia Giorgio Napolitano, está preocupado por el aumento de la disparidad en el mundo causada por la globalización y así lo expresó en la conversación que sostuvo con este diario al momento de entregarnos el cuestionario, que, como es praxis, le habíamos enviado días antes.

Militante y luego dirigente del Partido Comunista Italiano (PCI) desde que era un joven abogado en la posguerra, en su larga vida política, Napolitano —de 83 años muy bien conservados— ha sido parlamentario, ministro, Presidente de la Cámara de Diputados, senador vitalicio y desde mayo de 2006, Presidente de la República.

Entrar al palacio del Quirinale, sede de la Presidencia italiana, ubicado en la más alta de las míticas "Siete Colinas" romanas, significa sumergirse en la historia: una que comienza en el siglo IV a.C. con la construcción del santuario dedicado al dios Quirino (de ahí el nombre) y que ha visto desfilar por sus jardines tanto a los sacerdote de los dioses del panteón romano, como a papas y reyes, ya que antes de su actual destino, y desde fines del siglo XIV, ha sido residencia de soberanos y pontífices.

Las oficinas del Presidente se encuentran en lo que se denomina el "piso noble": interminables corredores flanqueados por muros repletos de tapices (en el Quirinale se encuentra la colección más importante del mundo) conducen a la antesala, un salón sin tiempo, en el que un reloj de mesa estilo francés marca diez para las dos, no se sabe de que año… ni de qué siglo. Una estatua de una diosa del II siglo d.C. encontrada en los jardines adyacentes, convive sin estridencias con un gran televisor de pantalla plana, único elemento que recuerda el presente.

Apenas pocos minutos de espera y uno de los asistentes del Presidente nos precede al estudio de Giorgio Napolitano, un elegante y refinado salón donde un escritorio colmo de documentos y una computadora demuestran que el Jefe de Estado italiano trabaja en ese lugar.

Chile, punto de referencia


- ¿A qué se debe su decisión de viajar en este momento a Chile? 

Italia mira desde siempre con atención particular a América Latina, una región a la cual está vinculada por especiales lazos históricos, humanos y culturales. En los últimos años Italia ha renovado su propio compromiso respecto de América Latina basado en una colaboración entre esta área, donde se advierte un gran desarrollo, y la Unión Europea. Algunos ejemplos son la III Conferencia Nacional sobre América Latina y el Caribe, que se realizó en octubre pasado y en la que participó la Presidenta Bachelet, y la participación de Italia a las últimas cumbres Iberoamericanas, entre ellas la que se realizó en Santiago en noviembre pasado.

En el contexto latinoamericano, Chile representa hoy un punto de referencia fundamental, ya sea por el modo ejemplar mediante el cual supo enfrentar y resolver la delicada transición hacia una democracia plena, ya sea por los excelentes resultados obtenidos a nivel económico, que lo señalan como modelo para todas las economías emergentes. Por lo tanto, es natural la decisión de viajar a Chile, aceptando la gentil invitación de la Presidenta Bachelet.


- Usted tiene una relación especial con Chile, ya que fue uno de los "suscriptores" de la primera edición de "Los Versos del Capitán", de Pablo Neruda. ¿Tiene algún recuerdo de aquel período?

Es verdad. En Nápoles, en 1952, se realizó una edición "privada", de pocas decenas de copias, una de las cuales conservo cuidadosamente. Tuve modo de conocer, desde lejos, a Pablo Neruda en París, en 1949, y desde cerca en Nápoles, en los primeros años 50. Pasamos un inolvidable Año Nuevo, con amigos comunes. Yo era muy joven y me sentí muy feliz de poder participar al financiamiento —junto con importantes personalidades políticas y culturales italianas— de la publicación de las 44 copias del libro. Fue un aspecto de la solidaridad con Neruda, en aquel entonces exiliado en Italia.

- ¿Cuál es el estado actual de las relaciones entre los dos países? Italia fue uno de los países que acogió a los chilenos que huían del régimen de Pinochet.

En el doloroso período de la dictadura militar, los dramáticos episodios del pueblo chileno despertaron una vasta ola de simpatía y solidaridad en Italia. Y creo que esto ha reforzado profundamente las bases de amistad entre ambos países. Hoy, las relaciones bilaterales son excelentes en cada sector. Chile e Italia comparten una misma visión de las relaciones internacionales, fundada en la voluntad de diálogo incluso en los temas más controvertidos, considerando contemporáneamente imprescindible la tutela de la paz, de la democracia y del respeto de los derechos y la dignidad del hombre. No es por casualidad que ambos países estén participando activamente en delicadas misiones de paz, conducidas bajo la égida de las Naciones Unidas, y que han compartido posiciones en la reciente campaña a favor de la moratoria internacional de la pena de muerte en el seno de la Asamblea General de la ONU.

- ¿Y a nivel político?

A nivel político e institucional, ambos países desarrollan un diálogo fructuoso y renovado a través de un intenso intercambio de misiones, ya sea a nivel de autoridades centrales —el año pasado el Primer Ministro Prodi fue a Chile, y la Presidenta Bachelet vino a Roma en visita de Estado—, ya sea a nivel de exponentes de regiones y autoridades locales. Las relaciones económicas son intensas y susceptibles de ulterior expansión, gracias a la complementariedad de los respectivos sistemas productivos: pienso, en particular modo, en el patrimonio considerable de conocimientos de las empresas italianas en el campo hidroeléctrico y geotérmico. A nivel cultural, Chile e Italia representan dos acreditadas tradiciones, que se han enriquecido recíprocamente gracias a una tradición ya arraigada de intercambios y reciprocas influencias. En el ámbito científico, vale la pena recordar la cooperación en el sector físico-astronómico, a través del proyecto ALMA, y también el nuevo Acuerdo de Cooperación Científico-Tecnológico, firmado en octubre con ocasión de la visita a Roma de la Presidenta Bachelet.

Garante de la Constitución

- Desde la perspectiva de un Estado presidencial como Chile, no siempre es fácil comprender el rol del Presidente de la República en un Estado parlamentario como Italia: ¿Cuáles son las responsabilidades específicas de su alto cargo?


Según la Constitución italiana, el Jefe de Estado es elegido por el Parlamento, no tiene poderes ejecutivos, es concebido como moderador supremo y garante de una correcta dialéctica institucional. Nuestra Constitución pone al Presidente de la República sobre las partes, fuera del contencioso político y de las tareas de gobierno.

- ¿Esto comporta una limitación de los poderes del Jefe de Estado?

Efectivamente. Sin embargo, los poderes que se le confieren no son irrelevantes: bajo el perfil de las relaciones con el Parlamento, puede dirigir mensajes formales, puede reenviar leyes a la Cámara, es prerrogativa suya la disolución de las Cámaras; además, el Presidente es titular de los procedimientos de gracia, de la designación de un tercio de los miembros de la Corte Constitucional y de un número restringido de senadores vitalicios.


Además, son significativos los poderes relacionados con algunas funciones específicas de garantía institucional: el comando de las Fuerzas Armadas y la presidencia del Consejo Supremo de Defensa; la presidencia del Consejo Superior de la Magistratura (el órgano de auto-gobierno de la Magistratura). Fundamental es la dimensión del rol de "moral suasion" que el Presidente está llamado a ejercer: un ejercicio solitario, necesariamente discreto, expuesto a diferentes apreciaciones, por lo tanto difícil; pero que — —y sigo convencido de esto— si se encuentra con la sensibilidad y la disponibilidad de los destinatarios, es simiente de frutos positivos.


—A nivel mundial se advierte una enorme desafección por la política y gran desconfianza en las instituciones, sobre todo entre los jóvenes. ¿Cuáles son, a su juicio, las causas de estos fenómenos?


—Estoy convencido de que la política puede recuperar su rol fundamental e irremplazable en la vida del país y en la conciencia de los ciudadanos en la medida en la que contribuya a evitar exasperaciones y envilecimientos que debilitan de manera fatal su fuerza de atracción y persuasión, y en cuanto más exprese moralidad y cultura, enriqueciéndose con nuevas motivaciones ideales. Las diversidades, incluso radicales, de las orientaciones y de los programas, la aspereza de los contrastes, forman naturalmente parte de la competencia democrática. Pero —como he reiterado en diversas ocasiones— si la política se vuelve un incesante vociferar y un enfrentamiento continuo, las más vulnerables son las instituciones y la relación que tienen con ellas los ciudadanos, que a menudo caen en la tentación de alejarse, no de los partidos, sino de la política.


Italianos en el mundo


—¿Qué recurso representan para Italia los miles de italianos que viven por el mundo?


—Decir “miles” es reductor: los italianos residentes en el extranjero y que resultan inscritos en el registro civil consular son más de 3.700.000; sólo en Chile hay más de 40.000. Los italianos en el extranjero siempre han representado un recurso fundamental para mi país. Actualmente Italia es un país que no tiene emigración, sino inmigración, con alrededor de dos millones de extranjeros que residen legalmente; sin embargo, por décadas la emigración ha constituido una fundamental “válvula de desahogo” a raíz de la persistencia de graves dificultades económicas y sociales.


—Asimismo, el dinero enviado por los emigrantes ha contribuido mucho al desarrollo de Italia. A menudo los italianos en el extranjero han llevado una vida difícil, de sacrificios y renuncias; pero la cultura del trabajo que llevaban consigo y los valores en los que creían les permitieron finalmente integrarse con éxito en el tejido político, social y económico de los países que los acogían. Hoy, los italianos en el extranjero constituyen una estupenda “tarjeta de visita” para la imagen de Italia y contribuyen de manera a menudo determinante a la consolidación de las relaciones entre los países de residencia y la patria natal y a la difusión de la lengua y la cultura italiana.

EL COMENTARISTA OPINA
¿Cómo puedo ser parte del Comentarista Opina?