-No es un infarto, es algo más suave.
-¿Pero qué es?
-Un apretón de pecho. Como un apretón al corazón.
Y es que nadie sabe qué decir, cuando en verdad existió un infarto, una casi muerte, y se está a la espera de lo que va a pasar con su corazón y su forma de vida para el resto de sus años.
Y hay tantos corazones malos, que los buenos son más blandos y sufren el doble. Eso se me ocurrió. También influye que su vida sea más bien sedentaria, floja, con mucho cigarro y horario perdido. Pero, ¿y si alguien debe alimentar al menos a tres bocas?
Uno toma lo que encuentra, y en este caso, con el trabajo que llevaba y el ritmo de vida, su escape, en varias formas, era fumar. Entonces la mezcla era fatal. Y bueno, el corazón se cansó. Y casi nos abandonó. Pero primó el amor terrenal, que lo trajo de vuelta a una sala en un hospital, y luego, en otro, y en otro, en búsqueda de la ansiada cura para su enfermedad.
Y estamos en esa espera. De cuanto queda vivo en su latente amigo que hace funcionar todo el cuerpo. Y es fuerte ver a un ser tan querido, rodeado de cables, rodeado de más enfermos, vestido de blanco, acostado, cerca de una ventana, que le ilumina su sonriente cara, al menos, en la media hora de visitas.
Es duro entender por qué se estropea algo que viene bueno de fábrica. Y bueno estaba. Sólo que lo vamos mal cuidando y dejando de lado. Lo olvidamos un poco. Y no sólo es el no deporte. Si no que el exceso de stress, los trasnoches, la poca tranquilidad, a veces la falta de plata. Es un todo. Todo, que en conjunto, estropea un corazón.
En este caso, un corazón que ahora tiene a más de treinta corazones a su alrededor preocupados por él. Y suena divertido, pero así de simple y sencillo es. Corazón tras corazón velan por ellos mismos. Llamadas telefónicas que aceleran nuestro ritmo cardíaco, antes de escuchar la respuesta. Visitas a lúgubres o bellos recintos. El entorno ayuda, pero no es tan importante. Carreras a la farmacia, o a la casa. Búsquedas de alguna revista que pueda entretener a este aburrido corazón que espera su veredicto. Como una querella penal. Y así, seguimos rezando.
Seguimos viajando día a día a su cama, para acompañarlo aunque sea en mente o en sueño. Seguimos pensando que esto tal vez fue sólo un fuerte aviso para cambiar los hábitos, y comenzar a vivir mejor. Pero por mientras, seguimos a la espera de un ser vestido de blanco, que camina por la vida, con otro corazón. Persona que nos dará una respuesta del estado de salud de nuestro ser tan querido.
Por mientras miro a mí alrededor, y ya no veo personas, veo corazones. Si al final, de eso está hecho el mundo. Buenos, malos, somos todos, puro corazón.
Amanda Kiran