SANTIAGO.- La Justicia chilena descubrió la existencia de asesinatos hasta ahora desconocidos de peruanos, ecuatorianos y bolivianos en el norte del país bajo el mandato de Augusto Pinochet.
Los crímenes, ocurridos al inicio del regimen militar entre 1973 y 1978, afectaron a inmigrantes que pululaban por las ciudades y poblados del norte del país.
Una primera confirmación de los hechos, en algunos casos ignorados por las propias familias de las víctimas, está en un fallo de primera instancia que un tribunal de Arica entregó en noviembre sobre la desaparición de Grober Venegas, un policía chileno retirado.
En ese expediente, de casi mil páginas, Rosa Pineda, una amiga del ex jefe de la policía civil de la fronteriza ciudad de Arica, Jorge Aceituno, describe un relato escuchado en su casa a este último.
"Me hizo un comentario de algo que había sucedido en Alto Ramírez, sector del Valle de Azapa, que decía relación con que en una ocasión en el año 1975 habría llevado a unas personas que estaban involucradas en temas de drogas hasta ese sector", dijo.
"Les hicieron cavar unas fosas, para luego ejecutarlas. Me quedó muy grabado el hecho que contaba que se sorteaban para ver quien disparaba primero (..) dijo que había un peruano o boliviano, por el cual nadie reclamó", añadió al tribunal.
Su relato es confirmado indirectamente por el suboficial en retiro del ejército José Luis Catalán, quien admitió el asesinato de Venegas y recordó además el de dos extranjeros no identificados.
Catalán además vinculó y responsabilizó de los hechos al fallecido Comandante Oscar López y el siquiatra Juan Merello, supuestamente residente en Santiago de Chile.
En el mismo expediente, cuyos antecedentes coinciden con otros dos juicios en proceso revisados por dpa en el norte de Chile, Catalán describe cómo estos extranjeros anónimos eran torturados con pentotal.
"A fines de 1975, me fui al Destacamento Especial de Inteligencia Conjunto (...) y puedo indicar que en una parcela, ubicada en el Valle de Azapa, (...) se llevaban detenidos", confesó.
"Hubo por lo menos dos personas -un ecuatoriano y un peruano - que fueron sacados de allí y enterrados en la Playa Las Machas, dentro del Recinto Militar que existe en el norte de esta playa".
El suboficial en retiro de la Armada Héctor Morales agregó en las investigaciones que la búsqueda de inmigrantes ilegales bolivianos y peruanos eran habitual esos años por la tensión fronteriza.
"En ocasiones el Regimiento acordonaba una población (villa miseria), y la policía civil comenzaba a revisar antecedentes de los varones, buscando indocumentados peruanos y bolivianos", evocó.
Otros antecedentes, hasta ahora desconocidos, fueron recogidos en el juicio aún abierto por la muerte de la profesora de filosofía uruguaya Mónica Benaroyo, quien decía conocer a Fidel Castro.
En dicha investigación, diversos testimonios e incluso recortes de prensa, evocan la detención de bolivianos, argentinos, peruanos, ecuatorianos y uruguayos en los albores de la dictadura, acusados de pertenecer a organizaciones marxistas internacionales.
Estas versiones y hechos son confirmados en el testimonio voluntario dado por el ex guardia de prisiones (gendarme) Raúl Jiménez en el caso de Benaroyo.
"El Ejército llevaba (a la prisión) gente en camiones y los ingresaba sin documento alguno, no se sabía quienes eran", detalló sobre el proceder de los militares en esos años.
Las detenciones en algunos casos además parecían estar vinculadas a labores de espionaje por las tensiones fronterizas de esos años de Chile con Argentina, el Perú y Bolivia.
"Los detenidos que estuvieran relacionados con autoridades extranjeras o altos mandos militares peruanos, eran trasladados al Cuartel Corazones y finalmente al Cuartel Las Machas", relató a la Justicia el militar en retiro Napoleón Ríos.
La situación, que coincide con el asesinato de otros extranjeros en dictadura, abre un nuevo frente de investigacion judicial en Chile, además de una arista diplomática impensada días atrás.