BLOOMBERG.- Cuando Akihiro Takano renunció a su empleo bien pago como gerente de eventos de una gran tienda de Tokio a los 45 años para cuidar a un enfermo, no tenía idea de que estaba a punto de descender en la escala social hasta quedarse dinero y vivir en un parque.
Tras la muerte de su padre, Takano se esforzó por mantenerse con una serie de empleos inseguros mientras cuidaba a su madre, que nueve años más tarde, 2009, también falleció.
Gastó sus últimos ahorros en el funeral de su madre, se retrasó en el pago del arriendo y fue desalojado después de vivir ahí durante 30 años.
Ahora, recuperado gracias a un encuentro casual con un grupo de voluntarios, Takano trabaja como asesor de personas de bajos ingresos y se ha convertido en el rostro público de lo que los japoneses llaman "kaigo rishoku", o el creciente fenómeno de la pérdida del empleo por cuidar a familiares ancianos.
"Mi jefe me dijo que una vez que uno se quita la corbata, no es fácil volver a ponérsela", dijo Takano a Bloomberg en una entrevista en la oficina de una organización de caridad de Saitama, al norte de Tokio, donde trabaja en ocasiones.
"Había ingresado en una declinación que no se detendría, pero no me daba cuenta. Pensaba que de algún modo me arreglaría", explicó.
Un problema en aumento
Más de 100 mil personas al año abandonan sus empleos en Japón para cuidar a familiares enfermos, según información de el gobierno, y la mayoría continúa desempleada.
Se estima que la cifra crecerá a medida que casi 7 millones de baby boomers -como se les llama a la numerosa generación de personas que nacieron después de la Segunda Guerra- lleguen a los 75 años en la próxima década, lo que podría sustraer a sus hijos de la fuerza laboral en sus años de mayores ingresos.
Es algo que Japón no puede permitirse, dado que la población económicamente activa se reduce como consecuencia de la
baja tasa de natalidad y el rechazo gubernamental a la inmigración.
El primer ministro Shinzo Abe aseguró en septiembre que pondría fin a ese flujo, al que se refirió en términos de "inminente crisis".
En un discurso, estableció objetivos para que la economía crezca de los actuales 500 billones de yenes a 600 billones de yenes (US$ 4,9 billones), mediante el recurso de impedir que la población –que es en la actualidad de 127 millones de habitantes- se reduzca a menos de 100 millones, así como de lograr que la mayor cantidad de gente posible trabaje a pesar de sus responsabilidades familiares.
"No es algo que pueda resolverse mediante la simple construcción de hogares para ancianos", dijo Takanori Fujita, autor de "Elderly Underclass", un libro sobre el riesgo de la pobreza en la vejez que amenaza hasta a quienes tienen buenos ingresos.
"Lo que hace falta es empleo más estable y con beneficios, menos horas de trabajo adicionales, más centros de atención infantil y más respaldo a las mujeres en el ámbito laboral. La sociedad necesita una completa reformulación", afirma el autor.