El Banco Central publicó este jueves la minuta de su última Reunión de Política Monetaria (RPM) llevada a cabo el pasado 7 de junio, en la cual decidió incrementar en 75 puntos base la Tasa de Política Monetaria (TPM), fijándola en 9% -su mayor nivel desde que se nominalizó en 2001-, para hacer frente a la fuerte ola inflacionaria que golpea al país.
Se trata de un alza que se ubicó en la parte baja de las expectativas del mercado -entre 75 y 125 puntos base-. De hecho, según la última Encuesta de Operadores Financieros (EOF) publicada por el instituto emisor, se preveía que la tasa rectora escalaría 75 puntos base.
Además, se tradujo en un incremento moderado, considerando que los últimos cinco ajustes que aplicó el ente rector fueron subidas consecutivas de entre 125 y 150 puntos base. La decisión, según señaló en un comunicado la entidad presidida por Rosanna Costa, fue adoptada por la unanimidad de los consejeros.
Con todo, las minutas publicadas hoy mostraron que el instituto emisor consideró dos opciones: aumentar la TPM en 75 puntos base, o en 100 puntos base.
Entre los antecedentes sobre la mesa que llevaron al Banco Central a subir la tasa rectora, se destacó que estos "conformaban un escenario de presiones inflacionarias mayores y más persistentes, lo que hacía necesario una política monetaria más restrictiva que lo previsto en el IPoM de marzo".
Se resaltó que, "si bien la sorpresa de inflación de los últimos meses tenía un claro foco en los precios de los alimentos y no tanto en la parte subyacente, ello no implicaba que la política monetaria debía ser neutra o no tomar acción al respecto. En cambio, lo que correspondía era evaluar si esos shocks afectaban la persistencia de la dinámica inflacionaria en el horizonte de política. Si lo hacían, debía haber una respuesta de política
monetaria".
En cuanto a las perspectivas de actividad económica, se recordó que estas "apuntaban a un debilitamiento significativo en lo venidero. Hubo consenso en la relevancia de precisar que este debilitamiento no era una 'externalidad' del proceso de alza de tasas, sino que era un elemento fundamental para lograr la convergencia de la inflación a la meta de 3%".
"Tras los significativos impulsos al gasto que se adoptaron en 2021, la economía había alcanzado niveles de actividad no sostenibles desde una perspectiva de mediano plazo. Deshacer ese desequilibrio significaba que habría cifras negativas en términos de variación de la actividad", agrega el comunicado.
En el plano externo, la entidad presidida por Rosanna Costa previó que "el problema inflacionario global iba tomando cada vez más relevancia. Llamaba la atención que los bancos centrales de las principales economías seguían reaccionando de forma más bien cautelosa, lo que generaba el riesgo de correcciones mayores que las ya observadas en las condiciones financieras globales si es que terminaba siendo necesario un cambio más abrupto y marcado de la política monetaria de esas economías".
Lo anterior "provocaba que siguiera aumentando el riesgo de una recesión en las principales economías. Esto colocaba mayor presión sobre las condiciones financieras para las economías emergentes, incluyendo el valor de sus monedas, lo que a mediano plazo iba a ser un lastre adicional para el crecimiento".
En ese contexto, se discutió que "la economía enfrentaba un escenario particularmente complejo y donde los riesgos eran muy relevantes. El primero era que, dado el nivel al que estaba llegando la inflación, se produjera una mayor persistencia de esta, lo que tendría impactos en múltiples dimensiones".
Se mencionó además que "un factor clave para evitar los efectos negativos de esta mayor persistencia y asegurar el logro de la meta de inflación de 3% en un plazo de dos años era la credibilidad de la política monetaria. Al respecto, se señaló que la política monetaria solo podría cumplir su rol contracíclico, aliviando los costos en materia de actividad económica, empleo y salarios, si lograba mantener su credibilidad y las expectativas alineadas con la meta".
Por último, se analizó el el riesgo de que "se materializara una desaceleración de la economía mayor que la prevista, con efectos negativos e indeseables sobre la inversión y el empleo".
Ante este escenario, todos los consejeros concordaron que, dado que la TPM se acercaba a su nivel de llegada, las consideraciones tácticas tomaban mayor protagonismo a la hora de evaluar las opciones de política monetaria.
Por lo mismo, hubo acuerdo en que la opción de 75pb "lograba un buen balance entre distintas consideraciones. Por una parte, era coherente con la trayectoria que se juzgaba necesaria para la convergencia de la inflación en el escenario central del IPoM y, al mismo tiempo, dejaba espacio para alzas adicionales de menor magnitud que pudieran ser calibradas con la información de los próximos meses".
A su vez, se enfatizó que "era una opción ampliamente esperada por el mercado, cuyas expectativas de tasas eran muy cercanas a la parte central del corredor de la TPM del IPoM de junio".
En cambio, sobre la alternativa de subir la TPM en 100 pb, el documento explica que "si bien se podría justificar como una señal de mayor preocupación ante los escenarios de riesgo que se enfrentaban, tenía como contrapartida que daba menor flexibilidad futura. En particular, porque para hacerla coherente con la idea que la TPM se acercaba a un nivel terminal, sería necesario acompañarla de un sesgo claramente neutral, lo que se estimaba no era posible de hacer aún".