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Navegante

05 de Noviembre de 2005 | 14:53 | Amanda Kiran
Supuestamente estaba todo preparado para que saliera bien. Y no habría problemas. No sabía bien cómo se hacía, pero la Lore me dijo que era fácil, y que yo lo podría hacer.

Me tuve Fe. Siempre trato de tenerme fe, para poder hacer las cosas bien.
Esta vez, no era tan fácil. Filo. Igual me subí al bote, y me animé. Era un catamarán. Un bote a vela, más rápido que la cresta, imposible de maniobrar si no sabes bien los vientos, y donde ubicarte. Mi amiga era la experta. Yo, casi un lastre.

Pero ahí estaba. Ahí estábamos las dos. Yo, con un bikini que me habían prestado. Con un bronceado que no había llegado. Y que nunca llegó.
Con las ganas de aprender este nuevo deporte. Y la adrenalina de algo diferente, que da un poco de susto.

Así, sobre el bote y en una malla donde estratégicamente me puso mi capitana, empezó la clase. Estaba todo tranquilo y calmo... hasta que se subió a otro bote, uno poco menos sofisticado, su hermano chico. Él estaba en un láser.

Típico hermano chico latero y aburrido, con nada mejor que hacer que buscar a la hermana grande y molestar. Se subió con un primo, y nos empezaron a perseguir por este mar, que se me hacía gigante. Más grande que nunca. Más azul e intenso que nunca.

El hermano, que todo lo tenía, andaba con una cámara de filmar contra agua.
Pato, con cámara en mano, y Matías, con la caña en mano, se tomaron esto como una guerra de soberanía. La Lore –que detestaba a su hermano chico- también. Yo, al medio de todo.

Mis únicas ganas eran aprender a navegar, a conocer los vientos, a manejarme sobre este nuevo e imposible deporte. Pero no. Tomaron esto como una filmación de reality show y claro, "yo" era la protagonista. Así que empezó la caza.

Ellos nos perseguían. Mi amiga escapaba. Ella trataba de acercarse a ellos y hacerlos caer. Ellos, más hábiles, con dos tripulantes, en vez de uno y medio, como era nuestro bote. Y así. Siguió la guerra.

Yo ya estaba muerta de susto. No quería caerme. No quería que se me corriera el bikini. No quería pegarme ni dar vuelta el bote. No quería estar ahí. Pero ahí estaba.Y en eso, pasó, lo que obviamente tenía que pasar.

La Lore, ya metida totalmente en la guerra, se olvidó de mi poca y corta experiencia en estas embarcaciones. Intentó doblar bruscamente para alcanzar a su hermano, y sin avisarme viró. Yo, paveando absolutamente, intenté entender lo que su cara de kamikaze decía, y mientras la miraba, vi que mi suerte ya estaba echada.

La botavara se vino con todo sobre mi frente. Y sobre mi dignidad. Me botó al agua y dejó el bikini entre espacios de vergüenza y humillación. Además de perder la conciencia por segundos. Su hermano, a patadas con las risas, y filmando todo.

Matías –mitad preocupado- más bien gozando de esta batalla triunfal. Mi amiga, intentando rescatarme. Entre risas. Todos gozando conmigo. Yo, indignada con todo. Y asustada de morir ahogada, haciendo algo que ni siquiera pude entender bien.

Así fue mi experiencia con estos botes. A la mañana siguiente, desperté con un chichón inmenso en mi frente. La mamá de la Lore me llevó hielo y algunas disculpas, por lo extraño de sus hijos. Sólo quería irme a mi casa. Como niña arrugada. Pero la pelea no había terminado ahí. Faltaba que me mostraban el "famoso" video.

Además de toda la humillación, tuve que verme haciendo el loco. Las mil caras que puse intentando ayudar a mi amiga, haciendo nada. Y luego, cayendo de mi posición de tripulante al agua, entre coletazos y con alguna falta de pudor, por el estúpido bikini que nunca fue para mi cuerpo. La guerra había terminado así: 2-0

Obviamente el cero era entero mío. Pero al menos luché. Luché por no hacer el loco. Aunque no haya servido de nada.

Amanda Kiran
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