SANTIAGO.- Hace siete años el ovallino Rodrigo Venegas se desempeñaba como ingeniero en transporte marítimo, hasta que su hermano le pidió que le revisara su tesis sobre la crianza de caracoles de tierra para el mercado gourmet. Fue en ese momento cuando "nació de una idea loca", como él la define, la opción de producir este molusco para su venta y posterior exportación.
Sin embargo, hubo un cambio en el camino luego de descubrir que la baba de caracol era una excelente sustancia para la cosmética de la piel y comenzó con su emprendimiento en el que hasta hoy produce y comercializa cremas con la secreción del animal y karité: Helixir Face, el cual ganó el premio
"Exportador PYME de la Alianza del Pacífico".
Después de un año trabajando -hay que esperar dos años aproximadamente para exportar los caracoles- hizo un curso para hacer cremas artesanales y así la vendió por un año en su ciudad y los alrededores en la feria artesanal y a través del "mano a mano". "Junté un poco de recursos y me vine a Santiago a buscar un laboratorio. Igual fue difícil encontrarlo porque todos trabajaban con cantidades muy altas y para los recursos que yo tenía era imposible", comenta.
"Así llegué al laboratorio BellCos y ellos me abrieron las puertas. Me dijeron: 'ya no importa que fuera chiquitito' y así empecé a formular la primera crema,", añade.
El "gran salto" lo tuvo en 2013 cuando conoció Sercotec, que al presentarle su producto lo auspició con $350.000 para hacer el diseño y packaging. Luego importó frascos desde China con baja huella de Carbono y tapa de bambú que los grabó con láser.
Finalmente en 2014 lanzó al mercado los primeros productos: "Un día ProChile me dice que vamos a ir a Argentina a una rueda de negocios y yo dije 'ya, para probar' y a la semana de haber llegado me dicen que salí seleccionado para ir a México. Llego allá y les encantó el producto, altiro se interesaron y todos lo querían tener", cuenta.
"Mi idea siempre fue crear algo pero para sacarlo afuera, para exportarlo, no para quedarme en una feria artesanal"
Rodrigo Venegas
El 5 de febrero de este año fue su primera exportación, de US$35.000 (más de $23,6 millones), a ese país mediante un distribuidor que se encargará de venderlos a los canales farmaceúticos. Ahora están en conversaciones con un cirujano plástico que quiere comprar las cremas bajo su marca.
Su invernadero se ubica en Nueva Aurora, un pueblo a 13 kilómetros de Ovalle, donde trabajan cuatro personas que se dedican a cuidar de los caracoles y sembrar las plantas que los mantienen. En el laboratorio, trabajan unas 50 personas más indirectamente.
"Hay que creerse el cuento"
Venegas declara que está "más que convencido" de que Chile es un buen país para emprender.
"Si uno tiene las ganas de hacer un trabajo profesional, Chile está en estos momentos y como desde hace dos años atrás, espectacular para emprender, puedo decir que el sistema de emprendimiento funciona, pasé por Sercotec, ProChile, Corfo y si uno responde todo estos se empiezan a unir porque yo nunca pensé llegar a Corfo, pero como tuve muy buenos resultados gracias a ProChile, lo pude hacer", dice.
¿Qué falta? "Yo creo que, como todos me lo han dicho a mí, creerse el cuento, porque yo llegué acá y empecé a mirar y decir cómo yo que soy chiquitito, vengo de un pueblito y ver grandes empresas, grandes empresarios, entonces quizás ese empuje lo tenemos, pero nos falta creernos el cuento, decir 'sí, mi producto es bueno' y puedo competir afuera", revela.
"Yo fui a México a más que nada tomar una experiencia y al final terminé vendiendo y en 10 meses teniendo 4.500 muestras allá", concluye.
Con respecto al premio que recibió, señala que "al mirar hacia atrás, todo lo que he hecho y todo lo que he logrado en tan poco tiempo, todavía me tiene un poco en shock".